Lo que parecía extremadamente improbable hace unos meses, ya no lo es. Los inversores ya ven posible una subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE), la primera en más de una década. Este encarecimiento del precio del dinero en Europa podría tener lugar en julio y los mercados ya están descontando esta posibilidad.
Aunque la institución ha anunciado que no tomará esta decisión todavía, su presidenta, Christine Lagarde, se resistió a afirmar en su última comparecencia que una subida de tipos este año es "muy improbable", como sí dijo en anteriores ocasiones. Y no ha hecho falta más.
El BCE tomaría esa decisión para frenar el encarecimiento de los bienes y servicios. Los precios están subiendo con vigor en EEUU, en la UE, en España. Llevan haciéndolo sin parar todo el pasado año y este no ha empezado con mucho mejor pie. En Estados Unidos en diciembre la inflación sumó un 7%, un nivel no visto desde 1982. En enero, hasta el 7,5%. En la eurozona, en enero subieron un 5,1%, aunque la previsión era que lo hicieran un 4,4%. Eso lleva al traste proyección del BCE para el primer trimestre, de una inflación media del 4,1%.
En España, este 2021 los precios han alcanzado niveles sin igual en 30 años. Y la escalada no cesa: los precios subieron un 6,1% en enero, algo menos de lo que lo hicieron en diciembre, pero aun así alcanzando récords. La inflación subyacente, la que no cuenta los precios de la electricidad -en teoría, principal responsable de estos precios- ya ha llegado a máximos desde 2012 (2,4%). Y las previsiones apuntan a que la inflación media de este año va a superar a la del año pasado (3,1%).
En este contexto, la Reserva Federal (Fed) anunció en diciembre tres subidas de tipos este año, otras tres el siguiente y una retirada de estímulos en marzo "a la luz de la evolución de la inflación y la mejora adicional en el mercado laboral". En EEUU la inflación se ha generalizado a todos los sectores de la economía y la Fed pronostica que se mantendrá elevada basta bien entrado 2022.
A la vez, el PIB creció un 5,7% en 2021, su tasa más alta desde 1984, y el paro es prácticamente inexistente (con un 4% en enero), lo que ha llevado al organismo a decidir que es un buen momento para tomar este tipo de decisiones. Subir los tipos enfría el crecimiento económico, pero ahora mismo no parece un riesgo para la economía estadounidense.
Este regreso de los altos precios llega después de que los bancos centrales de todo el mundo hayan aplicado el mayor impulso monetario y fiscal de la historia para ayudar a los países a salir de la crisis del coronavirus. Sin embargo, el temor ahora es que la inflación pueda descontrolarse, de ahí que sea un escenario cada vez más probable que el BCE siga los pasos de la Fed y empiece a tomar medidas.
Porque la principal herramienta que tienen los bancos centrales para influir sobre la inflación son los tipos de interés, es decir, influir en el precio del dinero, que afecta al que se pide prestado para comprar una casa, para financiar un coche o para sufragar el gasto público de un país. Cuando los tipos de interés a nivel europeo suben, condicionan el valor de decenas de otros tipos de interés que operan diariamente en la economía.
Los préstamos que conceden los bancos se encarecen, y así provocan que los consumidores y las empresas pidan prestado menos dinero, porque les sale más caro, lo que lleva a una ralentización del consumo. Provocando, finalmente, que los precios bajen. En el caso del BCE, el objetivo es que la inflación esté cerca del 2%.
Pero esa subida de tipos de interés, aunque pueda tener efectos positivos sobre el control de la inflación y por tanto para el bolsillo de los ciudadanos -ya que verán bajar los precios-, a la vez tiene efecto contraproducente: a España le resultará más caro endeudarse. Todos los países financian su gasto gracias a los impuestos y también al dinero que piden prestado a los mercados. Si los tipos de interés suben, el precio que deben pagar para conseguir más dinero prestado será mayor.
Según cálculos del think tank Funcas, España deberá pagar entre 3.000 y 4.000 millones más en cinco años si en los próximos meses el BCE sube los tipos de interés medio punto. "Si se encarecieran en medio punto los tipos de interés tendríamos para dentro de 5 años aproximadamente unos 3.000 millones o 4.000 millones adicionales de carga de intereses", asegura el director de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres, en conversación con este medio.
Torres explica que no es un cálculo fácil de realizar, ya que hay que tener en cuenta, por un lado, los bonos del Tesoro que van venciendo -algunos de los cuales se pidieron prestados a tipos de interés muy altos-, así como los que se fueron renovando a tipos más bajos, más los nuevos que se emiten. A la vez, apunta que si la subida de tipos finalmente fuese de un punto, los intereses a pagar serían el doble, de entre 6.000 y 8.000 millones.
Estos cálculos se llevan a cabo considerando un escenario en el que la prima de riesgo, que mide cuánto confían los inversores en la economía de un país, se mantuviese en el nivel actual, en unos 100 puntos básicos, es decir, en niveles prepandemia (de 2018 y 2019). Pero hay otros riesgos.
"El tema es no solamente los tipos de interés, sino si hay una presión sobre la prima de riesgo. El desafío es si se va a producir fragmentación financiera. Es lo que pasó en 2011, en la crisis de la prima de riesgo, porque los mercados percibían que no había un banco central que respaldara la deuda de los países más endeudados y más débiles", expone.
En 2011, el entonces presidente del BCE Jean Claude Trichet elevó los tipos de la eurozona en lo que hoy se considera uno de los mayores errores de la historia de la política monetaria, porque acabó con la incipiente recuperación y puso en riesgo a Italia y España, los dos países más débiles. "Si se produjera esto [una fragmentación financiera] sería adicional, una amenaza mucho más grave y un desafío para el crecimiento económico, pero no estamos en este escenario", indica el experto.
La amenaza es mayor en tanto que España cuenta con unos muy elevados niveles de deuda. La deuda del conjunto de las administraciones públicas cerró el año 2021 en el 118,7% del PIB, 1,3 puntos porcentuales menos respecto a 2020 y por debajo del objetivo del Gobierno.
"En esta situación de déficit y elevados niveles de deuda pública, te encuentras con que una parte del presupuesto hay que destinarlo al servicio de la deuda, así que nos encontraríamos con más dificultades para llegar a esa deseable consolidación fiscal", explica Alicia Coronil Jónsson, economista jefe de Singular Bank.
Además, la subida de tipos no solo repercutiría en el bolsillo de los ciudadanos a través de la deuda pública, sino también de la privada. El 80% de los créditos hipotecarios ahora mismo están suscritos a tipo variable, es decir, que un incremento de tipos de medio punto o un punto encarecerá automáticamente la deuda de todos esos hogares.
Afectará, también, a los préstamos de las empresas. "El consumo es importante para el peso del PIB, es clave en esta recuperación", destaca Coronil, por lo que una subida de tipos "abre un escenario de menor crecimiento". ¿De cuánto? Dependerá de una larga lista de factores, de la evolución de la pandemia a la de la prima de riesgo, la estabilidad política, el posible conflicto en Ucrania o el grado de ejecución, y la efectividad, de los planes de recuperación desarrollados con los fondos europeos.
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