El Banco Central Europeo tuvo una cita importante este jueves. La guerra en Ucrania ha desestabilizado los mercados y la economía de la zona euro. Por ello, los inversores tenían toda su atención en el Consejo de Gobierno. El organismo anunció que acelera el fin de las compras de deuda por el conflicto, pero sobre todo por la inflación disparada (del 5,8% en febrero).
El programa de Compra de Activos (APP, por sus siglas en inglés) acabará, previsiblemente, en el tercer trimestre, después de un descenso gradual. En abril las compras serán de 40.000 millones de euros en mayo, 30.000 millones en abril y 20.000 en junio. Y será en ese momento cuando se planteen la posibilidad de subir tipos. Los mercados han considerado que el BCE acelera de este modo el final de las compras de deuda por la guerra en Ucrania, pero su presidenta, Christine Lagarde, reiteró en la rueda de prensa que "no han decidido acelerar la normalización de la política monetaria", sino que se va a avanzar "paso a paso reconociendo la incertidumbre".
Los mercados recibieron la noticia con caídas, pero el sector bancario lo celebró con fuertes subidas y es que el inicio de la invasión rusa provocó que la posibilidad de la subida de tipos este año se alejara. Sin embargo, los analistas se muestran cautos por la incertidumbre macroeconómica y no descartan que tenga que prolongar los estímulos.
Silvia Dall'Angelo, economista Senior de Federated Hermes, apunta que “como mínimo”, la incertidumbre de la guerra “hará que el BCE proceda con cautela”. La experta va más allá ya que asegura que “es posible que el BCE tenga que recurrir a un nuevo paquete de medidas de emergencia y retrasar el despegue del endurecimiento monetario”, aunque matiza que sería en “el peor” de los casos. El organismo podría tener las palancas fiscales disponibles para hacer el trabajo “pesado” en respuesta a las consecuencias negativas y posiblemente peores de la guerra en Ucrania.
Las compras de activos se han utilizado como una manta para sofocar las chispas de incertidumbre en Europa durante la última década. Por ello, con una conmoción geopolítica de duración e intensidad desconocidas, “los mercados se han visto claramente sorprendidos”, puntualiza Oliver Blackbourn, gestor de carteras del equipo de multiactivos de Janus Henderson. Además, los mercados han aumentado la previsión de subidas de los tipos de interés, a pesar de que “el comunicado del BCE incluía una frase claramente destinada a desaconsejarla”, explica.
Jaime Martinez Tascón, profesor de OBS Business School y director de InveretiK, explica que el estímulo tendrá que llegar si Europa entra en estanflación “para favorecer el crecimiento, siempre y cuando haya una bajada del precio de la energía en una hipotética posguerra y que se solucionen los cuellos de botella de suministros mundiales”, pero advierte de que si no bajan los precios de la energía ni se solucionan los cuellos de botella, usar medidas de estímulo podrían generar más inflación.
Pietro Baffico, economista europeo, de abrdn, por su parte muestra su sorpresa porque la previsión de inflación para 2024 sigue estando debajo del 2%, “lo que implica que aún no se cumplen las condiciones del BCE para el despegue, aunque esto también podría cambiar en los próximos meses”. Baffico considera que la volatilidad en los próximos meses no desaparece porque el organismo europeo mantiene sus opciones abiertas y “su enfoque, que depende de los datos, podría llevar a nuevos ajustes de sus políticas en cualquier dirección”.
Andrew Mulliner, director de estrategias agregadas globales de Janus Henderson, ha criticado la falta de decisión de la presidenta Lagarde y asegura que su declaración que apuntaba el cambio de tapering como un aumento de la opcionalidad para el BCE en ambas direcciones “no pasa la prueba del algodón”. El analista considera que el consejo de Gobierno está “atrapado” en su intención de hacer algo para la inflación, que está muy por encima del objetivo.
“El estilo y los antecedentes de Lagarde consisten en buscar el consenso más que en impulsar una opinión”, señala Mulliner y le define como búho en contraposición de los halcones (hawkish) y las palomas (dovish). “Quizás sea demasiado fácil sugerir que el BCE bajo el mando de Mario Draghi habría tenido más confianza citando la incertidumbre o acelerando el taper porque la inflación requería una respuesta”, ha concluido.
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