La guerra de Ucrania lo ha cambiado todo. España y el resto de Europa se encaminaba a una relativa normalidad de cara al segundo trimestre de este año en los precios energéticos, pero la invasión ha provocado que el coste por adquirir gas o petróleo sea una verdadera locura. Las materias primas para generar energía han derivado en una nueva crisis en la electricidad, que ha tocado máximos históricos con picos de hasta 700 euros. Mientras la UE intenta poner parches para frenar esta escalada, la realidad es otra y el bloqueo a Rusia solo va a dejar una situación de falta de suministros. Antonio Delgado Rigal, CEO de AleaSoft Energy Forecasting, consultora de Energía, habla del futuro más inmediato que nos espera en una conversación con El Independiente.
Pregunta.- ¿Estamos en peligro de suministro?
Respuesta.- No vemos riesgo en el suministro, al menos en el corto plazo. España tiene una menor dependencia del gas de origen ruso que otros países de la Unión Europea. Según datos de Cores (Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos), del gas importado por España en 2021, sólo el 8,9% provenía de Rusia, frente al 40% que importa de ese país el conjunto de la Unión Europea. Además, según el operador del sistema gasista español, Enagás, el suministro de gas de los próximos meses está asegurado.
P.- ¿Hasta dónde veremos los precios del gas y del petróleo?
R.- Dar una cifra exacta es complicado porque es una situación inédita en los mercados. Los precios no van a bajar mientras se mantenga la inestabilidad por la invasión rusa a Ucrania y la situación podría empeorar si se corta el suministro de gas ruso a Europa.
P.- ¿La guerra ha vuelto a cambiar todas las previsiones de precios en la electricidad y gas para los próximos años?
R.- Las previsiones en el medio plazo han subido, especialmente en 2022 y el primer trimestre de 2023, pero seguimos esperando que los precios recuperen el nivel que había antes de la pandemia en 2025, que es algo que ya preveíamos antes de la guerra. En el largo plazo las previsiones no han variado sustancialmente por este motivo.
P.- ¿Tiene España una posición privilegiada frente al resto de países en Europa por el gasoducto con Argelia?
R.- Efectivamente. De hecho en 2021 el 43% del gas importado en España provenía de Argelia. Pero además España tiene otro punto fuerte en este aspecto, al contar con seis plantas regasificadoras para procesar el gas que llega en barcos, que la convierte en líder en capacidad de almacenamiento de gas natural licuado en Europa.
P.- ¿Es posible suplir el gas ruso por los gases renovables y la fotovoltaica en apenas un año como dice la UE?
R.- Esto es imposible de conseguir en un año. Desde la definición de un proyecto hasta que la planta entra en funcionamiento pueden pasar años. Las plantas que están entrando en funcionamiento ahora son las de los proyectos que empezaron a desarrollarse hace dos o tres años. Europa y España ya contaban con planes ambiciosos de incremento de la capacidad renovable desde antes de la guerra y de la situación de precios altos de 2021, pero en el caso de España hay problemas en la tramitación de los proyectos que están ralentizando el desarrollo de los mismos. Por esto en el caso de España es importante que los gobiernos nacionales y regionales dediquen más esfuerzos para acelerar los trámites.
P.- La UE decía esta misma semana que “debemos ser valientes” para acometer las inversiones en renovables. ¿Nos han entrado de repente las prisas?
R.- En Europa ya se estaba apostando por impulsar el desarrollo de las energías renovables, fundamentalmente enfocándose en el objetivo de reducir las emisiones de gases contaminantes, y hemos tenido que llegar a una situación límite como la actual para valorar también la importancia de estas tecnologías para conseguir la independencia energética.
P.- ¿La UE puede depender de sí misma a medio plazo energéticamente hablando?
R.- A medio plazo no lo vemos posible, teniendo en cuenta el ritmo de desarrollo de los proyectos que comentábamos antes, pero a largo plazo si es un objetivo alcanzable, mediante las energías renovables, el almacenamiento con baterías e hidrógeno verde y la hibridación de varias de estas tecnologías.
P.- ¿Merece una revisión el papel de las nucleares en Europa tras la crisis?
R.- Sin duda la situación actual era impensable hace tan solo unos meses. Este cambio de paradigma sobre el futuro energético hará replantear el papel que la energía nuclear puede jugar. Si bien la construcción de nuevas plantas nucleares no tiene sentido en España, sí lo tiene para Francia. Es posible que algunos cierres de nucleares se pospongan unos años más.
P.- ¿Tiene sentido seguir ligando el precio del gas a la electricidad en un contexto como el actual?
R.- El sistema marginalista de los mercados de electricidad en Europa es el más eficiente y lleva funcionando satisfactoriamente desde hace muchos años, superando todo tipo de crisis y de cambios en los mix de generación. Creo que, en vez de cambiar las reglas del mercado, que repercutiría en una percepción de inseguridad regulatoria de cara a los inversores, lo que tiene más sentido es atacar la raíz del problema y preguntarnos si, por ejemplo, la generación de electricidad con gas natural debe pagar derechos de emisión de CO2, que es una carga que nos hemos autoimpuesto en la Unión Europea, en una situación crítica como la actual. Ya hemos propuesto en varios foros que lo que tendría sentido en esta situación es una moratoria de los derechos de CO2 para la generación con gas de ciclos combinados y cogeneración.
P.- Estados Unidos y Reino Unido han decidido lanzar un órdago a Rusia y no comprarán materias primas… ¿se puede permitir el lujo Europa de prescindir?
R.- En 2022 podemos decir que es imposible. Lo que está planteando ahora al Unión Europea es reducir en dos tercios las importaciones de gas desde Rusia y esto se plantea acelerando mucho la implantación de energías renovables y del hidrógeno verde, otros proveedores, además del aumento de la eficiencia energética.
P.- Borrell o Timmermans abogan por utilizar menos calefacción… ¿es un mensaje real?
R.- La reducción del consumo y el aumento de la eficiencia pueden llegar a tener un impacto importante a la hora de conseguir reducir las importaciones de energía y aumentar la independencia energética. El mensaje es real, hay que ahorrar combustible por todas las vías posibles, incluso con el cierre de fábricas como pasó hace dos años con el covid.
P.- Estados Unidos se abre a la posibilidad de llegar a acuerdos con Venezuela, ¿cambiaría mucho el panorama actual?
R.- Si se levantaran por completo las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2019, Venezuela podría llegar a estar entre los quince principales productores de petróleo a nivel mundial. No obstante, no será fácil este aumento por el estado de deterioro de las infraestructuras. El panorama cambiaría con el aumento de la producción del resto de productores de petróleo.
P.- ¿Qué más puede hacer la OPEP para frenar el precio del petróleo?
R.- La OPEP ya ha dicho que no es posible reemplazar todo el petróleo exportado por Rusia, y ya estaba tomada la decisión de aumentar la producción a partir de abril. El precio continuará muy tensionado a merced de la evolución de la demanda y la oferta. Si la oferta se reduce por las prohibiciones de importar desde Rusia y la demanda no disminuye, los precios no bajarán. Hay que tener en cuenta que esta situación puede provocar una nueva crisis a nivel mundial con la correspondiente bajada del consumo.
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