Europa busca hacerse hueco en el nuevo orden mundial. El conflicto bélico, iniciado por Rusia con la invasión de Ucrania, ha puesto de manifiesto la necesidad de la Unión Europea de no depender de otros socios. La asociación de los 27 ha tenido que estrechar lazos con otras potencias como Estados Unidos, China o Rusia en diferentes sectores estratégicos. Si bien la UE ha intentado tener la suficiente fuerza para ser una verdadera potencia con relativa independencia, la guerra ha acelerado sus planes.
La condición de isla energética que tiene Europa ha provocado durante décadas que las grandes potencias tuvieran que claudicar ante países con poder energético como Estados Unidos, los del Golfo Pérsico o Rusia. De hecho, Alemania tenía todo preparado para poner en funcionamiento el Nord Stream 2, que dotaría de gas a gran escala para no tener problemas de suministro. Con el escenario de escasez de gas o de petróleo por el cierre del grifo por parte de Rusia, la Comisión Europea ha contragolpeado y va a hacer un importante esfuerzo por acelerar la llegada de las energías renovables para suplir hasta el 66% del gas de Putin.
"En Europa ya se estaba apostando por impulsar el desarrollo de las energías renovables, fundamentalmente enfocándose en el objetivo de reducir las emisiones de gases contaminantes, y hemos tenido que llegar a una situación límite como la actual para valorar también la importancia de estas tecnologías para conseguir la independencia energética", señala Antonio Delgado Rigal, CEO de Aleasoft.
Protección de datos
Los datos de los ciudadanos es otra de las grandes batallas que libra Europa frente al resto de potencias mundiales. Mientras China ya es la líder indiscutible de la inteligencia artificial y amenaza el reinado de Estados Unidos en la tecnología, la UE quiere protegerse de que las grandes multinacionales se lleven el bien más preciado: la protección de sus ciudadanos en los nuevos tiempos. Empresas como Meta (matriz de Facebook) han reiterado su deseo de llevarse los datos hacia EEUU para poder explotarlos, algo que Bruselas le ha negado constantemente.
"Facebook ha reconocido que los cambios en la configuración de la privacidad van a afectar de forma negativa a sus ingresos. Y es que, en muchos casos, ya no podrán rastrear cómo se mueven sus usuarios por internet y vender esos datos a terceros, como los anunciantes, que utilizan este tipo de información para colocar anuncios dirigidos", señala Frank Thormann, gestor de fondos de renta variable global, de Schroders.
Las empresas europeas también han defendido la posición de la Unión Europea respecto a la privacidad de los datos de los ciudadanos ya que las corporaciones estadounidenses gozarían de posición privilegiada frente a las del Viejo Continente. Telefónica, por ejemplo, ha sido una de las grandes tecnológicas que más han alzado la voz y su presidente, José María Álvarez-Pallete, ha sostenido en muchas ocasiones la importancia de preservar la privacidad de los ciudadanos europeos. "Tenemos derecho a saber quién los utiliza y cómo, cuánto valen y quién se beneficia de su valor", dijo en la apertura del Mobile World Congress.
La defensa de la paz
Europa también ha dado un giro de 180 grados en su política de Defensa. Desde la II Guerra Mundial hasta nuestros días, los grandes países europeos han ido disminuyendo sus partidas a los diferentes ministerios de Defensa para crecer en otros sectores. La creación de la OTAN, con Estados Unidos como gran aliado, parecía más que suficiente.
Pero la amenaza rusa ha puesto en alerta a las potencias europeas y países como Francia o Alemania han avanzado que incrementarán sus presupuestos en su ejército. El país centroeuropeo destinará casi 200.000 millones de euros en Defensa, acercándose al 2% de su PIB, tal y como recomienda la propia OTAN.
Pedro Sánchez, que era contrario a aumentar los presupuestos del ejército hasta hace poco, ha defendido la idea de que Europa ha de ampliar la cantidad anual para Defensa. "Hay que velar por la defensa de la paz y eso se consigue con un aumento de los presupuestos", dijo el presidente este viernes durante el encuentro con sus colegas de Italia, Portugal y Grecia. El líder también se ha comprometido a destinar el 2% del PIB español a esta materia, lo que supondría un crecimiento del 1,1% respecto a los últimos Presupuestos Generales (123.000 millones).
La política monetaria, a dos ritmos
También se están viendo diferencias entre EEUU y la Unión Europea en la cuestión de política monetaria. La proximidad de la UE al conflicto de Rusia y Ucrania y la exposición de muchos de los países europeos a esta guerra hace que el discurso del Banco Central Europeo (BCE) sea diferente al de la Reserva Federal de EEUU (Fed). Ambos organismos hicieron hincapié en la tragedia de la invasión de Ucrania.
En la reunión del pasado 10 de marzo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, dio mucho más peso al conflicto, a vigilar el impacto que iba a tener en la economía europea. Por otro lado, Jerome Powell, el presidente de la Fed, se centró más en la inflación en su comparecencia del 16 de marzo tras el encuentro del Comité. A pesar de que la preocupación por la inflación ya existía antes del conflicto, se incrementó con el dato de febrero que fue del 7,9%, su nivel más alto desde 1982. Pero al estallar la guerra, los analistas pensaron que la subida de tipos iba a ser más discreta o por lo menos que no se realizarían en todas las reuniones. Pero, no fue así, la Fed anunció una subida de tipos y anticipó seis más en este año. Les ha incomodado más la inflación que el conflicto y la posible ralentización de la economía.
Por su parte, el BCE no subió tipos, aunque sí que aceleró el calendario de retirada de su programa de compras por miedo a que la guerra haga que la inflación sea más alta (cerró febrero en el 5,9%). Keith Wade, economista jefe de Schroders, asegura que el mercado ya descontaba que el organismo europeo se mostrara más moderado: “Lo ocurrido durante estas últimas semanas ha reforzado nuestra convicción de que el BCE no subirá los tipos durante este año y mantendrá el QE”.
Paolo Zanghieri, economista sénior de Generali Investments, asegura que la Fed reforzó su compromiso con la lucha contra la inflación. El comunicado de prensa reflejó el inicio de la normalización de una economía sólida, en la que el empleo goza de un importante impulso. “Se han suprimido las referencias a los riesgos relacionados con las nuevas oleadas de virus, sustituyéndolas por el reconocimiento de la incierta situación tras la invasión rusa de Ucrania y los riesgos para la inflación”, apunta.
Gilles Seurat, gestor de multiactivos de La Française AM, explica que, de momento, se ha visto que el principal mensaje de la Fed y el BCE es que quieren salir del terreno acomodaticio. La Fed quiere recuperar el nivel del tipo de interés de los fondos federales anterior a la pandemia. En cuanto al BCE, deshacerse de los tipos negativos parece ser su objetivo. “Ambas decisiones parecen razonables”, puntualiza Seurat.
La inflación se situará en niveles más elevados en EEUU que en la UE, ya que incorpora un mayor peso de los bienes inmuebles denominados refugio.Por otro lado, no cabe duda de que se producirán efectos de segunda ronda. Por ejemplo, el aumento de los precios del petróleo provocará un incremento de los costes logísticos que afectará a los bienes de consumo en los próximos trimestres. Sin embargo, “esperamos que los efectos básicos negativos eclipsen los efectos de segunda ronda”, señala.
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