Marta Ortega toma este viernes oficialmente las riendas de Inditex. La salida de Pablo Isla de la compañía tras 17 años coloca a la hija del fundador al frente del gigante textil en un momento especialmente delicado por el aumento de los costes y los problemas de suministro. Sin funciones ejecutivas, tendrá a su lado para pilotar la nueva etapa al consejero delegado Óscar García Maceiras que accedió al puesto en noviembre.
Isla ha dejado el pabellón muy alto, con la matriz de Zara, Berskha o Stradivarius en lo más alto del negocio de la moda a nivel mundial. Y el reto es hacer que la empresa que también reúne marcas como Pull&Bear, Massimo Dutti u Oysho siga navegando y se recupere definitivamente del golpe provocado por la pandemia sin generar dudas a los inversores. La acción cayó este jueves un 5% e Iberdrola desbancó al gigante textil el primer puesto del Ibex-35.
Aunque la guerra de Ucrania y el cierre temporal de sus 502 tiendas en Rusia -segundo mercado por beneficios- marcan el traspaso de poderes, "lo sustancial y lo importante es saber qué va a pasar con un modelo de negocio que cada vez está más agotado", dice Laureano Turienzo, fundador de la Asociación Española del Retail (AER). "La moda rápida tiene muchas grietas que tienen que ver con el medio ambiente y lo importante es saber hacia dónde va a viajar el modelo", abunda.
A sus 38 años, Marta Ortega tendrá bajo sus atribuciones las áreas de auditoría interna, secretaría general y del consejo y el departamento de comunicación, con un salario anual de 1 millón de euros. Y uno de sus grandes retos será profundizar en la estrategia verde de la empresa para adaptar el modelo a los hábitos de consumo que están por venir.
La denominada moda exprés -Inditex tiene más de 30 colecciones al año- está en el punto de mira de las autoridades y una parte de los consumidores cada vez premia más las prendas de producción sostenible. "Ir hacia una moda más sostenible significa cambiar toda la estrategia y la estructura. Es un reto sustancial", añade Turienzo.
La Unión Europea y España tienen en marcha ya batería de normativas medioambientales que tocarán de lleno a la industria textil, la segunda más contaminante según las Naciones Unidas. La intención manifestada ya por el gigante textil es ser una empresa con cero emisiones netas en el año 2040, diez años antes de lo inicialmente marcado. Y ha adelantado a 2023 el objetivo de usar solamente algodón más sostenible.
"La sostenibilidad es uno de los ejes vertebradores de nuestro modelo de negocio", afirma la empresa en su última memoria anual. En este sentido, Inditex ha impulsado la etiqueta Join Life, con la que marca las prendas hechas con materiales sostenibles y que pretende que represente más del 50% de las ventas en 2022.
Pero cualquier giro verde exige ingentes cantidades de gasto adicional en una coyuntura especialmente crítica y con la inflación disparada. "Marta Ortega coge la empresa en el momento más delicado de la historia, en plena postpandemia, con una crisis económica brutal y unos incrementos de costes (materia prima, logísticos, energéticos, salariales…) que hace muy complicado obtener márgenes", subraya Eduardo Zamácola, presidente de la Asociación Empresarial del Comercio Textil, Complementos y Piel (Acotex).
El principal rival de Inditex, el grupo sueco H&M se hundía este jueves cerca de un 10% en bolsa tras los resultados de su primer trimestre fiscal, que reflejan un retroceso del 88% respecto a la recuperación de los niveles anteriores a la crisis sanitaria, con apenas 21 millones de euros de beneficio. De hecho, la empresa reconoce haber registrado un fuerte alza de costes que ha reducido notablemente la rentabilidad de sus operaciones.
En el ámbito digital, la estrategia de integración total entre canal físico y el online desarrollada durante la última década por Isla (13.000 millones de inversión desde 2012) hace partir con ventaja a Ortega en la carrera frente a otros competidores. Y la voluntad expresada por la empresa es seguir creciendo en ese segmento. Según los últimos resultados, la venta online creció en 2021 hasta los 7.500 millones de euros y supone ya el 25,5% del total.
En todo caso, añade Turienzo, "las tiendas físicas de Zara siguen vendiendo y son su valor diferencial". La compañía ha apostado por un proceso de concentración de establecimientos con el cierre de unos mil para quedarse con los de mayor tamaño, que funcionan como una especie de centros logísticos que permiten optimizar la venta por internet. "El día en que empiecen a cerrar muchas tiendas será el fin de Zara", concluye el presidente de la AER.
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