La crisis energética, derivada de la guerra en Ucrania, va dibujando progresivamente un cuadro de color oscuro casi negro. España ha tenido (o tiene) que hacer frente de una subida de precios de carburantes, de gas y de electricidad sin precedentes, lo que se ha traducido en una inflación, que de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) está en el 9,7%.
El encarecimiento de la energía es la principal culpable de que el IPC se haya desbocado, que provocó en una estabilidad empresarial con cierres de empresas y, sobre todo, con un paro de transportistas que imposibilitó que varios sectores de la cadena de alimentación cerrase sus puertas de fábricas o cultivos. Fue el caso de Danone, Heineken o Estrella de Galicia que pararon las máquinas ante la imposibilidad de recibir materia prima para elaborar sus productos.
El parón de marzo, junto a enero y febrero en los que ya se apreciaban cierta ralentización empresarial a consecuencia del alto precio de los productos energéticos, se ha traducido en una menor demanda eléctrica durante el primer trimestre de 2022 respecto al año anterior, e incluso, menor al mismo período de tiempo de 2020, marcado por la pandemia en el que la actividad económica quedó relegada a lo meramente esencial.
Un mes con menos demanda eléctrica
La demanda eléctrica nacional del mes de marzo se estima en 21.487 GWh, un 1,5% inferior a la registrada en el mismo mes de 2021, de acuerdo a los datos oficiales de Red Eléctrica. En los tres primeros meses de 2022, la demanda se estima en 64.339 GWh, un 2,4% menos que en el mismo periodo de 2021. De nuevo, una vez corregida la influencia del calendario y las temperaturas, la demanda es un 2,3% inferior a la registrada en el año anterior. De hecho, para encontrar unas cifras similares, tenemos que excavar hasta otra de las peores crisis de la historia, como lo fue la de 2008.
Estas cifras, como se mencionaba anteriormente, son inferiores a los datos del pasado 2020, marcado por el inicio de la pandemia. En concreto, aquel año se demandó un total de 65.734 GWh, a pesar de que la última quincena de marzo la actividad económica estuvo casi parada. De hecho, las cifras de marzo de 2020 y 2022 son muy parecidas y tan solo se han consumido 1.000 GWh más que el año en el que el coronavirus hizo acto de presencia en nuestras vidas.
Con la menor demanda eléctrica, por tanto, todo hace indicar que la economía ya se prepara para sufrir otro frenazo. Y es que, esta variable es una de las más utilizadas por los analistas y expertos económicos para predecir el comportamiento financiero de un país. Conociendo qué cantidad de energía se está demandando por la industria se puede entender que, si baja, es que se están produciendo menos, por lo que es habitual predecir que los bienes finales de futuros PIB serán inferiores.
Previsiones macro
La guerra en Ucrania, y el incremento en los precios energéticos, que han derivado en un alza generalizado en los precios, ha provocado que las previsiones de crecimiento que tenía España vayan a tener que ser modificadas. En este sentido, el Ejecutivo ya trabaja en unas actualizaciones que serán presentadas en las próximas semanas, con una inflación que se espera rebase el 10% a finales del presente abril.
La vicepresidenta de Asuntos Económicos del Gobierno, Nadia Calviño, afirmó este mismo lunes que, de acuerdo con la previsión "generalizada" de distintos organismos, la guerra en Ucrania ralentizará la "fuerte" recuperación económica, pero no la pondrá en "peligro" ni derivará en una recesión.
El Gobierno no será el único en retocar las previsiones para este año y el Banco de España va a retocar este martes sus cifras estimadas para el cierre de 2022. Funcas, por ejemplo, recortó la previsión de crecimiento de la economía española para este año hasta el 4,2%, 1,4 puntos menos de lo esperado en enero, al tiempo que ha revisado al alza la estimación de inflación hasta el 6,8% de media anual.
La subida de precios reducirá la renta disponible de los hogares en términos reales, frenando el crecimiento del consumo y la inversión residencial, mientras que el contexto externo conduce a un menor crecimiento de la inversión en equipo y de los mercados de exportación, según las previsiones para España 2022-2023.
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