Nueva reunión del Banco Central Europeo, la segunda que se celebra durante la invasión de Ucrania. De este encuentro no se esperan grandes cambios, pero sí que se vea como el organismo monetario está más preocupado por controlar la inflación, que se situó en marzo en el 7,5%, que por el crecimiento de la zona euro, tal y como se mostró en las actas de la última reunión. El mercado descarta en esta reunión subida de tipos, pero cobra más fuerza la idea de que antes de que acabe el año habrá un aumento.
Más allá de los tipos, también se descarta que el BCE vaya a tomar decisiones de política monetaria significativa. No obstante, si hubiera alguna decisión importante, el mercado no podría digerirlo más que unas horas, las del jueves por la tarde, ya que el viernes y el lunes, las bolsas europeas permanecerán cerradas por Semana Santa.
Para Pietro Baffico, economista de abrdn, el BCE se encuentra entre la espada y la pared, ya que tiene que encontrar el equilibrio para gestionar el aumento de la inflación con los riesgos a la baja para el crecimiento y a lo que se suma la incertidumbre económica que sigue siendo alta, alimentada por la invasión rusa de Ucrania y por las sanciones de la UE. Baffico ve la posibilidad de que Lagarde mantenga un tono agresivo, “haciendo hincapié en la posibilidad de seguir adelante y señalando futuras revisiones de las compras netas, posiblemente para que terminen antes de septiembre, con el fin de ampliar el margen para una primera subida de tipos”.
En ese tono agresivo coincide Giles Seurat, gestor de fondos de renta fija y activos cruzados de La Française AM. Seurat apunta que en esta reunión se podría ver una postura más ‘hawkish’ (agresiva) del BCE debido a que las presiones inflacionistas son muy fuertes y el mercado laboral está muy ajustado, con la tasa de desempleo en un mínimo histórico. “La pieza que falta es la de los salarios, de la que desgraciadamente se carece de datos recientes”, puntualiza Seurat.
Konstantin Veit, gestor de Carteras en Pimco, explica que el organismo continuará el proceso de normalización de la política monetaria con políticas fiscales específicas encargadas de apoyar la demanda privada, “a menos que la situación económica se deteriore notablemente”. Veit cree que no se tomarán decisiones importantes, una afirmación con la que se muestra de acuerdo Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro, que explica que es probable que señale una nueva "normalización" de sus compras de activos mientras se prepara para subir los tipos de interés a finales de este año con una inflación elevada”.
En esta reunión se podría ver una postura más ‘hawkish’ (agresiva) del BCE debido a que las presiones inflacionistas son muy fuertes
A corto y medio plazo, “el BCE tendrá como objetivo poner fin a las compras netas de activos y volver a un tipo de interés oficial cero, con poca ambición más allá de eso”, apunta Konstantin Veit. A medio y largo plazo, asegura que sigue existiendo una gran incertidumbre sobre cuál podría ser el tipo de interés neutral para la zona del euro, “pero todo lo que esté significativamente por encima del 1% parece menos plausible en comparación con otras jurisdicciones de mercados desarrollados, como Reino Unido o Estados Unidos”. Por lo tanto, resume que la valoración actual del mercado de un ciclo de tipos de interés de 180 puntos básicos “podría sugerir un territorio de política marginalmente restrictiva para el BCE”.
Los analistas de Deutsche Bank señalan que los programas de liquidez que introdujo el BCE durante la pasada crisis para apoyar el mecanismo de transmisión monetaria, la estabilidad del mercado y, por último, la economía “pueden utilizarse ahora para afinar los ajustes de la política monetaria hacia una orientación más restrictiva”. Además, recuerdan que a pesar de que en la rueda de prensa del 10 de marzo se insistió varias veces en la incertidumbre de la trayectoria de la inflación, la probabilidad de una subida de tipos en el segundo semestre del año ha aumentado con fuerza. “Las recientes decisiones sobre un tapering más rápido dan margen al BCE para un enfoque más flexible y allanan el camino a una subida de los tipos en la segunda mitad de 2022”, aseguran.
Thomas Hempell, jefe de análisis macro y de mercado en Generali Investments Partners, señala que la guerra de Rusia contra Ucrania ha puesto al BCE en un dilema. Por un lado, la subida vertiginosa de los precios de la energía y las materias primas se suma a la ya elevada presión inflacionista, que persistirá. “La presión inflacionista no va a cesar y con un mercado laboral en buena forma, vemos la posibilidad de que los salarios aumenten considerablemente”, apunta Hempell. No obstante, avisa de una fuerte desaceleración que “justifica más bien una flexibilización de la política económica que un endurecimiento de la misma”.
En este dilema, Hempell espera que el BCE actúe con cautela. “Es probable que ponga fin a sus compras del QE en el tercer trimestre, pero sólo actuará en diciembre (con una subida de 25 puntos básicos), cuando la actividad vuelva a mejorar y se materialicen las expectativas de aumento de los salarios”, señala. Será a partir de ese momento cuando esperan una normalización moderada de la política monetaria. “Los riesgos se inclinan claramente hacia una primera subida más temprana, por ejemplo, debido al desanclaje de las expectativas de inflación”, puntualiza. Por el contrario, los obstáculos para no actuar o incluso para prolongar el QE son elevados. “En nuestra opinión, se necesitaría una profunda recesión para impedir que el BCE reaccionara ante el cambio sustancial del entorno de la inflación”, apunta Hempell.
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