El vertiginoso ascenso de la inflación está afectando directamente a la capacidad de compra de los hogares españoles, que ahora pueden adquirir menos bienes y servicios con los mismos ahorros. Frente a hace un año, la cesta de la compra es un 9,8% más cara, un incremento no visto desde hace 37 años. Los precios no han dejado de subir desde enero de 2021 y eso está perjudicando especialmente a aquellos con menores ingresos, que deben emplear un porcentaje mayor de su renta a la energía.
La guerra en Ucrania tendrá consecuencias en el crecimiento del producto interior bruto (PIB) español de este año, ya que varios aspectos que la rodean afectan negativamente al consumo privado: de la pérdida de poder adquisitivo que provoca el incremento de los precios a los problemas de suministro y la creciente incertidumbre. Mientras, los salarios continúan estables. Las revisiones de los convenios apenas los aumentaron un 2% en enero y febrero y un 1,47% a lo largo del año pasado.
En entornos de esta naturaleza, hogares y empresas tienden a posponer sus decisiones de gasto. Pero no tiene por qué ser necesariamente así, por eso, el Banco de España estima que medio punto de crecimiento de PIB estará condicionado por cómo de rápido gasten los españoles sus ahorros. En el escenario central, la institución estima que el país avanzará un 4,5% este 2022, pero podría rozar el 5% si el desembolso es algo mayor. Este es otro de los supuestos que contempla.
De toda la bolsa de ahorro acumulada por los hogares desde el comienzo de la pandemia, el Banco prevé que los españoles gasten un tercio este año, en cuyo caso el país crecería ese 4,5%. De desembolsar dos tercios, el avance sería casi 0,5 puntos superior en 2022, y 0,2 mayor en 2023, año para el que el organismo pronostica un crecimiento del 2,9% según los cálculos que publicó este miércoles.
Otro posible escenario contempla que los empresarios y trabajadores suban salarios para neutralizar el impacto de la subida de los precios de la energía, llevando a una espiral de inflación que, por lo pronto, llevaría la inflación al 9,8% este año, y alrededor del 2,7% en 2023. El Banco no alcanza a pronosticar en qué medida esa subida de los precios provocaría a su vez más alzas, ni entra a opinar en qué debería hacerse para frenar esta posible espiral.
La previsión de crecimiento de este mismo año, que el Banco de España ha recortado del 5,4% al 4,5%, ya se ha visto afectada por el impacto del consumo, por la inflación, por la merma en la confianza, por los cuellos de botella. Concretamente, el aumento de los precios de la energía y en general la inflación han restado 0,7 puntos al crecimiento del PIB que estaba previsto; la menor confianza y la incertidumbre, lo han rebajado en 0,6 puntos, y los cuellos de botella, en 0,5 puntos.
Esos elementos negativos, junto a otros positivos como los errores en la contabilidad del INE, que han sumado casi un punto más al crecimiento que la institución esperaba en diciembre (0,8 puntos) y las medidas fiscales aprobadas para hacer frente a la crisis, como la rebaja del precio de la gasolina, que han contribuido a subirlo 0,2 puntos, han llevado a disminuir la previsión del avance del PIB español del 5,4% al 4,5% en solo tres meses.
El Gobierno actualmente espera que el PIB español avance un 7% este 2022, pero previsiblemente revisará a la baja este pronóstico a finales del mes de abril, cuando debe enviar a la Comisión Europea su Programa de Estabilidad. Habitualmente, y salvo excepciones, el Ejecutivo solo hace públicas dos veces al año sus previsiones macroeconómicas, en abril y en octubre, cuando presenta los Presupuestos Generales del Estado del siguiente ejercicio. En 2021, en PIB sumó un 5,1%, aunque el Gobierno estimaba que sería un 6,5%, y en 2020 cayó un 10,8% por la pandemia del coronavirus.
De cara a 2023, el Banco espera que la energía y la inflación sigan pesando en las cuentas públicas, lo que le obliga a rebajar en 0,7 puntos el crecimiento que estimaba en diciembre, del 3,9%. Lo mismo sucede con los cuellos de botella, que restan 0,3 puntos a la previsión inicial. Del lado positivo, cree que la confianza será mayor que la esperada, y el conjunto lleva al supervisor a pensar que en 2023 el PIB español sumará un 2,9%.
Sin embargo y en sentido contrario, en 2024 la previsión era de un crecimiento del PIB del 1,8%, y ahora es del 2,5%. El Banco cree que España crecerá más de lo que pensaba sobre todo gracias a que calcula que los precios se relajarán (suma 0,5 puntos), la confianza mejorará (+0,1), los mercados exteriores estarán en una mejor situación (+0,1) y los factores financieros también estarán en positivo (0,1).
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