Ya hay acuerdo. Tras semanas en las que las instituciones y los principales servicios de análisis no se atrevían a emitir previsiones macroeconómicas por la incertidumbre que generaba la guerra en Ucrania, ahora todos han publicado sus nuevos pronósticos, y los informes son claros. La inflación media de este 2022 en España se situará alrededor del 7%, muy por encima del 3,1% registrado en 2021 -en 2020 los precios disminuyeron un 0,3%-.
El último ha sido el Fondo Monetario Internacional (FMI), apuntando a un crecimiento de los precios del 5,3% para este año, mientras que el Banco de España cree que los precios aumentarán este año un 7,5%.
Sin embargo, los mismos organismos están de acuerdo en que los precios abandonarán esa abrupta subida en 2023, situando el IPC medio de ese año alrededor del 1% -1,3% el FMI, 2% el BdE-, a pesar de que estiman que el coste de la energía continuará siendo especialmente alto y a que, en muchos casos, los factores que han impulsado la alta inflación -ahora del 9,8%, algo no visto desde 1985- continuarán coleando el próximo ejercicio. ¿A qué se debe?
Precios altos a nivel mundial
Para empezar hay que apuntar que esta distensión en la inflación no va a tener lugar exclusivamente en España, sino a nivel mundial. En 2022, el FMI espera que la inflación media de las economías avanzadas se sitúe en el 5,7%; 8,7% en las emergentes, respectivamente 1,8 y 2,8 puntos por encima de lo que estimaba en enero. Sin embargo, en 2023 espera que en las economías avanzadas sea del 2,5% y del 6,5% en las emergentes.
"En ese sentido, se espera que la inflación continúe elevada durante más tiempo del que esperábamos en el anterior informe. El conflicto probablemente tendrá un prolongado impacto en los precios de los productos básicos, afectando a los del gas y del petróleo más duramente en 2022 y a los precios de los alimentos hasta bien avanzado 2023, por el efecto retardado de las cosechas", expone el FMI.
Pero, ¿cuáles son las razones detrás de la elevada inflación? Sobre todo, el impacto de la guerra en Ucrania y las presiones de los precios, que ya estaban altos, y se han generalizado. En Europa, la culpa de la subida de los precios la tiene la energía, sobre todo la subida de los precios del petróleo y del gas, que reflejan que el suministro de combustibles fósiles es ajustado en el continente.
"Los aumentos (de los costes de la energía) han sido el principal impulsor de la inflación en Europa y, en menor medida, en EEUU. En cambio, en la mayoría de países emergentes y en desarrollo la subida de los precios de los alimentos ha jugado también un papel significativo, ya que el mal tiempo ha golpeado a las cosechas y el aumento del precio del petróleo y del gas ha disparado el coste del fertilizante", recoge el informe económico mundial del FMI, recién publicado.
En cambio, en países de bajos ingresos donde el trigo y el maíz son una parte importante de la dieta, sobre todo en el África Subsahariana, han visto como la inflación ha estado impulsada casi totalmente por la subida de los precios de los alimentos.
En cualquier caso, lo que el informe deja claro es que los precios dejarán de subir tan bruscamente para encaminarse a alzas mucho más moderadas en 2023. La inflación de la eurozona se relajará hasta el 2,3% el próximo año frente al 5,3% del actual, en Bélgica pasará del 8% al 1,3%; en Francia, del 4,1% al 1,8%, incluso en Estados Unidos caerá al 2,9% frente al 7,7% de 2021.
La pandemia
No hay que olvidar que parte de la inflación actual tiene que ver con la pandemia. Tras un parón importante de la actividad mundial en 2020, durante la peor parte de la crisis del coronavirus, la demanda de todo tipo de productos creció rápidamente en 2021 y se generaron problemas para atender en el plano logístico y de producción toda esa demanda.
Aún había fábricas cerradas, restricciones en puertos, algunas rutas marítimas estaban saturadas, faltaban contenedores, y escaseaban también los trabajadores por las cuarentenas por el virus. Por eso, la inflación subyacente, la que no tiene en cuenta los precios de la energía ni de los alimentos, al considerarlos más volátiles, ha sobrepasado las cifras prepandemia en la mayoría de las economías, y ha subido más donde la recuperación ha sido más fuerte.
A la vez, a raíz de las restricciones derivadas de la pandemia los consumidores no pudieron acceder a aquellos servicios que se disfrutan en persona como conciertos, cine, teatro, viajes… y gastaron más dinero en bienes físicos, lo que añadió más presión a los precios de los bienes. Y, por ahora, aún no se han recuperado los patrones de gasto prepandemia. Dado que el impacto del virus en todo el mundo está mitigando, el FMI espera que la demanda de servicios se recupere, y que la cesta de consumo vuelva a la configuración que tenía antes de que el coronavirus llegase a nuestras vidas.
La escasez de trabajadores
Otro factor importante que ha contribuido a impulsar los precios este año es la falta de mano de obra, sobre todo en EEUU y Reino Unido. Esta carencia ha llevado a que se incrementen lo sueldos, aunque no lo suficiente para compensar el repunte de la inflación, que ha crecido más que los salarios.
En principio el FMI atribuye este fenómeno a la reticencia o incapacidad de muchos trabajadores para volver a trabajar mientras la pandemia continúa afectando a sus vidas, y también a jubilaciones que se han producido antes de lo esperado. Además, en algunos casos, aunque los trabajadores han vuelto a trabajar, lo están haciendo durante menos horas para atender necesidades familiares.
Aun así, el organismo espera que este suministro de trabajadores mejore a lo largo del año conforme la crisis remite, haya menos personas enfermas, y por tanto, a las que cuidar, y los ahorros de quienes han decidido tomarse un tiempo se acaban. Es otro factor que a nivel internacional el organismo espera que se revierta en 2023.
La retirada de estímulos y la subida de tipos
En 2023, el FMI espera que la inflación se relaje, algo en lo que tendrá un papel importante la moderación de la recuperación pero también la retirada de los estímulos por parte de las instituciones. "Los datos sugieren que endurecimiento y el cambio en la postura del banco central en los últimos meses se ven como suficientes para domar la inflación a medio plazo", constata.
Las expectativas a medio plazo, en cualquier caso, están muy ligadas al desarrollo del conflicto en Ucrania, ya que los precios y los salarios se deberían ajustar a cómo avancen los precios de los bienes y los problemas de suministro, y la falta de mano de obra.
Sin embargo, y a pesar de que se espera que los problemas de suministro también se mitiguen, los nuevos aislamientos en China por su estrategia de Covid cero, la guerra en Ucrania y las sanciones en Rusia van a llevar a que continúen produciéndose problemas en algunos sectores en 2023.
La incertidumbre
Este conjunto de factores impulsan al Fondo Monetario a ser optimista con respecto a sus perspectivas de precios al consumo, "incluso si la inflación alta continúa durante más tiempo del que se pensaba", como sucede ahora . Si todo sale bien.
Ese es el riesgo: la incertidumbre. "La previsión de inflación está sujeta a una alta incertidumbre, principalmente ligada a la guerra, la pandemia, y las consiguientes implicaciones para los precios de los bienes y para la producción", establece. Así, si continúan durante más de lo previsto los problemas de suministro porque el conflicto se alargue o porque aparezcan nuevas complicaciones ligadas a la pandemia subirían los costes... lo que podría llevar, de nuevo, a revisar las previsiones.
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