Hace poco más de un año se supo que Indra relevaba al anterior presidente, Fernando Abril-Martorell, por Marc Murtra. La reacción del mercado fue desalentadora: en dos jornadas, previas a la toma de posesión del nuevo presidente no ejecutivo, la cotización se desplomó un 13%, y saltaron ciertas alarmas.
Se criticó la politización de la medida. Se llegó a sugerir que podría perderse la cota de los 7 euros por título. Fue un jarro de agua fría de los mercados, que venían aupando a Indra después de rebotar desde sus mínimos (casi) históricos, en octubre de 2020, cuando tocó los 5,90 euros. Ahora, a las puertas de la Junta de Accionistas del 23 de junio, Indra llega con una cotización superior a los 10 euros. Desde que llegó Murtra, un 32% al alza.
La compañía ha dado carpetazo al merodeo por zona de mínimos y está cerca de los 2.000 millones de euros de valor de mercado. Conviene recordar que, en los tiempos previos a la pandemia, inversores como George Soros tenían posiciones cortas sobre el valor por un perímetro que rondaba el 1% del capital. Hoy, no hay cortos sobre la acción destacables e Indra es vista por el mercado como una compañía estratégica tanto para España como para la defensa internacional.
De momento, algunas firmas como Renta 4 le otorgan más del 25% de recorrido al alza, hasta 12,5 euros, que situarían la valoración en los 2.200 millones de euros. Lejos quedaban los tiempos de octubre 2020, en los que la propia R4 destacaba la depresión del valor, “debido a la ausencia de crecimiento de ingresos y a la presión competitiva, que ha reducido los márgenes operativos”. Entonces, la valoración quedaba fijada en 9,9 euros, frente a los 12,5 actuales.
Otras casas de análisis como Bankinter también se han subido a la oleada alcista. Tras los resultados del primer trimestre de este año, destacaban hace un mes que “la cartera de pedidos se coloca en 5.987 millones de euros (la cifra más elevada de su historia) y crece un +13% vs el mismo periodo del año anterior, apoyada principalmente por los contratos de Defensa y Seguridad”.
La deuda bajaba hasta los 215 millones, frente los 240 del trimestre anterior. Pero lo más importante: Indra ratificaba la consecución de los 3.550 millones de euros de ingresos para el ejercicio, que suponían un EBIT superior a los 270 millones de euros y un FCF de 170 millones de euros.
Según Bankinter, Indra tiene un 25% de exposición a la industria de Defensa. La Guerra de Ucrania y la inminente reunión de la OTAN en Madrid tendrá impacto en la cuenta de resultados a medio plazo, debido al incremento del gasto en Defensa por parte de los países de la UE. Eso repercutirá de manera positiva en las cifras de la compañía.
“Recordemos que la OTAN sugiere a los países miembros que dediquen un 2% de su PIB a gasto en Defensa y hoy por hoy la mayoría de los países de la UE se encuentran muy por debajo de esta cifra”, advierten en Bankinter.
Cuando la empresa tecnológica y de Defensa presentó estas cuentas trimestrales, el mercado se lo reconoció con una subida del 12% en Bolsa. Paliaba, de esta manera, la sorprendente caída sufrida apenas unos días antes, del 9%, ante la noticia de que la SEPI iba a aumentar su participación en la compañía.
Todas en manos públicas
Algo que no debería haber sorprendido tanto a los mercados, entre otras cosas porque es una situación institucionalizada en toda Europa. Las empresas de Defensa son absolutamente estratégicas y están controladas por los estados, ya que son vitales para proteger su integridad. Todo apunta a que el Gobierno hará crecer a Indra con adquisiciones y vigilará férreamente la estrella tecnológica de Defensa.
Estos grandes colosos de la Defensa europea están llamados a ser grandes protagonistas y los Gobiernos han tomado cartas en el asunto hace tiempo. En España, la SEPI tiene cerca del 25% del capital de Indra (objetivo declarado, el 28%), además de tener controlado otros paquetes de capital a través de empresas de armamento como Sapa Placencia. Por supuesto, como inversores privados están el fondo soberano noruego Norges, Blackrock, Goldman Sachs, Fidelity o T Rowe. La crema de la inversión internacional.
Modelo europeo
La francesa Thales tiene en manos del estado galo el 25% del capital y el 35% de los derechos de voto. Posee el 63% de sus ventas en el ámbito de la Defensa. Su CEO es Patrice Caine, alto funcionario galo, con presencia antaño en el Ejecutivo socialista de Lionel Jospin, en las secretarias de Estado de energía, finanzas e industria.
En la italiana aeroespacial Leonardo, controlada al 30% por el estado, su principal directivo es Alessandro Profumo, un banquero de exitosa trayectoria, aunque también controvertida, ya que pesan sobre él algunas condenas de los tiempos en los que presidió el Monte dei Paschi di Siena.
Por su lado, la alemana Hensoldt, está participada por el Gobierno germano desde diciembre de 2020. Controla aproximadamente un 25% del capital y es la antigua división de seguridad y electrónica de defensa de Airbus. Su principal ejecutivo es Thomas Muller, un ex militar que después tuvo una larga carrera en EADS y DASA.
La noruega Kongsberg, que suministra alta tecnología para defensa a las industrias aeroespacial, marina o defensa, tiene el 50,01% en propiedad del Ejecutivo escandinavo.
Todas, bajo la supervisión de sus Gobiernos y las que no lo estaban, ya lo están. Si hace unos años, la defensa parecía un asunto menor, está claro que ha pasado a ser absolutamente estratégica.
La próxima cumbre de la OTAN en Madrid será otro hito a seguir para los accionistas de la compañía. Se celebrará los próximos 29 y 30 de junio y, aunque físicamente se desarrollará en IFEMA, tendrá colapsada a la capital casi por completo, como reconocía su alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Participarán más de 40 países, con sus delegaciones y jefes de estado, así como representaciones de la Unión Europea o el Consejo Europeo. Está prevista la participación del mismísimo Joe Biden o incluso del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
En ella se quiere redefinir el papel de la organización y establecer posturas comunes de defensa y gasto militar. Una cuestión clave para las grandes corporaciones de Defensa internacionales.
Si hace apenas unos meses se decía de la OTAN que su existencia había dejado de tener sentido, ahora, en la Cumbre de Madrid, se relanzará su papel y sus objetivos. Será, sin duda, la entrada en el Siglo XXI de la organización de Defensa, a tenor de la inesperada escalada bélica.
Estas empresas de Defensa citadas, con capital público pero controladas por los estados de origen, serán una gran oportunidad de inversión. Lo saben de sobra los grandes inversores internacionales.
La crisis de Rusia y la posibilidad de nuevos conflictos bélicos en Europa del Norte, del Este o en Asia, han vuelto a poner de manifiesto la importancia de la Defensa. En términos militares y de ciberseguridad. La Defensa será un enorme vector de crecimiento.
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