Cuando la recuperación económica parecía que iba viento en popa tras el parón provocado por la pandemia, la sombra de una crisis vuelve a planear sobre Europa. La guerra de Ucrania y su dilatación, unida a la gran dependencia energética que el continente tiene de Rusia, están empujando de vuelta a los telediarios los tecnicismos económicos que solo aparecen cuando el panorama pinta mal. Cuatro meses después de que estallase el conflicto, la pregunta que ahora se hace la Unión es cómo enfrentarse a un posible recorte selectivo -o total- de gas por parte de Putin. Cuánto podrá soportarlo sin caer y arrastrar al resto de socios consigo.

Hasta principios de año, los organismos económicos esperaban que el PIB alemán creciese con vigor este año y el próximo -un 4% y un 3%, respectivamente-, dejando definitivamente atrás una pandemia que le llevó a retroceder un 4,6% en 2020 para después avanzar un 2,9% en 2021. Pero el propio Gobierno ha rebajado sus previsiones con el avance de los meses. En abril apuntaba a un crecimiento del 2,2% para este año. Hace cuatro semanas, el Bundesbank, el banco central alemán, hablaba de un 1,9%, muy lejos del 4,2% que estimaba en diciembre. Y la situación no ha hecho más que empeorar, con organismos señalando que el PIB alemán podría caer entre un 3 y un 6% ya en 2023.

La incertidumbre sobre cuánto más puede alargarse la guerra en Ucrania y qué decisión puede tomar Rusia con respecto al gas que exporta a Europa hace muy difícil prever cuál es el escenario más plausible, como explica el investigador principal del Real Instituto Elcano, Enrique Feás. "Mientras todo dependa de alguien como Putin o del precio de las materias primas, las predicciones se pueden hacer, pero tienen una horquilla de variabilidad enorme", zanja.

El temor principal ahora es que Rusia cierre el grifo del gas alemán puesto que se trata de un suministro energético vital para la principal economía europea. La gasística rusa Gazpron ya ha reducido al 60% el gas que envía a través del gaseoducto Nord Stream, en teoría por problemas técnicos con una turbina. A ese factor se sumará que el próximo 11 de julio el Nord Stream se secará durante dos semanas por mantenimiento. No deja de ser algo habitual, pero los economistas temen que Putin no lo vuelva a abrir.

La decisión resultaría dolorosa para Alemania, donde la mitad de las casas se calientan con su gas. Al inicio de la invasión de Ucrania, Alemania compraba a Rusia el 55% del gas que importaba. Ahora su dependencia es de un 35%, pero está intentando reducirla al mismo tiempo que planea apagar tres centrales nucleares y también terminar con la producción de electricidad con carbón -había prometido abandonar este combustible antes de 2030-. Y hay más: en abril, el país decretó el embargo al carbón ruso y en mayo, una prohibición parcial a la importación del petróleo de Moscú.

Creo que Rusia tenderá más bien a dividir, a dar gas a unos y a otros no. 'Divide y vencerás'"

enrique feás, real instituto elcano

Pero también resultaría desgarradora para Rusia, lo que siembra dudas entre los expertos. "Yo tiendo más a pensar en una reducción de flujos que en un recorte total, porque un recorte flujos puede permitir seguir ganando el mismo dinero a Rusia, pero si cortas el grifo es un incumplimiento de contrato, con sus consecuencias jurídicas", explica Feás.

"Si exportas cero, da igual el precio que tenga ese gas que no ganas nada. Y Rusia no puede recolocar ese gas porque, al contrario de lo que sucede con el petróleo, las conexiones por gaseoducto entre Rusia y China son limitadas, solo hay un gaseoducto y tiene poca capacidad. No podría recolocarlo a China ni aunque esta estuviera dispuesta a comprarlo. Por eso, creo que tenderá más bien a dividir, a darle a unos y a otros no, el 'divide y vencerás' que siempre ha sido el juego de Rusia, más que el corte total, que sería un tiro en el pie", reflexiona.

Europa se está preparando para esta situación. Rusia ya ha cortado totalmente el suministro de gas a 12 países, como Bulgaria, Finlandia y Polonia, y parcialmente a otros tantos, como Alemania, Austria, Holanda o Italia. En consecuencia, la Comisión Europea está preparando un plan energético de emergencia que presentará a mediados de este mes. "Tenemos que prepararnos ahora para interrupciones adicionales del suministro de gas o incluso un corte total del suministro de gas ruso", avisó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, esta semana en el Parlamento Europeo.

Aun así, se antoja muy complicado llevar a cabo en unos meses una transformación energética que debería tomar años. "La situación parece muy complicada para Alemania, porque los últimos datos de capacidad de las reservas de sus depósitos, que son clave, apuntan a que están a un 58%. Es una cifra muy baja cuando objetivo era que se llenaran esos depósitos al 90% para garantizar el suministro", expone Alicia Coronil Jónsson, economista jefe de Singular Bank.

En previsión, y ante la dificultad que supondría encontrar a proveedores de gas alternativos, el Ministerio de Economía alemán ya ha puesto en marcha una campaña de consejos para reducir el consumo, como acortar el tiempo de ducha, bajar unos grados la calefacción o subir el aire acondicionado. El ministro Robert Habeck lo justifica alegando que cualquier pequeño ahorro puede hacer mucho: "Aunque sólo sean 90 céntimos por hogar si lo multiplicamos por 41 millones de hogares que hay en el país, son muchos millones al año".

España podría entrar en crisis en el primer trimestre

El corte del gas ruso a Alemania y la recesión de la principal economía europea constituían una remota posibilidad hace unos meses, pero en las últimas semanas ha pasado a ser un escenario posible para el Banco de España, según fuentes cercanas al supervisor, que otros ya dan por hecho. La pregunta ahora es cómo golpeará a España esa factible recesión en el centro de Europa, en un momento en que el país no ha recuperado sus niveles de PIB previos a la pandemia y afronta subidas de precios no vistas en 37 años.

"En España, este tercer trimestre no lo veo negativo, pero el cuarto y el primero del año que viene sí podrían serlo y sí podríamos tener una recesión a principios de 2023", vaticina uno de los economistas consultados para esta pieza, que prefiere no ser citado por motivos profesionales. Para este economista, la recesión -se denomina así cuando existen dos trimestres consecutivos en negativo- alemana en la segunda mitad del año ya está "descontada", "con o sin corte del gas", atendiendo tanto a la mala evolución de las exportaciones como a los datos de su balanza comercial.

En consecuencia, el efecto arrastre sobre la zona euro sería inevitable, aunque posiblemente termine siendo menor de lo que habría sido antes de la pandemia por los cambios que han experimentado las cadenas comerciales entre países, expone la misma fuente. En España, el suministro de gas no se vería comprometido por las decisiones de Rusia, ya que la mayor parte del gas que importa España viene de Argelia y Estados Unidos, pero una situación caótica con el gas en Alemania afectaría a todo el continente.

Si cae el PIB alemán, las exportaciones industriales españolas se verían afectadas, aunque es complicado adivinar en qué medida -dependería también del comportamiento de los precios, sobre todo del de las materias primas-. "Las exportaciones a Alemania ya están cayendo, bajando un 2% sobre lo previsto", indica el presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, Antonio Pedraza, que también da por descontada una recesión en Alemania, con o sin un corte total del gas.

"Si nuestro entorno es menos competitivo, porque está en decrecimiento, y a donde exportamos está en crisis… ya sabemos que cuando el motor de la economía europea cae, nos afecta a todos, pero siempre afecta a unos países más que a otros", remarca. En la mente de los economistas también está la demanda de los hogares alemana, que se vería perjudicada y repercutiría en el turismo español. Pero todos recuerdan que el corte total a quien primero dañaría sería a Rusia.

¿Es Europa quien sale perdiendo de sus propias sanciones?

"Los próximos meses van a ser muy complejos para la economía europea y mundial por la convivencia de inflaciones altas con señalas claras de desaceleración económica, que ya están aquí", avisó esta semana el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, en Cope. "Ya hemos empezado a ver que el consumo de las familias en Europa se está resintiendo y a eso hay que sumarle la incertidumbre de la guerra, que está parando muchos proyectos de inversión", apuntó sumándose a advertencias de Von der Leyen.

Alemania entraría en crisis, arrastraría a la eurozona de una u otra manera, Bruselas está preparando a contrarreloj un plan de emergencia para intentar disminuir el golpe... pero, ¿y Rusia? ¿Es Europa quien está saliendo peor parada de sus propias sanciones a Putin? Los gobiernos europeos ya avisaron de que las sanciones a Rusia no saldrían gratis, pero en ese momento no se mencionó que la inflación se desbocaría ni que pudieran llevar a las economías europeas a la recesión. ¿Salimos perdiendo?

"No hay visibilidad de hasta qué punto se ha deteriorado la situación rusa. Creo que los europeos vamos a pagar las consecuencias, pero desde el punto de vista moral creo que no teníamos mucho más que hacer", valora Coronil, quien da por supuesto que el golpe que recibirá Rusia será mucho peor. Tampoco Feás cree que Europa vaya a salir más perjudicada: "La economía rusa está sufriendo, es imposible que no le estén afectando las sanciones", afirma. "El FMI prevé caídas brutales de su PIB, pero es imposible saber cuánto va a aguantar Rusia y esto es un juego de resistencia, aunque hay muchas probabilidades de que caigan ellos antes que nosotros", concluye el experto del Real Instituto Elcano.