Es la mayor fábrica del País Vasco, da empleo a 5.000 trabajadores de modo directo y a otros 30.000 de manera indirecta. La factoría de Mercedes-Benz de Vitoria se encuentra en un dilema que podría afectar a su futuro. El enfrentamiento no lo libran trabadores y patronal sino que la cuestión que desde hace 19 meses tensiona a la compañía desde el martes se libra entre los sindicatos con representación en la empresa. La negociación de un nuevo convenio que se inició hace más de año y medio y que acumula ya seis días de huelgas y paros podría dejar en el aire una inversión del gigante alemán de 1.200 millones de euros y con ella el futuro laboral de sus miles de trabajadores.
Hoy y mañana parte de la representación laboral ha convocado dos días de huelga. La secundará sólo una parte de la representación sindical, la que lideran ELA, LAB y ESK, no así CCOO, UGT, Ekintza y PIM, las otras centrales con representación, que suponen la mayoría del comité de empresa y que han alcanzado un principio de acuerdo con la dirección para el nuevo convenio y que en caso de ratificarse podría fin al mayor periodo de conflictividad que se recuerda en la automoción vasca.
Sin embargo, el compromiso alcanzado con la empresa no gusta a todos. Las formaciones nacionalistas no están dispuestas a aceptarlo. El preacuerdo incluye mejoras importantes que van desde una subida salarial para este año del 6% y del 2,5% anuales hasta 2026 hasta otras mejoras de carácter laboral como la eliminación de la sexta noche de trabajo y otras mejoras económicas. Lo que a CCOO y UGT les parece una conquista suficiente para poner fin a las movilizaciones, a las centrales nacionalistas les parece insuficiente. Insisten en que la mejora de los salarios debe ser similar al IPC –el INE confirmó una inflación del 10,2% en el mes de junio- para poder blindar el poder adquisitivo. Además, consideran que no se dan avances en aspectos como los contratos relevo, la regulación de la movilidad o las mejoras demandadas en los turnos de fin de semana y festivos.
1.200 millones en juego
Por eso hoy y mañana ELA y LAB mantienen las llamadas a la huelga. También por ello, quienes sí han dado por bueno el preacuerdo han decidido aplazar hasta el próximo lunes la votación por parte del conjunto de la plantilla del preacuerdo. Un compromiso que supondría una mejora de hasta el 16% del salario en los próximos cinco años. Asimismo, el documento contempla que los trabajadores recibirán una paga única no consolidable de 500 euros además otra paga única de 4.000 euros correspondiente al año 2021. A ellas se añade una nueva paga de Transformación, en septiembre, de 1.000 euros al año. En cuanto a pagos en base a objetivos, se fija una paga de resultados de hasta 2.250 euros al año y otra de 500 euros al año en caso de superar los 200.000 vehículos producidos.
Respecto de los sábados a trabajar, el preacuerdo recoge que se convocarán 10 días antes del fin de mes previo y se trabajarán por norma general. Además, se convertirán 400 contratos temporales en indefinidos, 150 de ellos a la firma del convenio, y se darán puestos protegidos para 150 personas con limitaciones acreditadas. Se recoge, también, la jubilación de más de 250 personas a través de contratos relevo, siempre que cumplan con las condiciones legales vigentes.
Tanto la dirección de la empresa como desde el Gobierno vasco se ha aplaudido como un logro relevante la firma de un preacuerdo. Que la conflictividad pueda cerrarse definitivamente a partir del lunes puede ser esencial para la economía alavesa en particular y la vasca en general. La dirección de la compañía reiteró la semana pasada que mantiene su compromiso de invertir hasta 1.200 millones en la factoría pero lo condicionó a que la dirección en Vitoria y los trabajadores alcancen un acuerdo en torno al convenio. La inversión millonaria permitirá modernizar la fábrica y apuntalar el futuro de la planta como uno de los puntales de producción de Mercedes Benz en Europa.
El 'principio del fin'
De la relevancia de esa inversión y de la dificultad de cerrar el acuerdo da muestra no sólo la duración del conflicto sino la implicación del Ejecutivo vasco. El pasado miércoles el propio lehendakari Iñigo Urkullu, junto a la consejera de Desarrollo Económico, Arantza Tapia, viajó a Stuttgart (Alemania) para reunirse con la dirección de Mercedes. La mediación del lehendakari pretendía salvar el compromiso de inversión de la empresa en Vitoria, en peligro por la amenaza de cronificación del conflicto laboral que comenzaba a detectarse. En las últimas horas, y después de verificar que la inversión estaría condicionada al cierre de un acuerdo, se logró un compromiso con parte de la representación sindical.
A la otra, la más crítica y minoritaria, la que hoy y mañana han llamado a la huelga, el director de la planta de Vitoria, Emilio Titos, les ha recordado que no aprobar el acuerdo supone acercarse al “precipicio” y al principio del fin del crecimiento. Titos recuerda que el preacuerdo alcanzado permite que la fábrica “pueda seguir construyendo su futuro y que las inversiones autorizadas se lleven a cabo”.
También el lehendakari Urkullu se ha felicitado por el preacuerdo por lo que significa no sólo para la propia factoría vitoriana sino “para el trabajo indirecto y para muchas empresas, más de 400, vinculadas a Mercedes-Benz”.
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