El golf es uno de los sectores que más rápido se está recuperando tras la pandemia. Practicado al aire libre, la crisis sanitaria golpeó menos la práctica de este deporte que representa un verdadero motor turístico para el tejido español. Hasta la llegada del covid, había 1,2 millones de viajeros que visitaban nuestro país para practicar con sus palos.
Este año, las expectativas son altas y pasan por acercarse mucho a los volúmenes de visitantes prepandemia. Una vez eliminadas las restricciones de movilidad, España vuelve a abrir sus casi 400 campos para los visitantes extranjeros, que proceden en su gran mayoría de la Unión Europa, donde hay 4,2 millones de jugadores de golf registrados.
La crisis sanitaria sirvió para dar un empujón a este deporte a nivel conceptual, porque se practica al aire libre y sin apenas ningún contacto con el resto de jugadores. "Después de la pandemia se ha visto que hay un crecimiento en España y en Europa en número de licencias y el resto es hacer que ese crecimiento sea estructural y no coyuntural", dice en conversación con El Independiente el presidente de la Asociación Española de Campos de Golf, Luis Nigorra.
El turista de golf es un bien muy apreciado por las administraciones y locales y regionales, sabedoras del efecto multiplicador de su gasto. Según un estudio elaborado por el IE University, los extranjeros que vienen a España a practicar este deporte se dejan 7 de cada 8 euros de gasto fuera de los campos. "Al turista de golf no le gusta meterse en un todo incluido. Lo que quiere es salir, alquilar un coche o un taxi, ir a restaurantes, teatros, bodegas...", subraya Nigorra.
Estos últimos se dividen fundamentalmente en clubes de socios en las grandes ciudades para jugadores locales y prácticamente un 80% que se centra en los jugadores turísticos. Para el número de federados que hay en España (284.954, 283.363 amateurs y 1.591 profesionales), serviría con la mitad de los campos. Pero "es un deporte que se ha convertido en producto turístico", reflexiona Nigorra.
Por ejemplo, en Baleares sería suficiente con cinco campos para atender la demanda local. Sin embargo, hay 21 en funcionamiento. En cambio, también defienden que los campos que ahora mismo hay repartidos por toda la geografía tienen un "potencial de crecimiento enorme" por su baja ocupación. "Con el número de instalaciones que hay, podríamos atender al doble de personas", resalta Nigorra.
Gastan 4.640 millones de euros al año
Y los jugadores son una mina de oro. En total, se calcula que gastan de manera directa cerca de 4.640 millones de euros al año, con un efecto multiplicador en ingresos indirectos e inducidos que elevan el impacto del gasto turístico en la economía española hasta 11.183 millones de euros.
Además, desde el sector recuerdan que sus picos de actividad no coinciden con la temporada alta turística, por lo que contribuyen a mantener las economías locales en períodos valle como la primavera o el otoño. También predominan unas nacionalidades u otras en función de la zona. Baleares es más de golfista alemán y austríaco, mientras que Andalucía es preferida por los británicos, el mercado que cuenta con más licencias.
Con un perfil de renta más elevado que la media, su tiempo de estancia también es más alto, con 11,9 días frente a los 7,4 días del turista que viaja a nuestro país. Además, el carácter de sus visitas es recurrente que el del resto de turistas. El 21,49% visita España una vez por trimestre; el 20,62% una vez cada seis meses; y el 28,77%, una vez al año.
Además, según el informe de la escuela de negocios, los turistas extranjeros de golf disponían en 2018 de alrededor de 283.000 viviendas en propiedad, es decir, el 23,9% de los que nos visitaron. En este punto, el brexit sí se está dejando notar. "Está afectando. Vemos que hay zonas donde los ingleses están vendiendo casas y las compran alemanes y nórdicos", revela Nigorra.
En términos de empleo, desde el sector defienden que proporciona entre directos, indirectos o inducidos 121.393 empleos anuales, con un 95,5% de los asalariados empleados por las sociedades que gestionan los campos con contratos indefinidos y un 94,1% con empleos a jornada completa.
Y aunque las perspectivas son buenas, se mira con "temor" el contexto actual marcado por la inflación. El invierno se adivina duro para economías como la alemana por la amenaza de Rusia de cortar el suministro de gas. Y esto hace que la demanda del segundo mercado por importancia para los campos de golf españoles pueda retraerse. Tampoco se pierde de vista cómo afectará a la demanda un eventual traslado al precio de los billetes de la subida de los carburantes que utilizan las aerolíneas y los vehículos de transporte.
Unos sobrecostes que también están teniendo que afrontar en los propios campos y que lastran las cuentas de resultados. No en vano, el 57% de los campos no es rentable. Desde el sector reclaman un cambio en el tratamiento fiscal. Se quejan de que pagan un IBI alto y les gustaría que el IVA que se aplica a su negocio pase del 21% al 10% además de un CNAE (Clasificación Nacional de Actividades Económicas) específico que les reconozca que además de ser un deporte, son un actividad turística.
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