La inflación sigue escalando. El indicador adelantado del Índice de Precios de Consumo (IPC) sitúa la variación anual en el 10,8% (seis décimas más que en junio), a falta de confirmarse el dato, una vez que acabe el presente mes.

Este porcentaje coincide con el mes en el que Pedro Sánchez avanzó un nuevo paquete de medidas para frenar la inflación. El Ejecutivo alargó hasta final de año el descuento de los carburantes y las rebajas fiscales del precio de la luz. A su vez, también anunció que los abonos transportes de Renfe, Cercanías y el transporte público valdrían hasta un 50% menos desde septiembre a diciembre.

Tal y como señala el Instituto Nacional de Estadística (INE), y como viene siendo habitual, el incremento de la inflación se debe "principalmente al aumento de los precios de los alimentos y de la electricidad".

El dato de julio, que deberá ser confirmado por Estadística a mediados del mes que viene, supera el pico alcanzado el pasado mes de junio cuando el IPC se situó en el 10,2%, su nivel más alto desde 1985.

La tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) también aumenta seis décimas, hasta el 6,1%. De confirmarse, sería la más alta desde enero de 1993.

Podría haber sido mucho peor de no ser porque, durante el último mes, los precios de los carburantes han dado un respiro a los bolsillos de los españoles y, en casi todas las gasolineras el litro de la gasolina y del diésel ha caído por debajo de los dos euros.

El Gobierno, según sus cálculos, destinará más de 15.000 millones de euros a los ciudadanos y empresas pare amortiguar la inflación, que se ha instalado en máximos de tres décadas desde la invasión de Rusia en Ucrania.

Las autoridades monetarias, a su vez, han decidido activar sus planes contra la inflación subiendo los tipos de interés. La Fed aplicó esta misma semana un aumento de 75 puntos básicos mientras que el Banco Central Europeo (BCE) los subió 50 puntos básicos. Con estas decisiones se pretende tener menor acceso al dinero y frenar el consumo, provocando una bajada de precios generalizada.