España y Hungría son los únicos países del ámbito europeo con un impuesto excepcional a la banca para compensar el coste para las economías domésticas derivado de la guerra en Ucrania. Austria, Bulgaria o Finlandia aplican impuestos al sector, según la Dirección General de Fiscalidad y Unión Aduanera de la Comisión Europea, pero no por la coyuntura actual, sino para contribuir a sus respectivos fondos de garantía de depósitos.
Además, países como Italia, Reino Unido, Grecia y Bélgica han anunciado imposiciones extraordinarias sobre los sectores energéticos siguiendo la recomendación de la Comisión Europea a favor de esta medida para compensar la subida de los precios de la electricidad y el gas.
Las medidas anunciadas por el Gobierno español van en paralelo a las que aplica el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, salvando las diferencias con España, dado que Hungría está sometido a mayor vigilancia por parte de la UE respecto a independencia judicial, corrupción de élites o ataques a la sociedad civil, a la luz del último informe sobre el Estado de Derecho de la Unión Europea.
Respecto a la comparativa con el nuevo impuesto a la banca anunciado por el Ejecutivo español, el húngaro anunció uno extraordinario a sectores “beneficiados” por la subida de la inflación y los precios energéticos que no solo alcanzaría a los bancos y las eléctricas, sino a más empresas de otros sectores, con el objetivo de recaudar 2.040 millones de euros en 2022 y 2.080 millones en 2023.
La banca húngara afronta una situación diferente a la española, dado que en Hungría el tipo base aplicado por el banco central del país ha pasado del 0,6% en julio de 2020 al 9,75% actual y la rentabilidad de sus entidades medida como ROE se sitúa en torno al 10%-12% a medio plazo.
Esto se suma a que Hungría es también un país de baja tributación en Europa y el impuesto de Sociedades es del 9%, el más bajo de la UE. También hay otras ventajas fiscales como deducciones, impuesto cero sobre los dividendos e intereses o más de 70 tratados de doble imposición.
En cambio, el sector bancario español soporta más cargas fiscales como el impuesto sobre depósitos, el de Actos Jurídicos Documentados, un tipo en Sociedades del 30% o la restricción a la exención fiscal de los dividendos.
La asociación bancaria de Hungría ha criticado rotundamente la medida tributaria al considerar que reducirá la capacidad de dar crédito del sector y añadirá incertidumbre al contexto macroeconómico actual. Particularmente, preocupa el impacto en el flujo de inversiones directas a Hungría y que los bancos internacionales que operan en ese país decidan abandonarlo por el nuevo cargo fiscal.
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