"Puede ser a cualquier hora del día. Por lo general trabajo a partir de las once de la mañana hasta las cuatro y luego salgo otra vez en la noche desde las ocho hasta la una o las dos". Pasadas las diez y media, Alejandro lleva casi cuarto de hora esperando para recoger dos pizzas en una popular cadena americana.
A sus 34 años, este historiador venezolano dejó su país el pasado mes de noviembre y apenas treinta días después se colgó a los hombros una mochila de Glovo que le acompaña a todas partes. En pleno mes de agosto, el calor hace que los trayectos sean agotadores. "Estoy buscando otro trabajo", confiesa.
Trabaja como autónomo, con su propia bicicleta. La denominada 'ley rider' aprobada hace justo un año por el Gobierno obliga a las aplicaciones de pedidos a domicilio a reconocer la relación laboral que tienen con los repartidores y hacerles un contrato. Pero algunas como la de origen catalán siguen operando con un modelo que ha tumbado el Tribunal Supremo y que el ministerio de Trabajo que dirige Yolanda Díaz decidió prohibir.
Uber Eats amenaza con volver a abrir la puerta a los autónomos en septiembre. La modalidad laboral tiene partidarios entre el colectivo de repartidores. "En Uber te ponen un horario. Si estás empezando, son cuatro horas al día y no haces muchos pedidos. En cambio, con Glovo salen bastantes pedidos y puedes trabajar con el horario que quieras y hacer mucho más dinero que con las flotas", explica Alejandro. De ello hay que descontar, eso sí, la cuota de autónomos y la Seguridad Social. Pero pese al riesgo y la desprotección que implica, las cuentas a final de mes parecen compensar.
Just Eat es la única de las compañías que ha defendido el modelo de trabajadores contratados. Hace unos meses llegó a negociar un convenio colectivo con los sindicatos para regular las condiciones de sus empleados. ¿Ha habido un gran trasvase de 'riders' desde entonces? La compañía prefiere no desvelar esos datos. Pero Alejandro asegura que entre sus conocidos, son "muy pocos" los que han apostado por buscar un contrato laboral. Más bien al contrario. "Prefieren salirse de las flotas y pasarse a ser autónomos", comenta.
Bajo esta modalidad pueden elegir los pedidos que deseen. "Si trabajas para una flota, si te mandan llevar el pedido fuera de Madrid, tienes que hacerlo. Si no, te echan", añade.
"Yo me cansé de ser autónomo"
Miguel, en cambio, se muestra rotundamente partidario de 'laboralizar' a estos trabajadores. "Yo me cansé de ser autónomo", aservera. Este venezolano de 28 años lleva cuatro trabajando como repartidor. Ahora opera en una flota que presta servicios para Just Eat. Tras tres años subido en la bicicleta, se dio cuenta que otras plataformas para las que trabajaba daban prioridad a los compañeros que iban en motocicleta.
"Al final ganaban más que yo, cuando en bicicleta eres tú quien hace el esfuerzo", explica este titulado en Administración por la Universidad Central de Venezuela. Se muestra muy crítico con el sistema que ha decidido mantener Glovo y con la aparente falta de respuesta por parte de la Administración ante una situación que se han perpetuado pese a la nueva regulación. "Me sentí estafado, pagando una cuota para ser falso autónomo", explica.
El secretario de Estado de Empleo y Economía Social, Joaquín Pérez Rey, advirtió este miércoles a las plataformas de reparto de que la conocida como ley 'rider' debe cumplirse "de manera radical". "No hay pulsos frente a la ley. El Ministerio de Trabajo va a ser muy firme en la defensa del cumplimiento normativo", dijo en relación al pulso que parece querer echar Uber a la vuelta del verano.
En todo caso, el ser contratado tampoco es garantía de unas condiciones de trabajo mucho mejores. "Nos cambian el horario todas las semanas. Puedes trabajar desde dos hasta siete horas al día", abunda. Además, otros de sus compañeros se acercan y denuncian que cada vez tardan más en cobrar su nómina por parte de la empresa y que algunas, incluso, no les abonan las propinas que los clientes otorgan a través de la aplicación.
Quien sí parece más o menos satisfecho con es Ousman. Nació en Guinea hace 22 años, pero lleva viviendo en Madrid con sus padres desde que tiene cuatro. Ahora trabaja en otra flota de Just Eat con un contrato de 16 horas semanales. Aunque no es el trabajo de sus sueños. Simplemente le sirve para pagar sus propios gastos, aunque entre sus planes está estudiar un grado superior.
Alejandro asegura que en las compañías donde se trabaja con contrato y bajo un nivel mínimo de pedidos que cumplir al día, se puede ganar hasta 1.600 euros, aunque lo normal es moverse en torno a 900 euros. Pero "con Glovo, en una buena temporada, es fácil pasar de esa cantidad", subraya.
Aunque como en todos los sectores, hay casos extremos. Y en el de los 'riders' no iba a ser menos. David, también venezolano de 23 años, llegó hace unos meses a España y todavía no ha regularizado su situación. Asegura estar trabajando para tercero que tiene una cuenta de Uber Eats. "Si gano 1.200 euros, él se queda 200 y yo 1.000", concluye. Se trata de una práctica de realquiler de perfiles también ilegal.
La compañía estadounidense perdió a gran parte de sus repartidores cuando decidió regularizar su situación laboral para cumplir con la ley. Ahora todo podría volver al punto de partida. Con dos de las grandes empresas empleando el modelo de falsos autónomos y sólo una ofreciendo contratos propios o con flotas de reparto. Deliveroo anunció su decisión de abandonar el mercado español justo antes de la entrada en vigor de la ley.
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