España se encamina a un otoño complicado energéticamente hablando. A la guerra en Ucrania, que ha provocado que los precios del gas y del petróleo se hayan disparado durante los últimos seis meses, se ha unido la sequía y las altas temperaturas que están castigando a toda Europa, y a España en particular.
El calor provoca que las instalaciones fotovoltaicas rindan en peores condiciones. En los últimos meses, los 35º y los 40º han sido la tónica habitual en los termómetros de casi toda España, dejando la energía que viene del sol seriamente dañada. Lo mismo ocurre con la eólica. La falta de viento ha hecho que los molinos no se hayan movido a pleno rendimiento trasladando la responsabilidad de generar electricidad a otras tecnologías no renovables.
La falta de lluvias durante los últimos meses ha derivado en una sequía sin igual. De hecho, desde que se tienen registros, la de 2022 está siendo uno de los peores episodios de déficit de agua de la historia. Además del daño ambiental y del que provoca en sectores económicos como la agricultura, la merma del bien principal en nuestros embalses también provoca que no se puedan utilizar las centrales hidroeléctricas y el mercado mayorista ha de acudir a tecnologías más caras.
Basta con revisar los datos de Redeia (antigua Red Eléctrica) para comprobar el problema en el que está inmerso nuestro sistema eléctrico. La producción de las centrales desde comienzos de año fue de 11.400 Gwh, la cifra más baja de los últimos 30 años. De hecho, esta cantidad es la mitad de la que se utilizó durante el mismo periodo del año anterior.
La guerra en Ucrania y los fenómenos atmosféricos se han traducido en que las renovables, según los datos del gestor eléctrico en nuestro país, tengan un peso menor que el del año pasado. De hecho, España terminó el 2021 casi en paridad de generación entre renovables y no renovables. La cuota de generación de energía eléctrica procedente de fuentes renovables alcanzó un nuevo máximo el año pasado, tras representar el 46,7% del total, un récord que supera al logrado en 2020, cuando el registro se situó en el 44%.
Unos porcentajes que nada tienen que ver con los vistos en los últimos meses. Desde que comenzara el verano, solo un día el peso de las renovables primó sobre las no renovables (7 de julio). Durante todas las jornadas de julio y agosto se han impuesto los ciclos combinados o las centrales nucleares, llegando a sobrepasar hasta el 70% del peso diario (12 de agosto).
España tira del gas
Respecto al gas, los ciclos combinados son de vital importancia para generar electricidad. Durante este mes de agosto, coincidiendo con el real decreto para reducir el consumo de electricidad y gas, dicha tecnología ha sido la principal fuente de generación. Por ejemplo, Este lunes, los ciclos generaron 169 Gwh, seguida de la nuclear con 166 Gwh. Tan solo, la fotovoltaica se acerca a cifras similares con 112 Gwh.
El 13 de agosto se marcaron cifras récord durante el verano. En concreto, las centrales de gas fueron capaces de generar 339 Gwh al sistema eléctrico, de los 844 Gwh que demandaba el propio sistema. Es decir, que casi el 40% de la electricidad utilizada por los españoles provenía de las instalaciones de ciclo combinado.
Futuros por encima de los 200 euros
Las circunstancias actuales dibujan, por tanto, un otoño complicado. Los futuros negociados en los mercados financieros de la electricidad se están pagando por encima de los 200 euros para el próximo invierno.
En concreto, según los datos del Mercado de Futuros y Opciones Financieros en España, para los meses de invierno de este año el precio por megavatio ya se pagan a 207 euros. Pero lo peor, según estas cifras, está por llegar. 2023 no dará tregua y el megavatio a la hora de los próximos trimestres se pagan hasta los 321 euros. Un invierno más seco de lo habitual, unido a la extensión de la invasión rusa en Ucrania vuelve a poner en tensión el sistema eléctrico español.
Los futuros en otros países tampoco invitan al optimismo y en Francia ya se llegan a pagar 1.000 euros por megavatio para los próximos meses mientras que en Alemania la cifra se queda en los 600 euros.
Los derechos de emisión de dióxido de carbono, otro de los componentes que provocan el encarecimiento de la electricidad, tampoco dan tregua y durante las últimas semanas se han llegado a pagar 90 euros por cada tonelada emitida a la atmósfera.
Récord desde el tope al gas
Con todo, y en el corto plazo, los españoles deberemos soportar precios altos en el mercado eléctrico. En concreto, el coste para los clientes de tarifa regulada vinculados al mercado mayorista se disparará este martes un 34,77% con respecto a este lunes, hasta los 365,33 euros por megavatio hora (MWh), según los datos provisionales del Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE).
En la subasta, el precio medio de la luz en el mercado mayorista se marchó este lunes hasta 182,93 euros/MWh. A esta cifra, hay que sumarle la compensación a las gasistas que tiene que ser abonada por los clientes beneficiarios de la medida. Este martes, deberá ser de 182,40 euros.
Este encarecimiento, como no podía ser de otra forma, será por culpa del gas que vuelve a estar en máximos. Los futuros que se negocian en Holanda cotizan casi en los 290 euros, con una subida del 18% debido al corte de suministro durante varios días que ha iniciado Rusia a Alemania.
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