España quiere ser el pilar en que sostenga Europa, energéticamente hablando. Pero nuestro país, por cuestiones geopolíticas, se encuentra atado a pies y manos. Los países del norte se resignan a arrancar las hojas del calendario porque saben que el invierno está a la vuelta de la esquina y la amenaza de cortes de suministro a la población cada vez es más real.

Mientras tanto, España, que logró una excepción de su uso del gas siempre que nutriera de materia prima al resto de Europa, busca desesperadamente una vía con la que destinar todo el excedente que tienen las reservas nacionales hacia el resto de países del continente.

Esta semana, el Gobierno de Pedro Sánchez ha levantado la veda a buscar nuevas alternativas y la de unir Barcelona con Livorno es la que más enteros gana, una vez que Francia vuelve a enfriar el sueño del MidCat. “Francia siempre ha mostrado mucha desunión entre ellos en materia energética. Los gobiernos regionales del norte piensan en una cosa y los del sur, en otra. Es el gran dilema que tiene Macron y es muy difícil resolver”, señalan fuentes del sector energético.

Pero la verdadera razón por la que Francia es reticente a invertir en un gasoducto es la de su apuesta por la nuclear. “Alemania utiliza mucho gas, pero nuestros vecinos tiran de otras tecnologías para generar electricidad. Para ellos no es una verdadera prioridad como sí lo es para los países del norte”, narran las mismas fuentes.

Es por eso que Moncloa ya ha movido ficha e intenta activar otras alternativas como el gasoducto que iría por debajo del Mediterráneo. Una idea que ya se recogía en el plan de Repower EU diseñado el pasado mayo.

Este tubo tiene una longitud de unos 800 kilómetros de longitud y puede bombear de 10 a 15 bcm por cada año. La Unión Europea contempla unas inversiones de casi 4.000 millones de euros. Enagás, gestor gasístico en nuestro país, prevé invertir 1.500 millones de euros en un gasoducto submarino para unir España e Italia.

El mayor sentido del MidCat

A pesar de las reticencias de Francia, Europa sabe que la creación del MidCat sería mucho más eficiente y sencillo que el de Italia. Los países del norte que más dependen del gas que recibe España a través de Barco tienen frontera con la república dirigida por Macron, como es el caso de Alemania.

Por otra parte, el MidCat, un gasoducto que ya está diseñado y en parte construido tiene un menor coste que el italiano. Pero Francia, como principal argumento, asegura que el precio que debería poner encima de la mesa es demasiado elevado y, además, tardaría mucho tiempo en construirse. El proyecto MidCat supone una inversión "muy significativa de al menos 3.000 millones de euros", se señala, y tardaría "muchos años en estar operativo", añaden desde Francia.

Por otra parte, Carlos Martin, responsable de operaciones de Enerjoin, considera que el gasoducto que pasa por Francia tiene mucho más sentido por el número de regasificadoras que poseen nuestros vecinos. En concreto, las costas del país vecino constan de cuatro plantas, que podrían mandar gas natural licuado a los socios europeos del centro de Europa.

Italia, con varias fuentes

Mientras que el gasoducto francés tiene más sentido geopolítico, el de Italia dotaría a Europa de “transversalidad y mayor funcionalidad”. El país tiene diversas conexiones con África por lo que recibe gas de Argelia y de Irán a través de cuatro tubos. “España solo tiene la vía de Argelia y desde el conflicto diplomático cada vez llega menos materia prima e Italia está aprovechando esta coyuntura.

El país cuenta con los gasoductos que la unen con Argelia y Libia, proveedores alternativos a Rusia, y a las interconexiones con el norte de Europa a través de Suiza, Austria y Eslovenia. Además, el país llegó a un acuerdo con Argelia para aumentar las compras de materia prima hasta en un 40% hace pocos meses.

Carlos Martín explica que Italia se convertirá en un “multiproveedor” si se llega a cristalizar la infraestructura. Esto se debe a que España podría enviar el gas natural licuado desde las regasificadoras, a la vez que nutrirá a Europa con el gas que llega de África.

Fuentes del sector energético, en conversación con este periódico, recuerdan que el nuevo gasoducto también servirá para nutrir al resto de Europa de hidrógeno verde, una de las energías renovables en las que más esperanzas se han depositado para suplir al gas ruso.

Tiempos

Otra cosa son los tiempos. Aunque los gobiernos europeos, incluido el español, han lanzado las campanas al vuelo y han dicho por activa y por pasiva que los proyectos se podrían hacer en apenas unos meses, la realidad es otra.

Enagás no contempla que hasta 2024 no se lleve a cabo el gasoducto de Italia. El MidCat, por su parte, tampoco estaría listo en ocho meses, tal y como sostienen desde Moncloa. Las diversas fuentes consultadas indican que, como pronto, hasta el invierno de 2024 Europa no podría contar con ambas infraestructuras.

Reunión España-Alemania

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mantendrá un encuentro el próximo martes en Alemania con su canciller, Olaf Scholz, y asistirá como invitado a una reunión extraordinaria de todos los ministros alemanes. Moncloa ha confirmado oficialmente este viernes la agenda de Sánchez en esa jornada, 30 de agosto, en el castillo de Meseberg, situado a unos 70 kilómetros de Berlín.

Scholz ha convocado una reunión extraordinaria de su Consejo de Ministros en ese lugar durante dos días para analizar asuntos como la estrategia de seguridad nacional y los problemas de suministro energético derivados de la guerra en Ucrania. El canciller invitó a Sánchez a asistir a la primera jornada de esa reunión para analizar de forma conjunta algunos asuntos como los problemas relativos al suministro de energía.