La Comunidad Valenciana va a conceder 1,5 millones de euros, 5.500 por trabajador, a empresas que estén dispuestas a reducir la jornada a sus empleados hasta las 32 horas semanales. Joan Sanchís (Benigànim, 1990), profesor asociado de Economía Aplicada en la Universitat de València y asesor de la Conselleria de Economía Sostenible, es el ideólogo detrás de la iniciativa, la primera que utilizará dinero público en un proyecto piloto de este tipo.
El objetivo es comprobar qué efectos tiene disminuir las horas trabajadas en diferentes empresas y sectores, el mismo que perseguirá el piloto del Gobierno, que aún no tiene fecha de comienzo. Mientras, la semana de cuatro días valenciana ya ha arrancado, y desde este lunes las empresas que deseen participar pueden inscribirse en la convocatoria para recibir la ayuda.
Pregunta.- ¿Cómo empezó a interesarse por reducir la jornada? ¿Recuerda en qué momento escuchó o leyó por primera vez al respecto?
Respuesta.- Yo me incorporé en 2016 a la Generalitat Valenciana, a la Conselleria de Políticas de Empleo, después de un cambio de Gobierno y entonces empezamos a trabajar en qué cosas podríamos transformar. Nos encontramos con una serie de políticas anticuadas muy predeterminadas, había bastante poco margen para actuar de una manera diferente, pero ahí empezamos a leer, a informarnos sobre cosas que se están haciendo en otros sitios y que nos pudieran servir. Entonces fue cuando empezamos a encontrar algunas experiencias piloto alrededor del mundo, como la de Microsoft en Japón, que hablaban de una reducción del tiempo trabajo, y el debate que existía en Reino Unido donde había ecosistema de pensamiento progresista muy potente en cuanto a cambios en mercado trabajo.
El primer libro que leí se llama Inventar el futuro, de Nick Srnicek y Alex Williams (en español, en Malpaso Ediciones), que es un paso intermedio entre el mundo sin trabajo de Jeremy Rifkin. A raíz de este libro empezamos a hacernos preguntas sobre el trabajo y a reivindicar nuestra capacidad para decidir sobre el futuro como algo que tenemos que hacer.
P.- ¿Hay pruebas empíricas de que los trabajadores más descansados produzcan más, incluso llegando a producir lo mismo trabajando un día menos, como defendéis?
R.- Hay toda una evidencia académica de numerosos estudios en el sector público y privado que demuestran que reducir la jornada de trabajo tiene beneficios para los trabajadores y también para los clientes, apuntan a una mejor salud de los trabajadores, en menos bajas laborales y más motivación... Pero depende de en qué sectores y tipo de actividades.
En Microsoft aumentó la productividad un 40% reduciendo la jornada de sus trabajadores"
P.- Claro, pero una cosa es mejorar en salud y otra igualar la productividad que se obtendría trabajando cinco días a la semana, o superarla.
R.- Pero eso hay numerosos experimentos que lo avalan. En Microsoft aumentó la productividad un 40%, hay empresas en España que han sido capaces de aumentar su facturación y productividad durante el tiempo que han implementado esta medida.
Todo depende del tipo de medidas que se tomen, porque la reducción tiene que ir acompañada de otras iniciativas: la mayoría de las empresas plantean también otras actuaciones que tienen que ver con la mejora de la eficiencia en la gestión del tiempo de trabajo. En nuestro piloto las empresas tienen que presentar un plan de mejora de la productividad, porque somos conscientes de que esta transformación se tiene que acompañar con otro tipo de iniciativas para que funcione.
P.- Muchas empresas son muy reticentes al modelo porque aseguran que aumentaría sus costes laborales o bajaría su productividad, ¿cómo se les convence?
R.- En España tenemos un problema con las estrategias empresariales, con la cultura empresarial. Miramos las estadísticas de formación de empresarios y es relativamente baja: muchos empresarios no tienen formación básica y al final las empresas se heredan, pero el talento no necesariamente. La economía está centrada en el corto plazo, en bajar los precios y los salarios… y todo esto genera vulnerabilidades, y cuando vienen malas se sufre.
Siempre hablamos de innovación como algo técnico, pero esta innovación también existe y es más barata y eficiente"
Creo que cualquier empresario que tenga buena formación base sabe que cuidar a sus trabajadores es base para retener el talento. En EEUU se está hablando de cómo la fuga de talento está perjudicando a muchas empresas. Creo que cualquier empresa que tenga buena formación y buen conocimiento del entorno sabe que esto es fundamental y están cada vez más abiertos a este tipo de medidas, hace poco salía en el Financial Times un reportaje abogando por que el futuro pasa por abordar este tipo cuestiones. Si hay concienciación de este tema en la clase empresarial que está más avanzada, esta transformación podrá mejorar las organizaciones. Siempre hablamos de innovación como un concepto putamente técnico, pero esta innovación también existe y muchas veces es más barata y más eficiente.
P.- ¿Usted visualiza un mundo en el que lo legal es trabajar cuatro días a la semana, o 32 horas, o más bien uno en el que algunas empresas lo ofrecen y los empleados prefieren trabajar en ellas?
R.- Creo que es un proceso. Ahora se trata de ser conscientes del valor de nuestro tiempo, de lo que nos importa, y es un proceso de toma de conciencia colectiva, y creo que todo ello en algún momento deberá conducir a legislar sobre esa cuestión. Pero creo que es más efectivo que este camino se haga de manera conjunta entre empresas y trabajadores, que se vaya asentando el camino a medida que se avanza. En Francia, con la legislación de 35 horas, a pesar de que se han conseguido avances sustanciales también se han visto ciertas dificultades, porque si la legislación es permisiva con las horas extra se acaba trabajando más. Es complejo y aquí también lo vemos con la economía sumergida. Sabemos que el hecho de legislar no siempre es tan efectivo como quisiéramos.
P.- En la convocatoria para que las empresas se apunten al programa piloto, publicada en el boletín oficial de la Comunidad Valenciana, se menciona la desconexión digital. Las empresas deberán adoptar medidas para garantizarla si quieren obtener las subvenciones. ¿Usted ha desconectado este verano? Porque saliendo publicada la resolución un 24 de agosto…
R.- En mi libro [Quatre dies: Treballar menys per viure en un món millor, publicado por Básics] abordo todo esto: claro que hay dificultades y aquí tenemos las competencias que tenemos, pero sobre desconexión digital es la legislación y el Estado el que debería legislar al respecto. En Francia el año pasado se aprobó una legislación bastante restrictiva que prohíbe enviar emails fuera del horario laboral... pero es difícil, y más con administración raquítica que tenemos, con tan pocos inspectores, que controlen que se cumple la ley. Pero sería hora de que nos plantásemos y fuésemos por delante, que no fuese todo a rastras de cuando llega un problema. La administración necesita de gente que se dedique a la tecnología y faltan recursos e ideas en esta dirección.
P.- Lo pregunto porque en un mundo en que todos estamos pendientes del teléfono móvil, que usamos el teléfono personal también para el trabajo, que miramos correos electrónicos y WhatsApps todo el tiempo… no sé si es muy útil dejar de trabajar un día a la semana, y si se convertiría en un día de trabajo desde casa. ¿Cómo se controla eso?
R.- Es complicado en la Administración y sobre todo en la empresa privada. Yo creo que tienen que hacerse cambios en profundidad. Ahora estamos viendo, por ejemplo, la plaga que supone la mensajería instantánea. Si te escribe un jefe un domingo por la tarde, ¿qué haces? ¿No contestas? Hace falta que acompañe la legislación como en caso francés y abordar un cambio de mentalidad.
Muchas veces buscamos soluciones a través de la legislación pero si seguimos teniendo problemas sobre mesa es que algo no hemos hecho bien. Tenemos que reconocer que hay empresas que lo hacen bien, la Administración pública debería visualizarlas y promoverlas como ejemplo de lo que tiene que ser. Destinar más recursos a formar a la clase empresarial sería útil, a lo mejor es necesario una escuela pública de empresarios. Es difícil porque tenemos lo que tenemos, tal vez no haya una solución inmediata pero más a largo plazo entre todos tenemos que repensar las soluciones.
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