3.500 millones de euros enterrados bajo tierra. Finalmente, España, Francia y Portugal han llegado a un acuerdo para crear un nuevo gasoducto en detrimento del MidCat, la infraestructura que unía la Península Ibérica con el país galo. Macron, amparándose en la histórica negativa por parte de sus anteriores gobiernos, ha conseguido arrancar un pacto para “un corredor verde” entre Barcelona y Marsella.
La nueva infraestructura dejará en agua de borrajas todo el trabajo y dinero que España ha invertido durante décadas para transportar gas a Francia y al resto del norte de Europa. El proyecto de MidCat, con una inversión inicial de 3.100 millones de euros, trataba de mejorar las conexiones gasistas de la Península Ibérica (una isla energética) con Europa. 235 kilómetros de tuberías partirían de Martorell (donde acaba el gasoducto Medgaz) para transportar 7.500 millones de metros cúbicos de gas. Las obras comenzaron en 2010 pero se paralizaron al año siguiente, a menos 300 kilómetros de la frontera, por la falta de interés de Francia.
En 2013, España logró que el MidCat entrase en la lista de proyectos de interés común de la UE (con una inversión estimada de 470 millones de euros). En 2019, Competencia de ambos países también dijeron que la infraestructura tenía poco sentido por no ofrecer capacidad para contratar de forma firme por los comercializadores, por lo que no ha recibido apoyo en sucesivos test de mercado.
“Los altos costes de la infraestructura, con el nivel de tarifas que resultan de aplicación, junto con el hecho de que ya se disponga actualmente en la interconexión de capacidad interrumpible, con un bajo nivel de utilización anual, no garantizaría el acoplamiento de precios de gas con el norte de Europa”, sostenía la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
El viejo deseo
Con el estallido de la guerra en Ucrania, el Gobierno de Pedro Sánchez destapó el viejo anhelo para transportar gas hasta Europa, extremadamente dependiente de la materia prima. Moncloa, con la percha de transportar hidrógeno verde, pretendía ser el hub principal europeo para dotar de energía al Viejo Continente. Macron, no obstante, se negó en rotundo y finalmente se construirá una nueva infraestructura para unir España y Francia.
Pero, ¿por qué no sirve el MidCat cuando apenas faltaban unos cuantos kilómetros para finalizar la obra en España? Carlos Martin, responsable de operaciones de Enerjoin, alude a motivos financieros. “Francia no quería desembolsar grandes cantidades de dinero para dotar de gas al resto de Europa y el corredor del Mediterráneo se aprovechará de la financiación con los fondos europeos creados para la emergencia energética”, remarca.
Otras fuentes del sector energético apelan a que el nuevo “gasoducto”, tal y como lo denominó Pedro Sánchez durante la rueda de prensa posterior al acuerdo entre los tres países, es cosa del marketing político. “Sánchez ha luchado por ser el líder de envíos de gas a Europa y el año que viene España ostentará la presidencia de la Unión Europea por lo que tendrá un mandato con una premisa clara y concisa: el nuevo corredor verde”, arguyen.
De hecho, el Partido Socialista sacó pecho una vez que se hizo oficial el apretón de manos entre Costa, Macron y Sánchez. “Es fundamental contar con un Presidente que entiende Europa y marca el paso de sus políticas en un contexto de guerra y crisis”, explicaron fuentes socialistas a este periódico.
Los consumidores pagarán el proyecto
Otra de las grandes cuestiones es quién terminará pagando el proyecto. Fuentes del sector energético recalcan que todo hace indicar que será la Unión Europea quien financie la operación. Pero una cosa es financiar y otra bien distinta, pagarlo. Es aquí donde vuelve a aparecer el consumidor. No obstante, esta infraestructura no se encuentra recogida en la estrategia comunitaria por lo que habrá que negociar con Bruselas.
Como ya pasó con el MidCat, y con otros tantos proyectos energéticos, el usuario es el que en última instancia es el que abona el coste. “El dinero no se inventa. Se pagará a través de impuestos directos o a la deuda del país, pero el consumidor tiene todas las papeletas para ser el que abone el proyecto”, sentencian.
Desde el Gobierno, por otra parte, se prefiere guardar cautela. "Tendremos que ver, a la vista de que esa nueva infraestructura tiene un potencial para ayudar a Europa en su conjunto, tendremos que hablar con Europa a ver de qué manera se financia", ha dicho la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen.
Las fechas, la otra gran cuestión
El nuevo corredor verde también presenta un grave problema: el tiempo. Europa se ha quedado desconectada de la energía rusa y si este invierno es complicado el siguiente será mucho peor debido a que será difícil llenar las reservas.
El MidCat, si se hubiera iniciado su fase final, podría haber acabado en poco más de un año, según cálculos del sector. Pero el nuevo proyecto tardará, como mínimo cinco años en construirse, dependiendo de por dónde pase el nuevo tubo.
Si Bruselas decide que el gasoducto debe ir por tierra, la obra podría tardar en concluir cerca de quince años entre validación, burocracia y construcción. Pero si se opta por hacer un tubo submarino se reduciría a cinco años. Con todo, todo parece indicar que será vía acuática, una vez que el Ejecutivo dijera que sería a través del mar.
Fuentes del sector recalcan que es posible que, durante la construcción del gasoducto, buques metaneros creen un canal bidireccional para dotar de suficiente gas a toda Europa.
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