En una España de posguerra, en la que la escasez y la hambruna describía al país y donde el sistema económico era la autarquía, el control de los recursos y la intervención del mercado por parte del Estado no era negociable. Del "Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan" de los años 30 se pasó a los 672 silos y 277 graneros que ofrecían capacidad para un total de 2.684.947 toneladas de grano en 1984, fecha en la que agoniza la Red Nacional de Silos y Graneros (RNSG) y con ella la vida útil de la mayoría de las catedrales del campo que todavía rompen el horizonte de la España rural.
La edificación de los silos, ahora y en 1945 -cuando se elabora el Plan General de la RNSG-, tiene el propósito de controlar el excedente de producción. La coyuntura de España en la primera mitad del siglo XX sacudió duramente al sector productivo, por lo que el acopio del cultivo fue una de las principales soluciones del Régimen para paliar la pobreza de grano y poder ser el gestor de la compra-venta del mismo.
La propuesta inicial de 437 silos y 631 graneros se optimizó y creció en favor de los primeros (más silos y menos graneros por su mayor rentabilidad) y las megalónicas estructuras de hormigón se construyeron por todo el territorio, aunque cobraron especial presencia en aquellos lugares donde abundaba el cereal.
Después de un dificultoso arranque en las décadas de los años 40 y 50, los 60 representan el mejor funcionamiento de la RNSG. Los últimos coletazos del franquismo sentencian el sistema, ya que una vez establecida la red, la llegada de la democracia y la ventana europea la dejan en un funcionamiento marginal de 1984 en adelante, cuando el Estado pierde el monopolio del grano. Una de las exigencias para fomar parte de la Comunidad Económica Europea fue acabar con el intervencionismo económico, por lo que una vez perdido desde el Gobierno el interés de la explotación de los silos y graneros cada día que pasa era un clavo más en su ataud.
Los silos cambian de manos
A medida que se acerca el nuevo siglo, el estado de los silos y graneros guardaba la misma esperanza que el de un condenado a muerte. Sin rentabilidad para el Estado, su mantenimiento se convierte en un problema, por lo que el Ministerio de Agricultura decide en 1996 ceder las infraestrucuturas a las comunidades autónomas.
Una vez en manos autonómicas, la carga de la administración de los silos y graneros pasó del Gobierno central a los autonómicos, que perdieron el poder sobre las construcciones en 2014. "La prolongada inactividad de las unidades de almacenamiento (silos) y la perspectiva de futuro en el mismo sentido, ha hecho que dichos inmuebles no sean considerados necesarios para el ejercicio de las competencias y funciones del Organismo. Por tal motivo se está procediendo a la enajenación de las unidades de almacenamiento de la Red Básica de Almacenamiento Público del FEGA", señala el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) en su apartado referente a la venta de silos y parcelas.
La nueva vida de los silos
La primera condición para resucitar a los gigantes de hormigón que rozan el cielo de la España vaciada tantos años después de su nacimiento fue establecer convenios para su gestión. "La recuperación del uso de los silos de la Red Básica se realizó en 2014 y 2015 para las comunidades autónomas de Aragón, Castilla y León, Extremadura, Madrid y La Rioja. En 2016 se recuperó el uso de los silos de la red Básica en Andalucía, mediante modificación del convenio firmada con fecha 23 de febrero de 2016", reza la FEGA.
La institución se ha hecho con el poder sobre los silos y graneros de seis comunidades autónomas -Andalucía, Aragón, Extremadura, Castilla y León, La Rioja y Madrid-. Desde julio de 2015 hasta enero de 2023, el FEGA ha vendido 73 silos en desuso por los que ha obtenido una cantidad total de 12.509.760,59 euros mediante subasta o adjudicación directa. La venta de mayor precio de un silo en España hasta el momento es la de la unidad de Montijo (Badajoz) por parte de MERCOGUADIANA S.L. por 982.001,33 euros.
Muchos de los compradores han sido los propios ayuntamientos de los términos en los que se levantaron las edificaciones, que o bien han recalificado el suelo o han optado por la demolición para la construcción de otras estructuras. Las entidades privadas que han pujado por los silos esconden otras voluntades. Los compradores se mezclan entre empresas de corte industrial que van a dar un uso relativamente similar al de los orígenes de las instalaciones y la opción de la rehabilitación y el aprovechamiento del esqueleto para un uso hotelero, como el es caso de Mirador El Silo, en Bello (Teruel). El establecimiento se inauguró en julio de 2015 y desde entonces contribuye a dinamizar la economía de esta zona rural.
En declaraciones a Europa Press, su propietario, Miguel Ángel Ayuso, explicó que el silo "estaba intacto, no tenía grietas ni nada, pero tuvimos que abrir los huecos de puertas y ventanas", un trabajo que "costó, porque es una edificación súper fuerte". Las instalaciones cuentan con 64 camas, distribuidas en habitaciones individuales, dobles y literas. Además, en la parte más alta, goza de un pequeño observatorio astronómico con un telescopio para la observación de las grullas, uno de sus atractivos.
Uno de las resurrecciones más llamativas es el del Teatro El Silo, en Pozoblanco (Córdoba), que cobró en 2006 un cariz totalmente distinto al original. El ejemplo de Pozoblanco es una excepción, ya que no hay ningún otro silo en España que se haya integrado en el ecosistema urbano como este espacio.
Diez de los silos de Castilla-La Mancha, una de las regiones que no han perdido el control sobre las construcciones, fueron en 2019 el lienzo de campañas realizadas por la Administración regional con importantes artistas internacionales en favor de la asociación Laborvalía para apoyar la integración social y laboral de personas con discapacidad. La acción, en la que se encontraba Okuda, tuvo continuidad dos años más tarde en Cantabria, tierra del artista urbano. Okuda dio color a seis silos ganaderos en Ajo tras el éxito de su intervención en el faro en una iniciativo de la Consejería de Industria, Turismo, Innovación, Transporte y Comercio y el Ayuntamiento de Bareyo para convertir el conjunto del faro y los silos en una ruta de arte urbana referente en España.
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