Ineficaz e insuficiente. Esta es la sensación que transmiten los profesionales del campo sobre la ayuda recibida por el Gobierno durante el 2022, año en el que el sector productivo fue zarandeado por las consecuencias de la guerra en Ucrania, la crisis energética y la escasez de producción. El Gobierno ha puesto a disposición de agricultores y ganaderos 851,5 millones de euros en ayudas directas para aplacar la situación y amortiguar la situación del último año; sin embargo, el precio en origen de productos básicos como ternera, cordero, cerdo, pollo, patata, cebolla, arroz o aceite, entre otros, se ha disparado un 62,7% de promedio si comparamos febrero de 2022 con el mismo mes de 2023, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
"Las aportaciones que han llegado al sector agrario pueden haber contribuido a la continuidad de empresas que atravesaban momentos delicados, pero lo que está claro es que aquellos que de verdad estaban en riesgo se han quedado por el camino. El goteo en el cierre de explotaciones es un hecho", señalan desde la Asociación de Jóvenes Agricultores. En mayo se conoció que el Gobierno destinaría 127 millones de euros en la línea de ayuda excepcional de adaptación para compensar las dificultades económicas derivadas del conflicto bélico en Ucrania, así como otros 64,5 millones que correspondían a España del mecanismo de crisis activado por la Comisión Europea. En diciembre, Moncloa anunciaba 660 millones de euros en ayudas directas para compensar a agricultores, ganaderos y pescadores por la subida del precio de carburantes y fertilizantes.
La COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), expone que la realidad de estas contribuciones es que "como balón de oxígeno vale, pero la verdad es que son insuficientes en muchos casos. Se agradecen, pero de ayudas no se vive".
El incremento del coste en los insumos agrarios no es el único factor que erosiona a los productores, ya que hay otras circunstancias, como la sequía, que ha diezmado la cosecha y ha provocado el alza de alimentos como el aceite o las hortalizas por una cuestión de oferta y demanda. "Meteorológicamente, la última campaña fue malísima. Todo se une en un cúmulo de cosas que le quita importancia a todas las ayudas que se han dado, que son bienvenidas pero no van a cambiar la realidad que tenemos en el campo. Se ha bajado la oferta de todo por las cosechas y han subido los costes de todo", explica Arturo Hernángomez, técnico responsable de ganadería y olivar de ASAJA.
El campo califica las ayudas de "parches"
El técnico de ASAJA asevera que la cascada de millones que ha llegado al campo desde el Gobierno no ha tenido el efecto deseado: "Han subido mucho los precios porque las ayudas son parches. Es como un suplemento que se nos ha dado para intentar repercutir poco el precio, pero al final no venían a solucionar nada, sino a contrarrestar el impacto que los agrarios han tenido que sostener".
Las organizaciones agrarias han hecho especial mención a la dificultad de las ganaderías, cuyo margen de maniobra para adaptarse a la tormenta perfecta que ha sacudido a los productores es menor. "En unos productos se puede repercutir más el incremento de costes que en otros. Por ejemplo, los ganaderos de vacuno no tienen la posibilidad de subir mucho el precio porque se quedan con las vacas y cada día que las tengan en sus tierras pierden más dinero", comenta Hernángomez, que incide en que, por norma general, "los cultivos ofrecen alternativas que el ganado no. Uno puede optar por cambiar el porcentaje de tierra que deja en barbecho de un año para otro o plantear alternativas; sin embargo, con los animales la única vía a veces es reducir la cabaña y vender la carne".
Las fuentes de COAG insisten en que no solo es cuestión de ayudas: "Vienen bien para tener liquidez en un momento determinado, pero lo que hay que intentar es que la cadena remunere al productor y que los precios que reciba estén por encima de los costes de producción. En algunos casos parece que se ha disparado el precio, pero es que en ocasiones se estaba produciendo a pérdidas.No hay más que ver el ejemplo del vacuno de leche, hace una década había unos 50.000 productores y ahora estaremos en unos 11.000".
Desde ASAJA trasladan que las medidas retumban con grandilocuencia, pero que a la hora de verdad se diluyen. "Hemos echado cuentas y por ejemplo, la compensación para los fertilizantes es equivalente al llenado de una abonadora. Se agradece pero se queda en nada", asevera Hernángomez. Asimismo, desde la Asociación de Jóvenes Agricultores lamentan la falta de soluciones para abordar el problema a nivel general: "Como decimos, las ayudas siempre son bienvenidas y aunque nos han parecido insuficientes, la situación general no se arregla con ayudas. Uno de los ejemplos más claros es la reducción del IVA en los alimentos básicos. Si pasas de un 4% a un 0 o de un 10% a un 5% y los gastos han crecido como lo han hecho... el resultado es ineficaz", concluyen.
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