Un calor inusual para la época y la sequía anticipada son el mejor aliado de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) para anticipar su descenso desde los nidos hasta un lugar para realizar la crisalidación. El mero roce con este insecto de entre 25 y 40 milímetros durante su trayecto es suficiente para provocar desde dermatitis, lesiones oculares, urticarias y reacciones alérgicas en humanos, hasta la muerte en animales. Niños y mascotas presa de la curiosidad se convierten en el principal receptor de esta intoxicación provocada por una oruga que, según advierte la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) "su presencia en las ciudades es cada vez más habitual debido a las condiciones climatológicas favorables".

La primera fase del ciclo vital de la procesionaria -de huevas a oruga, de oruga a crisálida y de crisálida a mariposa- se produce plena primavera; sin embargo, las altas temperaturas y la escasez de lluvias han generado un adelanto progresivo de la bajada de estos insectos de sus nidos y ha dejado las primeras eclosiones todavía en época invernal.

Las orugas convierten su pelaje en su arma de defensa a los obstáculos que aparecen durante su procesión. Los tricomas, nombre que reciben los pelos de la procesionaria están "listos para ejercer de dardos envenenados en el momento en sientan que se encuentran en peligro" apunta Jorge Galván, director general de ANECPLA. Las orugas procesionarias normalmente se encuentran en zonas boscosas, pero no es raro que aparezcan también en grandes parques y jardines urbanos. La amenaza es tal que importantes núcleos urbanos han apostado por abordar la plaga en los primeros meses del año para asi evitar el tránsito por los espacios urbanos.

Además de las causas climáticas, Sergio Monge, presidente de ANECPLA, incide en que "con el progresivo aumento de las restricciones a nivel legal de los productos biocidas que se venían aplicando para gestión, tan sólo ha quedado la endoterapia como único y más costoso tratamiento, que ha de ser aplicado siempre por profesionales especializados. Se trata de una técnica de control muy efectiva y respetuosa con el medio ambiente pero cuyo alto coste supone desgraciadamente un factor limitante, sobre todo en el caso de grandes masas arbóreas".

Efecto de la procesionaria en animales

Los efectos de este lepidóptero son especialmente peligrosos para los animales. Sus dimensiones, menos de 4 centímentros de largo, reducen la capacidad de amedrantar a los perros, que las tocan, olfatean, se las comen o incluso las rozan sin querer mientras pasean por una zona de pinos.

Cualquiera de los contactos mencionados puede resultar de gravedad para los perros, que se topan con las orugas tanto en el campo como en los parques y jardines urbanos. Desde ANECPLA, alertan de la importancia de estar especialmente pendientes en estos contextos. "La procesionaria produce una reacción anafiláctica en cavidad oral, fosas nasales o los ojos, así como la inflamación de la laringe o gastritis si el animal se traga al insecto", explica en conversación con El Independiente, Juanjo Pérez, veterinario en atención de urgencias a mascotas en la Comunidad Valenciana.

El veterinario comenta que "el perro sufre asfixia si la inflamación es importante, pero en la mayoría de los casos los dueños actúan rapido y vienen a la clínica", lo que es fundamental para evitar el fallecimiento de la mascota. Para ello, Pérez destaca síntomas identificativos como que "el perro trate de rascarse con la pata el hocico, hipersalivación, inflamación de los párpados, vómitos o enrojecimiento de los ojos y de la piel".

Pérez destaca la problemática que genera la procesionaria en la lengua de las mascotas: "Las toxinas puede producir la necrosis de la lengua y perder trocitos, o en casos más acentuados, hasta un 20-40%". El veterinario traslada a este diario el tratamiento habitual: corticoides de acción rápida, antiestamínicos, protectos gástrico, antibióticos y en situaciones muy graves hospitalización con fluidoterapia y analgesia. "Si el dueño lo ve y está cerca de casa, aplicar agua con clorhexidina con una jeringuilla, nunca frotar, y luego ir al veterinario", señala Pérez, que identifica abril como el mes con más casos en su experiencia.

Defoliaciones por procesionaria

En términos objetivos, la especie más perjudicada por la procesionaria es el pino, ya que es allí donde este insecto encuentra su alimento. Cuando las poblaciones de orugas son muy altas pueden generar la caída prematura de la hoja en el pinar. La superpoblación de orugas en el árbol provoca la merma en su crecimiento, lo que a mayor escala se traduce en la defoliación del mismo. La plaga resulta especialmente preocupante en el caso de los repoblados jóvenes.

Entre las técnicas más conocidas y económicas destaca la eliminación de los bolsones que fabrican las orugas para defenderse del frío, método que puede emplearse una vez formado el bolsón (mediados/finales de otoño o principio del invierno, dependiendo de las zonas), para impedir que las orugas provoquen defoliaciones importantes en el árbol.

En aquellos lugares en los que no se pueden eliminar bolsones, cabe la opción de emplear métodos complementarios como la colocación de algún modelo de trampa para capturar las orugas, con la finalidad de impedir que se formen procesiones y se entierren y forme crisálidas, y así posteriormente completen el ciclo. El empleo de trampas de feromonas de adultos no se considera un método de control en sí mismo, y solo podría resultar complementario al desarrollo de alguno de los anteriores en pies o pequeñas agrupaciones muy aisladas de otras masas de pinos.

La práctica más habitual en zonas periurbanas, parques y jardines es la endoterapia, que consiste en la inyección de un producto fitosanitario directamente en el tronco del pino, lo que impide que se vea afectado por la procesionaria, protegiéndolo durante uno o dos años.