El campo español se encuentra en la primera línea del impacto del cambio climático en la península. Los malos augurios de la ciencia siguen cumpliéndose como un guion y nuestro territorio vive la recurrencia de la sequía, un fenómeno natural de nuestro clima pero que el calentamiento global hace más habitual.

La siega de secano de 2023 va a superar los peores pronósticos. Los cultivos de secano se dan por perdidos en el sur peninsular, por la ausencia de lluvias. Comunidades como Andalucía, Extremadura, Murcia y Castilla-La Mancha ya no tienen siega, pero en zonas de Cataluña, Aragón y Castilla y León todavía guardan la esperanza de que un poco de agua salve parte de cosecha. 

“El secano está muy fastidiado. Yo llevo 42 años como agricultor cerealista en Villamayor de Campos (Zamora) y sí que hemos sufrido algún año así de malo, lo que no hemos tenido es tantos de manera consecutiva. En 2022, por ejemplo aquí en Zamora, tuvimos un 80% menos de cosecha de lo normal”, afirma José Roales, responsable de cereales de COAG. “El camino que llevamos, si no llueve en los próximos 10-15 días, es igual o peor”, añade.

Según este agricultor no solo está en peligro el trigo y la cebada, sino que hay muchísimos agricultores que tienen superficies forrajeras como alfalfa, avenas para forraje, vezas, guisantes y girasol que tienen un estado lamentable. “Los forrajes concretamente no se van a segar porque no ha llovido, se han secado y los que hay no tienen cosecha. Todo lo que depende de la lluvia está muy afectado”, asegura. “No podemos cuantificar las pérdidas todavía porque excepto en las regiones que no hay siega en el resto todavía podemos tener una cosecha relativamente aceptable dentro de las pérdidas, que ya las hay”.

Pero las previsiones de la Agencia Española de Meteorología no son buenas. Según Cayetano Torres, portavoz de Aemet, sólo se esperan algo de lluvias en Castilla León este fin de semana, que serían de carácter moderado y para las tres primeras semanas de mayo se esperan temperaturas más altas de lo habitual y ausencia de precipitaciones. No va a llover. 

Detalle de la sombra de un almendro sobre el suelo reseco de un campo en el sur de la Comunitat Valenciana. | EFE

Un nuevo año de pérdidas

“Para hacer una estimación: un cereal de cosecha como el trigo o la cebada puede dar un año normal 4.000 kilos, de los que los 3.000 kilos primeros son para cubrir los gastos, es decir, que si en vez de 4.000 kilos se cosechan un 80% menos, 800 kilos, no se llega a pagar ni un tercio de lo invertido, sin contar el coste del trabajo aportado”, afirma José Roales. “El seguro viene a amortiguar los gastos que hemos dejado en nuestra explotación, por lo que en el mejor de los casos el daño es que has trabajado gratis. Como esta problemática se repite ya en varios años los seguros suben los precios, pero la cobertura no asciende con el mismo ritmo”, añade.

El sistema español de Seguros Agrarios Combinados consta de 45 líneas de seguros agrícolas, ganaderos, acuícolas y forestales. Ofrece cobertura frente a los daños causados en las producciones. Las producciones y coberturas se establecen, de manera anual, en el Plan de Seguros Agrarios elaborado por ENESA (Entidad Estatal de Seguros Agrarios) y aprobado por el Consejo de Ministros. Según la Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados entre los riesgos agrícolas más habituales, y los que concentran mayores indemnizaciones, se encuentran los riesgos climáticos y adversidades climáticas (sequía, helada, tormentas de lluvia, viento o pedrisco, inundación, incendio…). 

En el caso concreto de la sequía, está incluida como riesgo en líneas de seguro de secano (como los cultivos herbáceos -cereal, leguminosas, oleaginosas, arroz…-, uva de vino u olivar). Según los datos de Agroseguro el crecimiento de la siniestralidad, a causa del cambio climático evidente.

“En los últimos años, el constatado cambio climático y el aumento de los fenómenos meteorológicos adversos y graves le han dado una importancia creciente al seguro, por ello es importante mantenerlo sostenible y adaptable. Las cifras de siniestralidad también se corresponden con un crecimiento de la contratación, impulsada por la necesidad creciente de agricultores y ganaderos de protegerse frente a la realidad climática, y a los graves siniestros que hemos sufrido en los últimos años: sequías, borrascas, nevadas, tormentas de pedrisco”, señalan desde Agroseguro.

“En 2022 con sequía se superaron los 762 millones de euros de siniestralidad del año 2012, hasta ahora el año de mayor siniestralidad, y también un año de sequía, el riesgo que genera mayores indemnizaciones. Hay que tener en cuenta que la recurrencia de las sequías se ha reducido en los últimos años. Se ha reducido desde los 7-10 años (1995, 2005, 2012) a un plazo mucho menor (2017, 2019, 2022, 2023)”, añaden.

La única solución es que llueva, no es cuestión de pedir dinero y ayudas

Jo´se Roales, COAG

Impacto en los precios

“Los agricultores trabajan para ganar dinero y el consumidor tiene que saber que al haber escasez de productos básicos como trigo, cebada o aceite de girasol los precios van a subir. La cuestión es que este incremento siempre lo sostienen el productor y el consumidor, los más vulnerables de la cadena, mientras que la industria y la distribución son los únicos que repercuten los sobre costes”, reflexiona Roales.

Según el secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, durante la presentación de los datos económicos de la industria de la alimentación y bebidas “estamos en un momento de muchísima incertidumbre y hay que guardar a ver el impacto que tenga la sequía", ha subrayado.

“La única solución es que llueva, no es cuestión de pedir dinero y ayudas. Se pueden proporcionar facilidades para cosas coyunturales, pero la solución real a este problema es que llueva. A mí no se me ocurre otra”, sentencia Roales.