Olas de calor, sequías y fenómenos meteorológicos extremos como lluvias torrenciales. Estos tres signos tan representativos del cambio climático que pone en jaque al campo español se barajan en el tiempo para dificultar la viablidad de las explotaciones agrarias. El último ejemplo de ello es la llegada de las ansiadas lluvias primaverales que riegan un secano que agoniza y, aunque en términos generales favorecen al campo, debilitan la cosecha de frutas de hueso y de hortalizas de temporada.
Melocotón, nectarina, ciruelos, albaricoque, cebolla, patata, alcachofa o brócoli son algunos de los alimentos que han tenido que interrumpir su recolección en su momento ópitmo debido a las lluvias que humedecen España en las últimas fechas. "Han sido muy positivas, sobre todo para los cultivos de secano y también han ayudado al regadío, porque se produce un gran ahorro de costes. Arrastramos una sequía muy fuerte desde hace tiempo; sin embargo, este agua provocar el engorde de la fruta madura y el posterior rajado de la piel", explica en conversación con El Independiente Isidro López, responsable de seguros agrarios de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA).
La complejidad respecto al regadío en la Comunidad Valenciana, una de las principales huertas del país, es extrema, ya que los agricultores habían empezado a regar tres meses antes que el año pasado y estaban consumiendo un 40% más de agua, según informa AVA-ASAJA.
Tal y como ha advertido AVA-ASAJA, se han producido años en algunas explotaciones por la duración de la DANA, ya que la excesiva humedad y la falta de radiación solar podrían provocar problemas en frutas de hueso, hortalizas de temporada, cítricos y uvas. El caso de la uva afecta a la variedad bobal, una de las más extendidas en la comarca Utiel-Requena, apunta López, que especifica que "la falta de calor y las bajas temperaturas a finales de mayo y principios de junio hace que la uva bobal sufra marchitez fisiológica. Los brotes se secan y se pierden".
Las exagerada descarga de precipitaciones en un breve periodo de tiempo en la Comunidad Valenciada ha desencadenado, sobre todo en comarcas centrales y áreas hondas cercanas a cauces y barrancos en campos anegados, arrastre de tierras y rotura de márgenes, muros y otras infraestructuras agrarias.
Pedrisco y pudrición
La amenaza de las precipitaciones inquieta a un sector determinado del campo. Las lluvias han sido especialmente reconfortantes para cultivos de secano como la almendra, la algarroba y el olivar, cuya afección era especialmente grave por sus carencias hídricas durante las fases de floración y cuajado. Esta necesidad, además de en las frutas de hueso y en las hortalizas de tempora, no se comparte siempre en los cítricos.
Según indica López, a los cítricos no les va bien en períodos de lluvia muy prolongados: "Puede suceder como el año pasado o en 2020, que se produjeron problemas en la floración. Cabe la posibilidad de que las lluvias durante la floración produzcan la pudrición de la flor".
Las formas en las que el agua cae del cielo son tambien determinantes. El pedrisco, definido por la RAE (Real Academia Española) como "piedra o granizo grueso que cae de las nubes en abundancia y con gran violencia", ha ocasionado daños recientemente en cultivos de varios puntos de la geografía española. La Comunidad Valenciana y Murcia son dos de las regiones más afectadas, aunque Castilla y León, autonomía con un clima muy distinto, también lo ha vivido esta primavera .
Europa Press recoge que Agroseguro ha recibido partes de siniestros motivados por tormentas y por el fuerte pedrisco sobre parcelas de cereal de invierno y de leguminosas de distintas provincias de Castilla y León y por heladas tardías en viñedos.
Los datos de Agroseguro evidencian que un "intenso frente de granizo" a finales de abril atravesó de oeste a este la provincia de Burgos y provocó daños en más de 20.000 hectáreas de cereal de invierno y leguminosas y en explotaciones de la zona limítrofe entre Valladolid y Zamora, o en el tramo situado entre Soria y Calatayud (Zaragoza).
López señala que el granizo "daña todos los frutos sobre los que cae", pero el perjuicio aumenta si ese terreno es viñedo como el caso de la uva bubal extendida en Utiel-Requena. Además, el frío que acompaña en muchas ocasiones a este tipo de precipitacón debilita aún más las uvas.
Los partes de siniestro por pedriscos suman más de 34.000 hectáreas en 2023 de productores asegurados en hasta 33 provincias españolas. López, responsable de seguros agrarios de AVA-ASAJA, aconseja a los agricultores que aseguren sus tierras: "El seguro agrario contempla los casos mencionados. Es fundamental", ha concluido.
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