A nivel mundial, el 77% de los ancianos reciben una pensión. Pero en los países de ingresos bajos solo lo hacen el 23%, y en los países de ingresos medios, el 40%, mientras que en aquellos de ingresos altos el porcentaje es del 98%. Es la razón por la que la Organización Internacional del Trabajo ha recordado este jueves la necesidad de crear pensiones y de subirlas en los países en desarrollo, insistiendo en que la evidencia muestra que aumentaría su PIB per cápita en un 15% en diez años, y que reduciría la pobreza extrema en 6 puntos, ahora mismo en el 15% en esos mismos estados.
"La financiación de la protección social es difícil, pero no imposible", sostiene la OIT en su nuevo Observatorio sobre el mundo del trabajo. Y proporciona cálculos concretos: para los países en desarrollo, el coste de proporcionar una pensión básica de jubilación que se limite al umbral de la pobreza nacional equivaldría al 1,6% del PIB (2,3% en el caso de los países de ingresos bajos y 1,5% en el de los de ingresos medios-bajos), un gasto que considera mínimo para los efectos positivos que provocaría.
"Los beneficios de las pensiones de vejez van más allá de atender las necesidades inmediatas de las personas mayores. La baja cobertura de las pensiones es un signo preocupante de falta de inversión en protección social, pero también ofrece la ocasión de fomentar el desarrollo sostenible y la justicia social. Las pensiones proporcionan seguridad de los ingresos a las personas de edad avanzada, las protege contra las privaciones materiales y la exclusión social, y pueden beneficiar a otros miembros del hogar", recoge el informe del organismo.
"Sin embargo, los efectos beneficiosos de las pensiones van más allá de esta transferencia directa de ingresos. La perspectiva de percibir una pensión en la vejez modifica el comportamiento de los jóvenes en el mercado laboral y en otras áreas, aumentando el crecimiento económico y reduciendo la desigualdad de ingresos. Siempre y cuando el compromiso con las pensiones sea creíble, esto ocurre incluso en países donde las personas de edad avanzada representan una pequeña parte de la población y, por lo tanto, donde lograr la cobertura universal es relativamente fácil. Este efecto amplificador hace de las pensiones de vejez una eficaz palanca política en los países en desarrollo".
Mejorar pensiones para impulsar el PIB
¿Cómo puede impulsar un sistema de pensiones mínimo el crecimiento económico de un país? Por un lado, porque cuando una población no tiene ingresos de jubilación garantizados, tiende a tener más hijos, buscando que estos le proporcionen ayuda durante la vejez. La organización recuerda que este efecto ha sido "ampliamente reconocido" en la literatura económica, y aporta que se ha estimado que un descenso de la fecundidad del 1% provoca un aumento del crecimiento del PIB per cápita del 0,6% a lo largo de 20 años.
Por otro, si se amplía la cobertura de las pensiones de jubilación se facilita la transición hacia empleos con mejores condiciones laborales y más productivas para la economía del país, por ejemplo, impulsando a los trabajadores fuera del mundo agrícola. E impulsar el cambio de una economía muy dependiente del trabajo agrícola "es fundamental para aumentar la productividad", de manera que reasignar trabajadores a otros sectores puede impulsar el crecimiento económico.
Además, hay que tener en cuenta que no estaríamos hablando de un crecimiento puntual. "Los efectos positivos de la cobertura universal de las pensiones de vejez en el mundo en desarrollo serían importantes y duraderos. Al combinar esta evidencia histórica con los datos actuales sobre la cobertura de la protección social, los resultados de la simulación indican importantes efectos beneficiosos de la introducción de pensiones de vejez universales en los países en desarrollo", recuerda la Organización.
"El PIB per cápita de dichos países aumentaría en un 14,8% en 10 años, frente a una hipótesis en la cual las tasas de cobertura vigentes no registran variación. Más allá del periodo de 10 años, los efectos se dejarían sentir durante mucho tiempo. En 20 años, la contribución demográfica al PIB per cápita aumentaría otros 3 puntos porcentuales".
Además, esa prosperidad repercutiría en un "descenso sustancial de la pobreza y la desigualdad de ingresos", y tendría efectos sobre la igualdad de género, puesto que reduciría la brecha de género de los ingresos procedentes del trabajo. Del mismo modo, tendría efectos positivos sobre la salud y la educación de las mujeres. "Estos nuevos datos justifican sobradamente la inversión nacional en los sistemas de protección social universal y la ayuda financiera internacional para los mismos, en particular en estos tiempos de crisis múltiples", concluye la OIT.
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