La economía española creció el año pasado más de lo previsto, sobre todo en el segundo trimestre, tal y como lo ha constatado el INE en su última revisión de datos estadísticos. También el avance de la actividad durante el primer trimestre del año ha sorprendido al alza, al registrar un crecimiento del 0,5%. Y todo ello ha llevado a que el Banco de España, al igual que muchos otros analistas, ha revisado sus pronósticos de PIB hasta el 2,3%, siete décimas por encima de lo que estimaba en marzo y superando, por una vez, las estimaciones del propio Gobierno de España, que por el momento apuntan a un crecimiento del 2,1% en el conjunto de 2023. También ha recortado en cinco décimas su pronóstico de inflación media anual hasta el 3,2%.
Pero las perspectivas sobre los avances de la economía no son mucho más favorables ahora que hace tres meses, y hay un importante número de riesgos que amenazan la todavía pendiente recuperación de los niveles de PIB previos a la pandemia del coronavirus. Es por eso que el supervisor pide cautela. Los indicadores por el momento son positivos, a nivel global la evolución está siendo favorable, pero las subidas de tipos de interés y la todavía fuerte inflación aún impactarán en el consumo de forma inevitable, incluso haciendo crecer los precios el próximo año por encima del presente.
"Entre las principales fuentes de incertidumbre que presionan a la baja el crecimiento estarían las dinámicas más recientes del mercado de trabajo, los indicadores de confianza, y si se confirmasen esas señales de debilidad habría que revisar a la baja las previsiones de crecimiento", ha avisado el director general del departamento de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, en la presentación de sus nuevas Proyecciones macroeconómicas de España 2023-2025. "No estamos aumentando el crecimiento del PIB porque pensemos que la economía española vaya a crecer a futuro más de lo que pensábamos que lo iba a hacer en marzo", ha insistido también Gavilán.
El supervisor no varía así sus previsiones sobre la evolución del PIB durante los próximos trimestres, que realmente se verá influida en sentido contrario por diferentes factores. Del lado positivo, impulsarán el crecimiento el dinamismo del mercado laboral, que acelerará el consumo de los hogares; los fondos europeos, que darán lugar a una mayor inversión empresarial; la bajada de la inflación y las exportaciones de bienes y servicios no turísticos. Del lado negativo, el Banco prevé que el endurecimiento de la política monetaria repercuta negativamente en la economía, de la misma manera que sucederá con la eliminación de las ayudas que el Gobierno aprobó para hacer frente a los altos precios.
Una inflación que volverá a subir a partir de junio
El Banco ha revisado su pronóstico de inflación al alza, y ahora espera que el IPC medio de 2023 se sitúe en el 3,2%, frente al 3,7% que estimaba en marzo. Sin embargo, advierte de que a partir de junio, cuando espera que el IPC aumenten por debajo del 2% en comparación con el mismo mes del año pasado, la tasa volverá a repuntar por el efecto base, como se conoce la comparación con el año anterior.
La caída de los precios energéticos del segundo semestre del año pasado provocará que este ejercicio el IPC vuelva a remontar, y también que el crecimiento medio de los precios en 2024 se sitúe por encima del de este ejercicio, hasta quedar en el 3,6%. "Solamente después se reducirá por debajo del 2%", ha apuntado Gavilán. En el caso de la inflación subyacente, la que excluye los precios de la energía y de los alimentos, el supervisor ha variado su previsión en dos décimas al alza, quedando en el 4,1%.
Dicho eso, por el momento el Banco no cree que la inflación ni la subida de tipos de interés vaya a repercutir tanto en el consumo como para provocar una caída en su tasa, y espera que en los próximos trimestre crezca pese al recorte que experimentó en el primer trimestre. En ese sentido Gavilán ha concretado que el endurecimiento de la política monetaria siempre reduce el consumo y frena las decisiones de gasto -ese es el objetivo de la medida, de manera que un menor gasto frene el alza de la inflación-, pero se trata de una consecuencia que suele llegar alrededor de un año y medio o dos después. "Eso no quiere decir que no esté teniendo ya algunos efectos adversos", ha manifestado. Pero por el momento aún será un efecto que se manifestará algo más tarde.
Para entender estas previsiones también hay que tener en cuenta el contexto a nivel internacional, que se aprecia favorable, con los precios de la energía y los cuellos de botella retrocediendo en todo el mundo, a la par que los mercados de trabajo exhiben fortaleza de forma generalizada. Además, recientemente los bancos centrales están moderando el endurecimiento de sus políticas monetarias, lo que mejora las expectativas de consumidores y empresas de cara al futuro.
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