"Tsunami burocrático". Así es como han bautizado desde COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) a "la acumulación de normas europeas y estatales y sus continuas actualizaciones" que según denuncian han provocado el desconcierto y la incertidumbre en los ganaderos de porcino. Jaume Bernís, responsable porcino de COAG y representante en Copa-Cogeca, ha señalado en conversación con El Independiente el descontento del sector ante "el aluvión de normativas en materia de bienestar animal están provocando el desconcierto y la incertidumbre entre los ganaderos".

"Las continuas actualizaciones en materia de bienestar, junto con la subida de los costes de producción y unos márgenes de rentabilidad ajustados, no dejan tiempo al ganadero para amortizar inversiones", destaca Bernís, que incide en la necesidad de "exigir primero un estudio de impacto". El responsable de porcino aqueja que estas decisiones "no se pueden tomar por haber recogido un número de firmas, aunque sea alto sino por su efecto en el medio, que es lo que hay que hacer cuando se quieren aplicar normativas más estrictas que las de la Unión Europea". Estas decisiones no se pueden tomar por haber recogido un número de firmas, sino por su efecto en el medio.".

COAG pone como ejemplo del "tsunami burocrático" los efectos sobre una granja de 2.000 cerdos en modelo de integración. "Supondrá una reducción de ingresos del 11% para las granjas de porcino, con pérdidas de 8.000 euros anuales en una granja tipo de 2.000 cerdos en modelo de integración". Desde COAG se reclama un periodo transitorio superior a los dos años para que la normativa española y comunitaria no se solapen en el tiempo.

"Incertidumbre y malestar" entre los productores

Tal y como explica Bernís, en España "hay incertidumbre, preocupación y malestar" entre los productores de porcino porque se cree que se pretende aplicar una norma que quizá Europa la cambie más tarde. COAG considera que todos los esfuerzos e inversiones que hagan los ganaderos para adaptarse a las exigencias de la normativa estatal pueden no servir para nada si en unos años llega otra actualización desde Europa.

"Las normas se solapan y, cuando todavía no se ha conseguido amortizar una inversión, ya tenemos que afrontar la siguiente", señala Bernis, propone una moratoria en el cumplimiento de la normativa nacional teniendo en cuenta que, desde Europa llegará una actualización "que nos obligará a nuevas inversiones y adaptaciones en nuestras granjas".

Bernís argumenta que "el daño de las políticas actuales en la Unión Europea, donde en los últimos 12 años se han perdido cinco millones de agricultores y ganaderos" es evidente. "Cuando un dato es tan flagrante, aunque no sea solo por estas normativas, uno debería reflexionar si las políticas ambientales que se imponen en Europa ayudan a preservar las explotaciones agrarias o a cerrarlas.

Asimismo, a nivel nacional ha entrado en vigor la modificación del Real Decreto 1135/2002 que implica, o bien una reducción de la densidad en las granjas entre un 7 y un 12%, o afrontar unas inversiones para una posible ampliación de las explotaciones que, "además de gastos, conlleva unos trámites burocráticos imposibles de afrontar con el periodo transitorio de dos años que se ha concedido".

Los productores apuntan que el Ministerio de Agricultura ha aprovechado la "oportunidad" que ofrece el Reglamento 2017/625 para abrir la puerta a que las autoridades competentes puedan tener en cuenta resultados de auditorías de empresas privadas para sus propios controles oficiales. "Son cargas administrativas desproporcionadas e irracionales que no supondrán mejoras reales en la aplicación de las normativas estatales y europeas en materia de bienestar animal", indica Bernis.

A la problemática del sector porcino se une la nueva PAC (Política Agraria Común) -que liga cada vez más los cobros a actuaciones para el cuidado del medioambiente-, las prohibiciones a fitosanitarios que luego sí se permiten a terceros países, la gestión de especies como el conejo o el lobo y la recién aprobada Ley de Restauración de la Naturaleza dibujan un futuro que desde el campo no es si quiera planteable: «Es un ir sumando a diferentes temas que se nos están poniendo encima de la mesa y parece que el día a día nos absorbe y no nos damos cuenta de que nos están ahogando por otro lado», indica Bernís.