Las cifras récord de exportaciones del primer semestre del año dadas a conocer esta semana por el Gobierno tienen una doble lectura y empiezan a generar preocupación entre las empresas españolas que se dedican al negocio exterior. Las exportaciones españolas de bienes cayeron un 4% en el trimestre de abril a junio frente al mismo período del año pasado.
La pérdida de dinamismo del sector exterior provocado por la debilidad de la demanda internacional está activando las primeras alertas sobre el devenir de la economía en el segundo semestre del año. La caída respecto al trimestre anterior es del 5,3%.
Aunque las exportaciones españolas crecieron un 4,7% en valor frente al mismo periodo del año anterior, con un récord de 199.951,2 millones de euros, esto se debió principalmente a un incremento de los precios del 7,1 %. En volumen se redujeron un 2,2% interanual.
"Estos datos pueden ser el preludio de una importante ralentización del crecimiento económico de España", dicen desde el Club de Exportadores e Inversores Españoles. Y recuerdan que no solo se ha reducido la demanda extranjera por nuestros productos sino también la demanda española de productos extranjeros.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en la estadística del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo no están incluidos los servicios como el turismo. Algo que está yendo bien.
Como punto positivo, los expertos señalan la reducción del déficit en la balanza comercial, que bajó hasta los 16.420,4 millones de euros, cuando alcanzó los 31.963,2 millones en el mismo periodo de 2022. Si se excluyen los productos no energéticos hubo un superávit de 285 millones de euros, frente al déficit de 6.069 millones de euros en el acumulado hasta junio de 2022. Por su parte, y el déficit energético alcanzó los 16.705 millones de euros, inferior al déficit de 25.894 millones en el mismo periodo de 2022.
Los exportadores también alertan de que durante los últimos cinco años, la exportación española de bienes ha ido perdiendo paulatinamente cuota de mercado internacional, al haber crecido menos de lo que lo ha hecho el comercio mundial.
Aunque la tendencia es positiva, en los últimos meses han aparecido signos de desaceleración (caída de nuestras ventas al exterior en volumen), y nuestro país representa hoy "una parte menor de los intercambios internacionales que hace cinco años". En el sector preocupa que la poca pujanza o estancamiento del PIB de muchos países, a lo que hay que sumar el incremento de los tipos de interés, que provocan una reducción de la actividad económica en muchos mercados claves para España.
Un reciente informe del Banco de España hecho público a comienzos de agosto alertaba ya de la posible ralentización por la subida de los tipos y ponía el acento sobre el deterioro de la competitividad de las manufacturas más intensivas en energía. "Cabe esperar que el endurecimiento generalizado a escala global de las condiciones financieras limite el vigor de las exportaciones españolas, al menos a través del canal del tipo de cambio, que constituye uno a través de los cuales opera la transmisión de la política monetaria", avisa el organismo supervisor.
En las filas del Gobierno en funciones, pendiente de formar un nuevo Ejecutivo tras la conformación del Congreso y el Senado, el ministro de Industria Comercio y Turismo, Héctor Gómez, rebosaba optimismo. "Estos datos demuestran que el sector exterior es uno de los motores de nuestra economía y que la competitividad de las empresas españolas en los mercados internacionales destaca la calidad y la innovación constante", aseguró.
"Las exportaciones están comprometidas porque estamos en un escenario de crisis global, en el que todos los datos apuntan que el precio de la energía seguirá subiendo", recuerda Eduardo Irastorza, profesor de EAE Business School. Esto supone un lastre para la competitividad. Además, pone especial atención en la competencia de países emergentes que pueden hacer daño a sectores clave como el agroalimentario. "Muchas de las frutas y verduras se cultivan en el norte de África", añade.
Pero frente a todo este panorama, la asociación que representa los intereses de los exportadores reclama medidas de apoyo empresarial, así como una reducción de la presión fiscal sobre las empresas para evitar la pérdida de competitividad frente a otros países de nuestro entorno. Llaman la atención también sobre el hecho de que en el primer semestre ha caído un 7,3% el número de exportadores regulares, tras un descenso del 3,2% en 2022. El 67% de las exportaciones, aseguran, lo controlan tan solo 1.000 empresas.
¿Y qué sectores son los que lo tienen más complicado en este contexto? El Banco de España señalaba en su informe directamente al sector de los vehículos. "Las incertidumbres también afectan a la capacidad de crecimiento de las exportaciones de automóviles, cuya consolidación a medio plazo requiere una mayor especialización en la producción de vehículos eléctricos", explica el organismo que preside Pablo Hernández de Cos.
Su informe dejaba un recado al Gobierno saliente por el manejo de los fondos europeos y aseguraba que "resulta necesario un diseño adecuado de los Perte relativos al transporte y a la transición energética, que permita que dichas inversiones puedan constituir una palanca de impulso de la capacidad competitiva de esta industria en nuestro país". De momento, la estadística de Comercio refleja un incremento interanual del 28,3% en el primer semestre del año por las mayores ventas de automóviles y motos en particular a Turquía, Francia y, en menor medida, Italia y Alemania.
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