La eterna mirada al cielo de agricultores y ganaderos encuentra con la llegada del otoño sus primeras recompensas. Las fuertes lluvias se han hecho sentir especialmente en Castilla y León, Galicia y en la mitad norte de Extremadura, lugares donde se concentra gran parte de la cabaña ganadera española. Además, el agua facilita la siembra de cereales de invierno como el trigo, la cebada y el centeno, labor que se prolonga desde octubre a febrero.
El paso de borrascas como Alaine y Bernard en la Península han protagonizado el inicio del otoño en España. Las alertas por viento, lluvias y oleaje se han sucedido en lo que va de octubre, mientras, los agricultores de las zonas cerealistas y los ganaderos de extensivo disfrutaban del desahogo de las nubes. "Salvo en casos extremos, estas lluvias han sido más que positivas para los grandes cultivos del país", indican fuentes de los servicios técnicos de ASAJA (Asociación Agraria Jóvenes Agricultores) en conversación con El Independiente.
Desde la organización agraria consideran que las conclusiones se sabrán una vez finalizada la borrasca Bernard, aunque precisan que "seguimos en una situación de sequía en la mayoría del país. Lo normal es que los embalses se empiecen a recuperar a partir de ahora. La valoración solo puede ser positiva. Que empiece a hacer el tiempo que corresponde al otoño es una gran noticia. Tenemos la esperanza de que las precipitaciones se generalicen y se regularicen, ya que el problema es que cada vez llueve peor porque las precipitaciones se concentran y no se espacian en el tiempo", apuntan los servicios técnicos de ASAJA.
Grandes cultivos beneficiados por las intensas lluvias
Entre el 11 y el 17 de octubre, se acumularon más de 30 l/m2 en amplias zonas la cornisa cantábrica, Galicia, gran parte de Castilla y León, Extremadura, oeste de Andalucía, zonas costeras de Cataluña y las islas orientales del archipiélago balear, según AEMET (Agencia Estatal de Meteorología)
En ASAJA consideran que las lluvias de octubre serán positivas para los que en estas fechas son los grandes cultivos del campo español: la aceituna y loa cultivos herbáceos. "A la aceituna le vienen fantásticas estas lluvias. Habrá sitios donde el temporal cause daños, pero para que se entienda, se va a ganar más aceite del que se va a perder. A la aceituna y al olivo le viene fenomenal este agua", precisan en ASAJA.
La sensación transmitida desde el campo es de "alivio e ilusión". Las fuentes de los servicios técnicos de ASAJA destacan la importancia de estas lluvias de cara a la sementera de cereales de invierno como el trigo, la cebada y el centeno. En España se cultiva una media de 6 millones de hectáreas de cereales, lo que le convierte en "el sector con mayor base territorial y con distribución a lo largo de todo el territorio", según recoge el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. De la superficie sembrada de cereales en 2020 (excepto arroz), casi el 94% corresponden a cereales de invierno.
"Si estuviésemos labrando sobre seco sería desastroso. La situación de costes es complicada, pero al menos ha llovido y eso anima a que la gente siembre porque se dan condiciones más favorables para la semilla. Si hay tempero se facilita la implantación y se asegura que las labores de preparación, abonado y siembra se hagan en unas condiciones favorables", precisan desde ASAJA.
Un respiro para la ganadería extensiva
La ganadería extensiva ha estado expuesta a grandes amenazas en el último año, como la gripe aviar, la viruela ovina, y la tuberculosis y la Enfermedad Hemorrágica Bovina; sin embargo, las lluvias dan un respiro a los ganaderos. "Para los pastos este agua es la salvación", celebran en ASAJA.
Los técnicos de la asociación agraria señalan que lo ideal sería tener "una otoñada en condiciones" antes del frío invernal, de manera que el pasto crezca lo suficiente y así reducir la utilización de piensos: "El complemento alimenticio ha moderado su valor respecto al año pasado, pero sigue siendo caro. Por no hablar del problema con los forrajes y la paja, que el precio es desorbitado".
El descenso de las temperaturas que acompaña a las precipitaciones se convierte en un arma fundamental para combatir la Enfermedad Hemorrágica Bovina, cuyo culpable es el mosquito culicoides, el mismo insecto que transmite la enfermedad de la lengua azul. Con la bajada de temperaturas, la previsión es que el mosquito muera y acabe la propagación.
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