Desaceleración, desaceleración y desaceleración. Es la palabra que más se ha repetido a lo largo de los últimos meses para describir lo que la economía española iba a experimentar en el segundo semestre de este año. Incluso el Banco de España no descartaba en octubre una caída del PIB intertrimestral por la subida de tipos, la guerra en Gaza y otros factores que debían estar lastrando la confianza, el consumo o la inversión. No se ha cumplido: los datos de contabilidad nacional han confirmado este viernes que España creció un 0,3% en el tercer trimestre, tal y como adelantó el mismo Instituto Nacional de Estadística (INE) hace 15 días.
Sí, es menos de lo que avanzó en el primer trimestre (0,6%) y de lo que lo hizo en el segundo (0,4%), pero una buena noticia en medio del escenario contractivo que atraviesa la zona euro (su PIB cayó un 0,1% este tercer trimestre, después de no crecer ni caer dos trimestres consecutivos, más crecer 0,2% en el segundo), en un momento marcado por el enfriamiento de la actividad que buscan provocar las subidas de tipos de interés y también por la fuerte inflación, dos factores que deberían estar notándose en el consumo.
El consumo continúa siendo el principal motor de la economía, y así se espera que continúe sucediendo el año que viene, sobre todo gracias a los -moderados- incrementos salariales que este año sí se están produciendo, y a la buena evolución del empleo. Los datos del INE confirman, de hecho, que este tercer trimestre el consumo de los hogares ha recuperado el nivel de compras previo a la pandemia al crecer un 1,4% intertrimestral, aunque ya se esté frenando la confianza de los consumidores a la hora de hacer grandes compras. En este marco, organismos como el Banco de España esperan que el cuarto trimestre la actividad se expanda otro 0,3%.
"El PIB registró en el tercer trimestre un crecimiento del 0,3%, confirmándose la positiva evolución de la economía española. Este crecimiento diferencial es muy relevante en un contexto de elevada incertidumbre internacional, subida de los tipos de interés y estancamiento de la zona euro", han valorado desde el Ministerio de Economía, en unos comentarios distribuidos a los medios.
La inversión se situó en negativo, en tanto que registró un descenso del 0,6% tras dos trimestres en positivo, con la inversión en vivienda bajando al 2,5%, frente al incremento del 3,4% del trimestre precedente. También cayeron las exportaciones y las importaciones (un 4,1 y un 2,9%), y lo hicieron en mayor medida que en el segundo trimestre, su primer trimestre contractivo del año. Aun así, en conjunto la demanda nacional y no el sector exterior es quien ahora sostiene la economía, al crecer un 0,8%. Hay que recordar que España ya lleva una década registrando superávit en su balanza por cuenta corriente, contra la tendencia histórica.
Por sectores, el de los servicios fue el protagonista, al tirar de la economía como suele suceder todos los veranos (+0,9%). En cambio, la agricultura, la industria y la construcción lastraron la economía (-4,3%, -0,7% y -0,7%). En términos interanuales, el PIB creció este tercer trimestre un 1,8%, frente al 2% del segundo trimestre. Es la tasa interanual más moderada desde el primer trimestre de 2021, y en su totalidad procedió de la demanda nacional, que aportó 1,8 puntos. La demanda externa, según estadística, contribuyó con 0 puntos, dos décimas más que en el trimestre anterior.
El PIB de 2024 quedará en el 2,4%
A falta de conocer los datos del cuarto trimestre, todo apunta a que se cumplirán las previsiones del Gobierno, que recogen que el PIB terminará 2023 creciendo un 2,4%. El resto de pronósticos macroeconómicos arrancaron estimando un crecimiento del 1,6% o 1,4%, pero las revisiones de los datos el INE, más la fortaleza mostrada en comparación con el exterior y el vigor del consumo han batido esos pronósticos. Esa misma revisión lleva a que este tercer trimestre el PIB esté un 2,1% por encima del nivel prepandemia, pese a que hasta este septiembre parecía que aún no lo habíamos conseguido.
De cara al próximo año, ahora las perspectivas apuntan de nuevo a un crecimiento de entre el 2% -cifra del Gobierno- y el 1,4% -cifra de la OCDE, muy cerca del 1,6% del Banco de España-. Se produciría así cierta ralentización que no continuaría el año siguiente, puesto que las previsiones recogen un crecimiento del entorno del 2% en 2025. Aquí la principal dificultad vendrá del lado de la inflación, puesto que el Ejecutivo deberá decidir si retira o no las medidas de ayuda y eso tendrá un impacto directo en las cifras macro.
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