Este martes, el Gobierno decidió prorrogar la mayor parte de las medidas de apoyo a la economía que venía aplicando desde que se dispararon los precios de la energía. El transporte público continuará bonificado todo 2024, el IVA de los alimentos básicos seguirá suprimido hasta junio y se mantendrán los impuestos extraordinarios a las energéticas y a la gran banca. Las rebajas a los impuestos de la luz sí se retirarán, pero de forma progresiva para no provocar un fuerte cambio en su precio. El lector pensará que la extensión de todas estas ayudas tendrá un coste importante para el Gobierno, y es cierto, pero también alumbrarán una ventaja clave que los ministros han calibrado cuidadosamente: impulsarán el crecimiento económico.
En un contexto en el que las instituciones que realizan análisis macroeconómicos están recortando sus previsiones para el próximo año, crecer unas décimas más o menos no es un tema baladí para el Ejecutivo. En general, los organismos esperan que España crezca el próximo año alrededor de un 1,6%, tras haberlo hecho un 2,4% este ejercicio. Es decir, una ralentización en toda regla de la que no es completamente responsable el Gobierno -ya que en parte viene condicionada por la debilidad europea, la erosión de la capacidad adquisitiva y el endurecimiento de las condiciones financieras-, pero que sí tiene la capacidad de remediar. O al menos, en parte.
Según el último informe trimestral de la economía española del Banco de España, la prórroga de la reducción del IVA de los alimentos más la subvención al transporte público hasta junio y diciembre, respectivamente, impulsarán el crecimiento del PIB tres décimas. Es decir, que la economía crecerá unos 3.600 millones más gracias al mantenimiento de ambas medidas, tal y como se ha decidido este martes, y en parte también gracias a los menores precios de la energía que se prevén para los próximos trimestres.
La economía crecerá unos 3.600 millones más gracias a la rebaja del IVA de los alimentos y a la bonificación del transporte público
En el momento de publicación del citado informe, el Banco no conocía qué decisiones tomaría el Gobierno en este Consejo de Ministros, y por eso el documento especifica que en el caso de que el Ejecutivo decidiese extender todas o parte de las medidas relacionadas con los precios de la energía "podría redundar en 2024 en una mayor moderación de la inflación y en un mayor dinamismo de la actividad". Con todo, también advierte de que cuando decaigan provocarán el efecto opuesto: más inflación y menos crecimiento. "A partir del momento en que estas medidas expirasen, se observarían efectos sobre la actividad y los precios de signo contrario", recoge.
Las medidas, claves para controlar la inflación
Algo que ha pasado muy desapercibido es el impacto que tienen las medidas del Gobierno en los datos del IPC. Según vaticinó el mismo supervisor el pasado junio, la inflación media de 2024 rondaría el 4%, frente al 3% de 2023. Y sí, las culpables serían las medidas de ayuda. Tal y como explicaron entonces desde el Banco a este periódico, si las ayudas se retiraban de Golpe -como en un principio parecía que era el plan- la fuerte subida del IVA que ahora está suprimido o reducido produciría un incremento matemático e irreversible de la inflación, hasta el punto de dejar el IPC del próximo año por encima del de este.
Por ese mismo motivo, cuando el Banco conoció que el Gobierno planeaba prorrogar la rebaja del IVA de los alimentos y la bonificación al transporte público, modificó su previsión de inflación de 2024 y la dejó un punto por debajo, en el 3,3%. "La revisión de 2024 se explica, principalmente, por los nuevos supuestos sobre los que descansan las proyecciones, que contemplan unos menores precios de la energía para los próximos trimestres y una prórroga de la reducción del IVA de los alimentos y de la subvención al transporte público hasta junio y diciembre de 2024, respectivamente. Por su parte, la revisión al alza de la inflación general prevista para 2025 se debe, fundamentalmente, a la expiración de dichas prórrogas". Para 2025, el supervisor espera una inflación del 2% de media.
El consumo, el principal motor de crecimiento
Pero, ¿es tan importante impulsar el consumo? Y, sobre todo, ¿qué contraprestación tiene esto, qué se sacrifica a cambio? Actualmente el consumo de los hogares está ejerciendo de gran salvador de la actividad del país, y está previsto que continúe siendo el principal motor a lo largo de los próximos tres años. Los tipos de interés están subiendo, el ahorro desciende, pero los incrementos salariales y las buenas perspectivas a futuro mantienen -por ahora- a los consumidores optimistas.
El principal soporte de la actividad será la demanda interna"
banco de españa
"El principal soporte de la actividad a lo largo del horizonte de proyección será la demanda interna", dice el Banco de España. "Por un lado, el consumo de los hogares se verá favorecido por el aumento de las rentas reales, en un contexto de moderación de las tasas de inflación y de creación de empleo e incrementos salariales en un mercado laboral relativamente dinámico. Por otro lado, la formación bruta de capital también actuará como un importante motor del crecimiento". En principio, el consumo privado crecerá un 2,3% el próximo año, más del 2,2% que lo ha hecho este, y frente al 0,8% que se espera que aumente el consumo público en el próximo ejercicio.
El consumo va a comportarse así, como "principal motor del crecimiento en 2024", pese a que la subida de tipos de interés empezará a tener consecuencias en el crédito que piden las familias. En parte, esto se debe a que la demanda exterior (exportaciones e importaciones) van a restar crecimiento al PIB en 2024, ya que se recuperarán las importaciones y se ralentizará la llegada de turistas extranjeros (que se consideran exportaciones de servicios turísticos).
Sin embargo, esa decisión tendrá un coste. Según el Banco de España, el riesgo es que, si no se toman decisiones fiscales compensatorias, persistiría "un déficit público estructural y una deuda pública elevados, especialmente en un contexto de mayores costes de financiación y de reactivación de las reglas fiscales europeas". Es algo que descarta el Gobierno, que hoy ha insistido en que mantiene su compromiso de lograr un déficit público del 3% del PIB durante el año 2024 y la reducción de la deuda pública al 106%. Si lo cumplirá o no es algo que solo podremos conocer a finales del año que viene.
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