España ha cerrado 2023 al borde de los 21 millones de trabajadores. El objetivo era factible hace unos meses, pero el ritmo de la afiliación se ha ido ralentizando a lo largo del último semestre y finalmente, aunque los datos anuales son buenos, la meta no se ha alcanzado. El país cuenta con 20,77 millones de ocupados, más de los que nunca ha tenido en toda la historia. Según los datos de Seguridad Social, publicados esta semana, en 2023 se crearon más de 533.000 nuevos puestos de trabajo, ligeramente por debajo de la media entre 2014 y 2019. Sin embargo, casi todos los nuevos empleos (el 90%) se han registrado durante los primeros seis meses del ejercicio, lo que abre la puerta a una pregunta: ¿se ha agotado el tirón del empleo?

En primer lugar, hay que tener en cuenta el contexto macroeconómico. La fuerte inflación, el endurecimiento de las condiciones financieras, el parón en la actividad en Europa y los conflictos en Gaza y Ucrania son factores que están amenazando el crecimiento español. Por el momento, la economía ha continuado avanzando gracias al empleo. El mantenimiento de los puestos de trabajo y el avance de las rentas de los hogares gracias a los incrementos salariales ha impulsado el consumo privado y este se ha convertido en el principal motor del crecimiento español, y todo apunta a que así seguirá siendo durante los próximos ejercicios.

“Junto con el superávit externo, el mercado laboral se mantendrá como uno de los principales factores de resistencia de la economía española. La tasa de paro podría reducirse hasta el 10,5 % a finales de 2024, un nivel que todavía supera ampliamente la media europea”, espera el centro de estudios Funcas. El resto de instituciones que realizan este tipo de análisis se posicionan en el mismo sentido: aunque es cierto que la economía en 2024 va a crecer mucho menos que en el 2023 (alrededor de un 1,6% frente al esperado 2,4%), y pese a que el empleo tiene difícil mantener el ritmo de estos últimos años, la opinión mayoritaria es que el trabajo continuará resistiendo y tirando del PIB.

El Banco de España también habla de un frenazo del empleo, pero como contrapartida espera mejoras de la productividad, que continúa rezagada. “El empleo moderará su dinamismo a lo largo del horizonte de proyección [entre 2023 y 2026], en línea con la evolución prevista de la actividad y con el supuesto de una cierta recuperación de la productividad. En particular, se espera una normalización en el ritmo de avance de la productividad por hora trabajada a lo largo del período 2023-2026, de forma que esta se situaría por encima de los crecimientos observados en los años más recientes, pero en línea con los registrados antes de la pandemia”, reza su último Informe trimestral.

Expectativas de reducción de la tasa paro

202320242025
Gobierno12,210,910,3
Banco de España12,111,711,4
AIReF1211,511,2
BBVA Research12,211,811,2
OCDE121211,8
Datos en porcentaje. Fuente: las diferentes instituciones.

Como resultado de todo ello, el Banco prevé una tasa de paro del 11,3% en 2026, por debajo del promedio histórico de las últimas cuatro décadas (16,8%), pero por encima del mínimo histórico alcanzado en 2007 (8,2%). El sentimiento es el mismo en el resto de organismos, que en ningún caso esperan que el paro baje del 11% en los próximos tres años, o más, y eso que este tercer trimestre estaba en el 11,8%. Por ejemplo la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) cree que la tasa de paro seguirá por encima del 10% todavía en el año 2028, una previsión mucho más pesimista que la del Ejecutivo, que pronostica reducirla al 10,9% ya este 2024. A lo largo de la legislatura, el Gobierno asegura que alcanzará el pleno empleo, que no oficialmente cifra alrededor del 8%.

La complicación de doblegar la tasa de paro

¿Cómo puede ser que si las diferentes instituciones esperan un aún mayor crecimiento del empleo, no prevean grandes bajadas de la tasa de paro? De hecho, es el propio Banco de España quien prevé que el empleo crezca, en horas trabajadas, a mayor ritmo en 2024 que en 2023 (1,5% frente a 1,3%).

La clave de que su reducción se produzca a un ritmo más lento que durante los últimos años tiene que ver con el agotamiento de la creación de empleo, pero también el crecimiento previsto de la población activa, “que vendrá impulsado por un elevado dinamismo de los flujos de inmigración”, avisan desde el supervisor dirigido por Hernández de Cos. La tasa de paro es la relación entre las personas que dicen no tener trabajo aunque lo buscan y todas las activas -habitantes en edad laboral que trabajan o buscan un empleo-. Por eso, si aumentan la población dispuesta a trabajar, por ejemplo por una mayor llegada de inmigrantes, es más difícil reducir la tasa de paro.

Actualmente la previsión es que alrededor de 235.000 personas lleguen a España cada año entre 2020 y 2050, tal y como ya está pasando en la actualidad, y que algo más adelante, a partir del pico de la jubilación del baby boom, aumente hasta los 339.000 personas al año. La mayoría llegarán de Marruecos, Venezuela, Colombia, Perú y Argentina, pero comenzaremos a recibir más personas desde Senegal y de Nigeria, según cálculos de la AIReF. Con estos flujos migratorios, el peso de la población con nacionalidad extranjera pasará del 11% actual al 20% en 2070. Y España pasará de los 47,4 millones de habitantes con los que cuenta en la actualidad a los 50,3 millones en 2050 y 52,1 millones en el año 2070. Al mismo tiempo, no parece fácil dar la vuelta a la tendencia actual de 1,19 hijos por mujer, de media, aunque gracias a los migrantes la previsión es que el ratio aumente ligeramente hasta los 1,5 hijos por mujer en 2070.  

Cómo reducir el desempleo

Cómo luchar contra los altísimos niveles de desempleo españoles -aún a la cabeza de la UE, tanto en tasa de paro general como en tasa de paro juvenil- es la gran pregunta. Desde el punto de vista macroeconómico, parece incluso suficiente que el mercado laboral siga resistiendo -“a diferencia de la pauta observada en anteriores periodos de debilitamiento coyuntural”, recuerda Funcas en su último informe-, pero los expertos insisten en la necesidad de explorar vías para revertir estas cifras. 

Durante los últimos meses, el Gobierno ha puesto encima de la mesa dos medidas en el terreno laboral, pero no está muy claro que ninguna de las dos vaya a conseguir reducir el desempleo, tampoco que lo busquen. Una es la reducción de la jornada laboral máxima, que se llevaría a cabo durante 2024 y 2025. Según el servicio de estudios de BBVA, la iniciativa “puede tener efectos significativos en la actividad y el empleo, sobre todo para algunos sectores y colectivos”. BBVA Research entiende que si no se toman medidas compensatorias que alivien la tensión en los costes laborales (aumentarían en torno a un 1,5% del PIB, calculan), el recorte del tiempo de trabajo podría restar en torno a seis décimas al crecimiento medio anual del PIB durante el próximo bienio y ocho décimas al del empleo. 

Por otro lado, está la reforma del subsidio de desempleo, que el Ministerio de Economía sí buscaba que provocase cierta reducción del paro, no como el de Trabajo. Finalmente, los cambios aprobados van más bien en la línea de la propuesta del segundo departamento, lo que hace pensar que no ayudará demasiado al propósito principal de la legislatura, el pleno empleo. El centro de estudios Fedea ha llevado a cabo algunos cálculos y concluye que la reforma reduce el incentivo a quienes llevan más tiempo en el desempleo, aunque fuentes de Trabajo aseguran que sus cálculos -no publicados- sí recogen una bajada de los parados gracias a los cambios.

En cualquier caso, la recomendación en la que coinciden todas las instituciones es que es prioritario continuar avanzando en acuerdos que puedan reducir el desempleo, sobre todo mejorando las políticas activas de empleo, lo que incluye reformar la formación de los parados y de los estudiantes. De lo contrario, el problema de las vacantes y la alta tasa de paro continuará encima de la mesa no solo cuando termine la legislatura, sino a lo largo de las próximas décadas.