César Alierta fue uno de los empresarios con más carisma y carácter de las últimas décadas. Acostumbrados a que los presidentes y consejeros delegados de las grandes corporaciones mantengan un perfil que no se salga de la cordialidad y del silencio salvo en contadas ocasiones, el ex dirigente de Telefónica y Tabacalera se distinguió por su fuerte carácter y su poco miramiento por ser políticamente incorrecto a la hora de hablar en público a la hora de pedir respeto hacia las compañías que presidía.

Una de sus grandes obsesiones era luchar contra Google, Facebook o las incipientes plataformas online que habían irrumpido como Netflix o HBO. Desde que aterrizaran estas empresas en Europa y ante el incipiente apetito por los datos y por el uso de redes, César Alierta fue el primero en criticar y encabezar una guerra encarnizada con las corporaciones estadounidenses.

"El único que soy libre soy yo, porque tengo este teléfono y ni Google, ni Apple ni Facebook saben mi vida", llegó a decir César Alierta en una conferencia en sus últimos meses como presidente de Telefónica. Ese dispositivo (si se pudiera llamar así) era un Nokia 3310. Un teléfono que se hizo famoso por su juego de la serpiente y que apenas dejaba mandar mensajes de texto y realizar llamadas telefónicas. "Este es uno de los mayores problemas del mundo: las personas han perdido su libertad", apostillaba en dicho coloquio.

El ejecutivo de la compañía se alineó con otro de los magnates mundiales relacionados con el sector de las telecomunicaciones para hacer frente a Google y Facebook. Carlos Slim y César Alierta suplicaron a las instituciones mundiales que las compañía tecnológicas pagaran por el uso de las redes, algo que sigue demandando la propia Telefónica en nuestros días.

Telefónica: Rodrigo Rato, Latinoamérica y tecnología

En esta última etapa, César Alierta había dejado una Telefónica que poco o nada tenía que ver con la que se encontró. La tecnología iba demasiado deprisa y las operadoras de telecomunicaciones daban pasos agigantados para cumplir con las exigencias del mundo en el que nos encontrábamos y con el que nos encontramos ahora. El empresario cogió las riendas de la compañía en el año 2000 y se despidió de labores ejecutivas en 2016.

En tres lustros, César Alierta impulsó su apuesta por las redes y la telefonía móvil, convirtiendo a la operadora en la mayor empresa del sector de nuestro país. El zaragozano impulsó como presidente el crecimiento de Telefónica, en Europa y en Sudamérica. En Latinoamérica, la compañía acordó la compra de las filiales latinoamericanas de la estadounidense BellSouth, la adquisición del 50% de Vivo que estaba en manos de Portugal Telecom y más recientemente la compra de GVT a Vivendi.

En Europa, Telefónica afrontó las compras de Cesky Telecom, con la que se situó en la República Checa y Eslovaquia, y O2, la mayor de la historia de la empresa, que abrió las puertas de Alemania, Reino Unido e Irlanda. Además, Alierta impulsó la alianza con China Unicom, de la que el grupo llegó a tener el 10% del capital, y la entrada en Telecom Italia, de la que finalmente se marchó por el rechazo local.

El deporte en directo fue otra de las grandes obsesiones de César Alierta. Amante del fútbol y dueño del Real Zaragoza, a través de la fundación personal, impulsó la compra de derechos audiovisuales. Telefónica, a través de compras como Vía Digital y luego la implementación de su televisión, consiguió que millones de clientes tuvieran que migrar a la operadora para disfrutar del deporte rey en nuestro país, pero también del tenis, baloncesto o deportes de motor.

Su aterrizaje en Telefónica viene de la mano de su gran relación con el Partido Popular. Es aquí donde Rodrigo Rato tiene un papel relevante dentro de la carrera empresarial de César Alierta.

Rato, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), era vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía en el Gobierno de José María Aznar cuando Alierta fue nombrado presidente de Tabacalera, desde donde pasó a la presidencia de Telefónica en el año 2000. Tres años antes, César Alierta aterrizó en el consejo de la operadora. Los papeles se tornaron y el político fue nombrado como consejero en Latinoamérica a razón de 200.000 euros. Las fuentes consultadas por este periódico remarcan que el puesto asignado atiende a “favores” por su estrecha relación que mantenían.

La relación entre ambos era tan estrecha que el conglomerado empresarial de la familia Alierta adquirió hasta el de Rodrigo Rato en Berlín. Antes de que se hiciera efectiva la compra, el político decidió abandonar la gestión de la firma dueña de la empresa turística.

César Alierta sustituyó a Juan Villalonga que fue destituido por un escándalo de cobros de bonus. José María Aznar, presidente por aquel entonces, fue el que fulminó al directivo ya que, además, quiso fusionar Telefónica con la holandesa KPN, que el propio consejo de la operadora española tumbó.

Beta Capital, el inicio del éxito

Como se mencionaba en párrafos anteriores, el empresario siempre tuvo un perfil financiero y bursátil. Esta experiencia la fraguó en sus inicios laborales, en Banco Urquijo y Beta Capital, empresa en la que estuvo estrechamente relacionado con el tiburón empresarial Javier de la Rosa.

Durante esta etapa, el que fuera presidente de Telefónica consiguió acceder a círculos empresariales importantes y fraguarse un nombre en los círculos directivos más influyentes del país. Tanto es así que llegó a estar al frente del Consejo Empresarial de la Competitividad o de organismos como la European Round Table. Años más tarde, y escándalo judicial de por medio, se desligó de Javier de la Rosa y estrechó lazos con Manuel Pizarro, hombre de confianza de Rodrigo Rato.

Tras vender el 30% de Beta Capital, en 1991 fue designado presidente de la Asociación Española del Mercado de Valores (patronal de la bolsa). El 10 de junio de 1996, fue nombrado, por el gobierno de José María Aznar, como presidente de la entonces empresa pública, Tabacalera. Alierta procedió a privatizar la entidad y la fusionó con la empresa competidora francesa Seita para formar Altadis.

Una vida salpicada por escándalos

El carismático directivo también fue conocido por sus líos judiciales y por su vida privada. El expresidente de Telefónica y Tabacalera tuvo que acudir en más de una ocasión a los juzgados para declarar por diversos motivos.

Por ejemplo, En 1997 Alierta ganó con la compraventa de acciones de Tabacalera 1,86 millones de euros.​ Como consecuencia se sospechó de uso de información confidencial, ya que habían comprado las acciones poco antes de que Tabacalera (desde 1999 Altadis) comprara la compañía de tabacos norteamericana Havatampa, y que esta información había sido dada a su sobrino. La Audiencia Nacional probó y reconoció los hechos, sin embargo Alierta fue absuelto al prescribir el posible delito.

Con Javier de la Rosa también tuvo que acudir a los tribunales. La Justicia investigó al banco de inversión Quail, propiedad de Javier de la Rosa. El directivo aseguró en su comparecencia que desconocía si de la Rosa se había embolsado un total de 2.430 millones de euros (14,5 millones de euros) a Quail Capital por la compra de más de la mitad del capital de Beta Capital en concepto de comisiones.

La relación con Rodrigo Rato fue objeto de investigaciones. En concreto, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil concluyó en un uniforme que el político cometió delito fiscal con la ayuda necesaria y “consciente” de Telefónica. El que fuera ministro de economía facturó a la operadora presidida entonces por César Alierta a través de su empresa Kradonara, con sede en Sotogrande, pese a que debía haberlo hecho él en persona.

Su salida de Telefónica estuvo plagada de interrogantes y de suposiciones. Tras la muerte de su mujer, las fuentes consultadas indican que el empresario dejó de tener plenas facultades y que lo pasó "realmente mal". Por eso, se refugió en su fundación y en actos sociales y en la Iglesia. La relación entre el Papa Francisco y Alierta fue estrecha y durante mucho tiempo mantenían encuentros privados. De hecho, nada más abandonar la presidencia de Telefónica cogió un avión para contarle en primera persona su decisión. Jorge Bergoglio siempre escuchó al aragonés en los momentos más duros personales. Por ejemplo, el Papa le recibió en Roma junto a su mujer, Ana Placer, cuando ésta luchaba con denuedo contra una larga enfermedad.

Los malos momentos personales propiciaron que los principales accionistas de Telefónica y parte de la junta directiva convencieran a César Alierta para abandonar la presidencia de la operadora y le encontraron acomodo en la fundación de la teleco.