Quienes le conocen recalcan las mismas palabras. Inteligencia, estratega de la comunicación y un hombre trabajador. Este sábado por la noche el mundo mediático y la política se despedía prematuramente de uno de los hombres más importantes de las últimas décadas de los poderes establecidos. Miguel Barroso falleció a los 70 años víctima de un infarto. Un hombre que estuvo detrás de la estrategia de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y que, tras sus amores y desamores con el Grupo Prisa, llegó a tener una enorme influencia dentro de la cabecera de El País.
El periodista español fue marido de Carme Chacón durante casi diez años. La política y Barroso se conocieron justo cuando comenzó a volcarse con el PSOE para dar un impulso al partido en 2003. El apoyo del PP a la invasión de Irak generó un enorme rechazo social que aprovechó la formación de izquierdas para dar un vuelco a las elecciones. El también empresario decidió dotar de su experiencia y conocimientos para lanzar agresivos mensajes a la opinión pública.
Fue en esa época cuando se ganó la confianza del, por aquel entonces, candidato a la presidencia José Luis Rodríguez Zapatero. Pero no solo del que fuera líder del Ejecutivo. Alfredo Pérez Rubalcaba vio en él un verdadero “animal de la comunicación y de la dirección que debía tomar el PSOE”, explican algunos de sus allegados a este periódico, si bien su relación se enfriaría por la disputa de las primarias entre Chacón y el también fallecido secretario general socialista.
Su valía le permitió escalar hasta la Secretaría de Estado de Comunicación. Tras los años más importantes del Gobierno de Zapatero, decidió dar un paso al lado para ocupar la dirección de la Casa de América. Su gran personalidad y el deseo de no atarse a la marca de un partido fueron determinantes para tomar esta decisión, a pesar de su ideal progresista, cuentan las fuentes consultadas.
Durante su etapa como secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso lideró una de las etapas más importantes del sector mediático de las últimas décadas. El zaragozano fue el artífice del apagón analógico que dio paso a la TDT, una maniobra política de la que nacían dos canales afines a su ideología: Cuatro, de Prisa, y La Sexta, de Globomedia. Los recelos de Zapatero con el Grupo Prisa y con El País fue el principal motivo para crear nuevos medios de comunicación que pudieran ser más permisivos con las políticas llevadas a cabo por el antiguo inquilino de La Moncloa.
No obstante sus escarceos en política y con el PSOE se remontan muchos años atrás. En 1983 inició, durante los gobiernos socialistas de Felipe González, su etapa en la comunicación institucional en el Ministerio de Educación y Ciencia, del que fue director de comunicación y director de gabinete hasta 1988. Anteriormente había sido jefe de prensa del ministro José María Maravall.
Los duelos en la sombra con Jorge Rábago
El peso dentro del círculo de Felipe González, al igual que sucediera con su amigo Rodríguez Zapatero, fue indiscutible. El expresidente socialista le encomendó la tarea de ser su particular entrenador personal para batirse en duelo con José María Aznar en el cara a cara de 1993 que terminaron con la victoria del PP en el primero y la de González en el segundo.
Los que le conocían recuerdan aquella época como “una verdadera lucha encarnizada” con su “enemigo laboral” Jorge Rábago, que ayudó a José María Aznar a preparar el primer debate de la Democracia, que llegó a más de diez millones de hogares. Años más tarde, Zapatero volvió a confiar en Barroso para que le asesorara en los cara a cara con Mariano Rajoy.
De la pugna con 'El País' a estar dentro de Prisa
Miguel Barroso ha mantenido una historia de amor-odio con el Grupo Prisa desde su llegada a la política. José Luis Rodríguez Zapatero siempre receló de la línea editorial de El País y puso al frente a Miguel Barroso para mantener una dura pugna entre el grupo mediático y los pensamientos de Moncloa.
La tensión entre Barroso y Juan Luis Cebrián fue tal que El País no dudó en dedicarle columnas de opinión contra su gestión y algún que otro reportaje de los negocios que tenía en la primera década del siglo. El periódico llegó a acusar a Barroso de "compatibilizar su cargo de secretario de Estado de Comunicación –abril de 2004 a septiembre de 2005– y, posteriormente, de director de la Casa de América –desde abril de 2006– con sus intereses en la empresa privada, DGP Producciones".
Las rencillas no cesaron y el Grupo Prisa se cobró las malas relaciones a base de una campaña mediática a favor de Alfredo Pérez Rubalcaba en detrimento de Carme Chacón (por aquel entonces ya eran pareja). Los editoriales y opiniones volvieron a copar las páginas del diario para frenar el ascenso de la exministra.
Su influencia, con la ayuda de Pedro Sánchez, ha sido incontestable y desde 2021 el peso que ganó en la línea editorial de El País fue meteórico
La marcha de Cebrián y la llegada de Joseph Oughourlian cambiaron por completo la relación de Barroso con Prisa. El comunicador llegó al conglomerado como consejero de Prisa en representación de Telefónica y como fruto del pacto entre la operadora, del magnate armenio y el Gobierno para desalojar a Javier Monzón de la presidencia del grupo de comunicación y al núcleo de control liderado por el Banco Santander.
Tal fue el peso que ganó dentro del conglomerado que hace menos de un año fue designado consejero dominical. Su influencia, con la ayuda de Pedro Sánchez, ha sido incontestable y desde 2021 el peso que ganó en la línea editorial de El País fue meteórico. Miguel Barroso consiguió incorporarse al consejo editorial del diario y, tal y como explican fuentes conocedoras, fue el gran valedor para que Pepa Bueno lograra ser la directora del periódico.
Sus últimos meses dentro de Prisa no fueron sencillos. Su relación con Joseph Oughourlian empeoró después de que el dueño de Amber Capital se reuniera con representantes del PP y con el mismo Núñez Feijóo. Además, mantuvo una dura pugna editorial con Rosauro Varo, que acabó marchándose a Telefónica, ganando una batalla y marcando el terreno ganado en Prisa.
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