Año 1924. Primo de Rivera, Juegos Olímpicos en París, revueltas sociales en Sudamérica, la URSS, Hitler o Metro de Barcelona. Esas eran algunos de los hitos, personas o lugares que copaban los titulares de la prensa española por aquellos entonces. Poco o nada tenía que ver el diseño de los periódicos. Acostumbrados hoy en día a consumir y leer noticias de algo tan importante y que tanto ha cambiado en nuestras vidas como la tecnología, apenas se le dedicaban unos sueltos en las últimas páginas.
En abril de ese año, en las entrañas de Madrid, se produciría sin embargo uno de los hitos más importantes de la historia empresarial de España y que cambiaría por completo la forma de narrar nuestra historia. Concretamente, el 19 de abril se fundaba la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) en plena Gran Vía. Con un capital de un millón de pesetas, la empresa de telecomunicaciones y con la dependencia del gigante estadounidense. Unos pocos años antes, en 1890 se fundó en Barcelona la Sociedad General de Teléfonos, y en 1894 la Compañía Peninsular de Teléfonos. Esta tecnología se extendía rápidamente, y en 1895 existía ya una línea que unía Barcelona con Madrid, pasando por Zaragoza. 100 años más tarde, lo que conocemos hoy como Telefónica poco o nada tiene que ver con lo que fue debido a la enorme transformación digital que ha vivido nuestra era.
La proliferación de empresas de telecomunicaciones locales se sucedían y la necesidad de unificar operativa y criterios era casi una obligación. Por eso, el citado 19 de abril de 1924 se firmó en la notaría de Alejandro Roselló y Pastors la escritura pública de constitución de la sociedad Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), como sociedad mercantil anónima por acciones. La empresa tuvo al frente a su primer presidente, Estanislao de Urquío y Ussia, que tuvo como principal misión acercar las telecomunicaciones a los hogares españoles y a empresas, que empezaban a necesitar de esta tecnología para poder llevar a cabo sus operaciones.
Años antes, Francos Rodríguez diseñó un plan para dotar España de tendido telefónico, si bien las condiciones de la política y económicas nacionales no daban de sí. Fue durante la dictadura de Primo de Rivera cuando se dieron las condiciones de instaurar la primera compañía de telefonía, con capital extranjero.
No obstante, el recelo de los gobiernos por la incursión de compañías extranjeras provocó que años más tarde se decidiera que el Estado irrumpiera en el capital social. Francisco Franco ordenó comprar hasta el 74% de la compañía. El interés por las telecomunicaciones y el Estado es permanente y aquella maniobra recuerda, precisamente, a la que ha acometido el Gobierno de Pedro Sánchez en la actualidad tras la decisión de adquirir hasta el 10% de Telefónica por valor de 2.000 millones de euros para frenar la entrada de STC, sociedad telco participada por Arabia Saudí.
La llamada internacional y la sede de Gran Vía
Antes de la primera nacionalización, la antigua Telefónica vivió uno de sus momentos más representativos. En plena expansión de la utilización de la telefonía como método más rápido para comunicarse, el 12 de octubre de 1928. Entonces, el Rey Alfonso XIII y el Presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, mantuvieron la primera conversación telefónica entre los continentes.
Mientras las grandes ciudades se poblaban de cabinas telefónicas (la primera se instaló en el Parque del Retiro de Madrid), Telefónica construía su sede más icónica y que hoy sigue teniendo en posesión. El edificio de Gran Vía 32 se convirtió en el centro de operaciones de la empresa. Centenares de telefonistas hacían posible que millones de españoles se pudieran poner en contacto a tiempo real.
De la nacionalización a la privatización
Los tiempos cambian. Y los modelos económicos, también. Durante los años de Franco en el poder, la empresa de telecomunicaciones sufrió una importante transformación. La guerra interrumpió el crecimiento de la empresa. Por poner algunos ejemplos, durante esta etapa Telefónica pudo iniciar las comunicaciones vía satélite y la puesta en servicio de la 1ª Red Especial de Transmisión de Datos de Europa (1971). Con el fin de la dictadura, hasta 10 millones de hogares ya tenían un teléfono fijo en sus casas.
Con la llegada de la Democracia, Telefónica se privatizó en varias fases. El Estado fue progresivamente quitándose paquetes accionariales, conservando hasta 1996 el 20,9% del capital accionario. Una de las últimas acciones de Felipe González, fue la concesión de Sintel a la familia Mas Canosa. Sistemas de Instalaciones de Telecomunicaciones, S.A., conocida como Sintel, fue una subsidiaria de Telefónica especializada en el montaje de sistemas de telefonía, fundada en 1975, que llegó a tener una plantilla de cerca de 4 000 trabajadores, con filiales que se extendían por España, América Latina, norte de África y Sudáfrica. La empresa entró en crisis posteriormente, que provocó el despido de 900 trabajadores.
Fue en la última década de los 90 cuando el PP decidió privatizar la compañía sin tramitarse en el Congreso de los Diputados y el resto de accionariado que poseía el Estado acabó vendiéndose. El amigo de José María Aznar, Juan Villalonga, sería el encargado de presidir la operadora y encargarse de este proceso.
En esta época, Villalonga tuvo que hacer frente a la liberalización del mercado y tener que luchar con los rivales del sector. Orange y Vodafone se metían en España y amenazaban el negocio monopolístico. Fue en 1999 cuando el PP completó la privatización de Telefónica, paralelamente al lanzamiento de la conexión a Internet con banda ancha mediante ADSL y su expansión internacional en Brasil.
Dicha privatización, no se entiende sin la figura de Josep Piqué. El fallecido ministro jugó un importante proceso ya que fue él el que llevó a cabo todo el proceso de la oferta pública de acciones, que permitió al Estado desprenderse de todas las acciones.
Josep Piqué o Villalonga no han sido las únicas figuras políticas con peso en Telefónica. Luis Solana, histórico político español, ocupó el sillón de la presidencia de la operadora en 1982 y dejó su butaca en el Congreso de los Diputados. Su mandato se caracterizó por el inicio de la internacionalización de la compañía. La influencia de los partidos políticos en la compañía siempre ha sido notoria y durante la centenaria historia de la compañía se han sentado decenas de representantes de las formaciones en el consejo de administración.
La etapa de César Alierta, que falleció esta misma semana, también estuvo marcada por la política. El que fuera presidente durante casi dos décadas acabó dentro de la compañía por su buena relación con Rodrigo Rato y el Partido Popular.
Por tanto, la influencia del Estado -a pesar de la privatización-, siempre ha estado presente en Telefónica. Toda esta influencia será mucho mayor en unos meses cuando el Gobierno lleve a cabo una maniobra que supondrá la nacionalización (en parte) de la operadora. La SEPI comprará el 10% del accionariado para evitar los planes de Arabia Saudí.
Telefónica se ha convertido en una compañía estratégica por su importancia en determinados sectores económicos. Los datos de millones de clientes, su presencia en ministerios a través de contratos de seguridad o los servicios que ofrece la operadora al CNI es un plato más que apetitoso para inversores extranjeros o determinados países, como es el caso de Arabia Saudí. Ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez abonará 2.000 millones de euros para blindar los intereses propios y los de la teleco.
La era digital
José María Álvarez-Pallete, actual presidente de la compañía, ha sido el encargado de llevar el mayor reto de la empresa de telecomunicaciones. Telefónica ya no es solo una compañía que ofrecía servicios de telefonía fija o móvil. Ahora se ha convertido en una tecnológica y todo lo que conlleva: los negocios del transatlántico del Ibex 35 se han multiplicado y ahora gran parte de sus ingresos llegan por su presencia en ciberseguridad, acceso a redes, cloud o televisión. “Estamos en la era de la Nueva Telefónica”, ha sostenido el directivo una y otra vez en sus comparecencias.
Durante el mandato del actual presidente, Telefónica ha tenido que hacer frente al mayor reto en nuestro país: seguir siendo líder y que las cuentas cuadren. La irrupción de las compañías de bajo coste han puesto el modelo de las grandes operadoras. A través de políticas comerciales agresivas y el beneficio de la regulación actual, estas telecos han conseguido robar millones de clientes a Movistar y, sobre todo, le han obligado a bajar los precios para no seguir sufriendo una sangría en su cartera de contratos. A su vez, la sociedad debe seguir mejorando y dotando de estructura y redes a España, uno de los países con mayor conectividad en el mundo con millonarias inversiones.
Durante el mandato de Pallete, Telefónica tuvo que hacer frente a la peor situación económica y sanitaria desde su creación En 2020 el mundo entero tuvo que confinarse para ponerse a salvo por culpa del coronavirus y la operadora fue el sostén de miles de empresas y millones de personas para no perder la conectividad y que la economía no terminara de colapsar.
Un centenario con frentes abiertos
Telefónica soplará velas con un futuro por delante con varios frentes abiertos. Posiblemente, la compañía se enfrentará a su año más importante en su historia con un ERE, que afectará a más de 4.000 personas, un cambio en su estructura accionarial y con el desafío de hacer frente a un nuevo gigante de las telecomunicaciones.
La operadora ha abierto un proceso en España por el cual miles de personas serán despedidas por el contexto actual en las telecomunicaciones. Telefónica se ha visto en la necesidad de abrir un ERE para que cuadren las cuentas por la salvaje competencia dentro del mercado nacional. Precisamente, en este 2024 se aprobará la fusión entre Orange y MásMóvil, que dará lugar a la mayor empresa por número de clientes.
En el plano accionarial, como se mencionaba en párrafos anteriores, Telefónica recibirá al Estado y se convertirá en el dueño mayoritario. Las incógnitas de esta operación siguen abiertas, pero la única certeza es que el Gobierno de Pedro Sánchez querrá tener un peso determinante para frenar las expectativas del capital extranjero que pudiera dañar el rumbo de la centenaria empresa.
Las chicas del cable
Pocas empresas pueden presumir de la importancia de la mujer en una compañía. Telefónica fue casi pionera en la contratación de miles de trabajadoras para dotar de un servicio de calidad a millones de personas.
Fue a finales del siglo XIX cuando las mujeres empezaron a trabajar en la empresa. Su función pasaba por conectar a un individuo con quien quisiera hablar, utilizando centrales telefónicas, cables y clavijas. A diferencia de la actualidad en el que la tecnología ha invadido todo proceso empresarial, se requería de mano de obra para poner en contacto con la central, donde se encontraban las chicas del cable, estas le preguntarían con quién querían hablar, usando el switchboard y diferentes cables, las operadoras pondrían en contacto a ambas partes.
La figura de la mujer en Telefónica ha sido tal que el mundo de la cultura le ha dedicado una infinidad de exposiciones, libros o series. Una de las representaciones más famosas es Las chicas del cable, una producción del gigante del entretenimiento Netflix.
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