A finales de los años 70, uno de cada tres hombres mayores de 65 años trabajaba. Hoy solo son lo hacen uno de cada diez. Es en cierto modo paradójico, puesto que los jubilados cuentan en la actualidad con una mejor salud que entonces, su esperanza de vida ha aumentado de forma significativa y también están más formados que los del final del franquismo. Además, tienen mejores trabajos y hay menos profesiones penosas, es decir, que conlleven cierta peligrosidad, riesgos para la salud o esfuerzos físicos difíciles de afrontar a determinadas edades.
Esta ecuación es la que ha llevado al centro de estudios Fedea a abogar por facilitar que las personas que han superado la edad legal de jubilación continúen en el mercado de trabajo, con la idea de responder así al reto demográfico que España va a tener que afrontar a lo largo de las próximas décadas. “El sistema que tenemos es bastante absurdo, excesivamente rígido”, ha asegurado Ángel de la Fuente, director ejecutivo de la Fundación, pidiendo aprovechar esas “ganancias” de la longevidad “para producir y generar riqueza”.
Hay un margen muy grande para emplear a personas de entre 65 y 69 años"
Sergi Jiménez-Martin, fedea
“Estamos desaprovechando una gran cantidad de fuerza laboral educada, cada vez más formada y cada vez con mejores condiciones de salud que puede ser que quiera trabajar si las condiciones le son favorables. Lo que estamos proponiendo es que no sea una excepción sino la regla”, ha explicado también Sergi Jiménez-Martin, investigador de la Universitat Pompeu Fabra y Fedea. “Hay un margen muy grande para emplear a personas entre 65 y 69 años, pero implica cambiar radicalmente la forma en la que pensamos en la jubilación”, ha ampliado, destacando que los niveles de participación de los mayores de 65 años en el mercado laboral son "relativamente bajos" tanto en comparación con otros países europeos como con la propia situación de España en décadas anteriores.
La propuesta busca tratar de conseguir que la jubilación no siempre sea ese salto tan brusco entre trabajar 40 horas semanales y cero. Esto es, que dependiendo de las exigencias físicas de la profesión y del estado de salud mental de la persona, se permita acceder a un proceso flexible de reducción gradual de la jornada, siempre voluntario, convirtiéndolo en un atractivo para los trabajadores y para las empresas. La idea va en la línea de lo que José Luis Escrivá diseñó cuando era ministro de Seguridad Social, y que ahora se está negociando en el seno del diálogo social entre sindicatos, empresarios y dicho Ministerio.
Las razones detrás del planteamiento tienen que ver con el fuerte envejecimiento de la población que España tendrá que afrontar a lo largo de los próximos años. Fedea entiende que facilitar el trabajo más allá de la edad legal de jubilación es la “única vía para afrontar el fuerte proceso de envejecimiento”, algo que al mismo tiempo tendría efectos positivos sobre el empleo y sobre el PIB.
Pero no es el único reto: a lo largo de las próximas décadas, se producirá la jubilación de la generación más numerosa de la historia -la del baby boom-, mientras que la tasa de fecundidad de las mujeres Españolas continúa entre las más bajas de los países desarrollados, en 1,19 hijos por mujer-. “En las próximas décadas España va a envejecer rápidamente hasta alcanzar una de las tasas de dependencia más elevadas del mundo”, advierten en el think tank.
Se trata de un cambio de mentalidad que implica dar la vuelta, “como un calcetín”, a la arraigada idea de que llegar a una edad supone “una imposibilidad física o psíquica para trabajar”, y también “que la retirada de los trabajadores mayores ayudaba a mejorar las condiciones laborales de los jóvenes”, algo que en el centro de estudios han desmentido en multitud de ocasiones, como también ha publicado este periódico.
Vías para alargar la edad real de jubilación
Las herramientas que en Fedea contemplan para conseguir aumentar la edad real de jubilación tienen que ver con la jubilación activa, la parcial y la flexible, pero en lugar de reformar cada una de esas modalidades sus economistas prefieren "unificar las modalidades de jubilación en una sola", por ejemplo creando un contrato laboral plenamente compatible con la pensión y que reúna las siguientes características.
Por un lado, la pensión debe sea compatible con el trabajo en todas las edades a partir de la edad mínima de jubilación, siempre y cuando se haya cotizado lo suficiente. Por otro, sería preciso establecer la posibilidad de continuar desempeñándose en el mismo trabajo a tiempo parcial, y también eliminar cualquier posible penalización sobre la pensión -de nuevo, cumplidas la edad y las cotizaciones mínimas-, porque de lo contrario el trabajador rechazará esta opción. Por último, piden que no se excluya a ningún trabajador y que se suprima la obligación de pasar un año por la jubilación demorada para acceder a la jubilación activa.
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