"Ya no hay forma de seguir adelante. Los barcos se están vendiendo porque es imposible". Es el lamento de José Manuel Dávila, armador de Barbate y representante de la Federación Nacional de Pesca Artesanal de España (Fenapa) en Andalucía. Los habitantes de este pueblo gaditano de 22.000 habitantes todavía dicen estar en shock tras el asesinato de dos agentes de la Guardia Civil embestidos por una narcolancha.
Pero en paralelo a la tragedia, sufren otra crisis a la que nadie parece poner remedio. Al margen del histórico y boyante negocio de del atún rojo, la localidad se enfrenta a la desaparición de la pesca artesanal. La proliferación de un alga asiática invasora y la recuperación del túnido amenaza con dar un golpe definitivo al tejido marinero del pueblo. Y el precipitado fin del acuerdo de pesca de la Unión Europea con Marruecos tampoco facilita el futuro de los pescadores y marineros.
Lo que más preocupa es que, al margen de ayudas coyunturales, nadie da soluciones ni alternativas a la proliferación de la Rugulopteryx okamurae, un alga invasora que desplaza especies, destruye las artes de pesca y ha mermado mucho las capturas en los últimos años. "Esto empezó en 2015 y seguimos sin soluciones", denuncia Dávila.
Una de las hipótesis es que el alga típica de las costas del Océano Pacífico (Corea, Japón, China, Taiwán y Filipinas) pudo llegar en algún tanque de lastre de un barco mercante de los que atracan en el Puerto de Algeciras. Allí comenzó a detectarse su proliferación. Pero a partir de 2018, el problema fue agravándose y cada vez va a más. La solución no está nada clara. Su erradicación parece estar descartada, según el criterio científico trasladado a los pescadores. Se trata de una especie muy agresiva que ha encontrado un sitio muy rico para esparcirse debido a las corrientes. El erizo de mar es uno de los pocos depredadores naturales que se conocen.
La alternativa es plantear la valorización de la que pueda ser recogida por esos mismos pescadores que ven truncado su futuro. Antes de que se declarara como alga invasora, se realizaron numerosos proyectos para usarla como sustituto del plástico, como material de construcción, como elemento biocompostable o como biocombustible. Pero todos quedaron paralizados. Ahora -explica la gerente de la Organización de Productores Pesqueros número 6 de Barbate Inés Domínguez- "deben dar la oportunidad de que se estudie el alga para darle una salida comercial y que los barcos que ya no pueden pescar, encuentren una salida económica como recolectores".
El declive de la flota
La flota de Barbate sufre una tendencia agónica desde los años 90, cuando llegaron las ayudas que sirvieron para que los armadores que no podían soportar la situación económica se acogieran a ellas para hundir sus barcos. Otros tantos usaron esos fondos para construir barcos con los que pescar en Marruecos. Pero el verano pasado, el fin del acuerdo de la UE con Rabat llegó de manera traumática, pese a no haber una sentencia firme por parte del Tribunal Europeo sobre la demanda del Polisario.
El Ministerio articuló unas ayudas de las que los pescadores de Barbate dicen no haberse podido beneficiar. "Solicitábamos una indemnización por pérdida de caladero para cada barco. Y a pesar de que el Ministro se comprometió a buscar solución alternativa, no ha buscado nada; nos ha ignorado", resume Domínguez.
Al margen de eso, el declive de la flota es imparable. Hace años, apunta Dávila, "un 70 u 80% del pueblo vivía de la pesca directa o indirectamente". "Hoy en día no se si llegaremos al 30%", abunda. Al margen del personal de los barcos, hay trabajos asociados y empresas auxiliares como las que surten de combustible a las embarcaciones, la mecánica o los compradores de pescado. Pero todo ello se ve amenazado también por la recuperación de la especie estrella de la zona, el atún rojo.
Volver a pescar atún rojo
Los pequeños pescadores piden poder volver a pescar atún. "Si nos dejaran coger uno o dos atunes a la semana durante cinco meses al año, podríamos tirar para delante", abunda el armador. Hasta 2008 podían hacerlo, pero para que la especie se recuperara, se vetaron sus capturas. "Es muy duro tener el pan en la puerta de tu casa y no poder cogerlo", lamenta.
Y piden poder pescarlo porque aseguran que abunda. "Tenemos una biomasa de atún muy grande en el Estrecho que se ha hecho sedentaria, no emigra y está aquí todo el año", asegura Dávila. Y los que se quedan allí, se estarían comiendo a otras especies de las que tradicionalmente vivían los pescadores como el voraz y el pez sable.
Hace solo unos días, el salón de Plenos del Ayuntamiento de Barbate acogía la celebración de una Mesa Técnica en la que se puso de manifiesto una disminución drástica tanto en volumen como en valor de las capturas comercializadas. Las ventas en la lonja de Barbate ascendían a tres millones de euros en 2018, mientras que en el mismo mes del pasado año se quedó en poco más de 61.000 euros.
Según los pescadores, entre 2014 y 2021 el número de kilos de pescado recogidos ha caído en un 70% y los ingresos se han desplomado un 90%. Al margen del sable y el voraz, la crisis también se extiende a otras especies de cerco como el jurel, la caballa, la sardina o el boquerón.
"Barbate llegó a ser uno de los puertos más importantes de España en los años noventa, pero ahora estamos como estamos", prosigue Dávila. Los pescadores definen la situación como "caótica", pues casi tres cuartas partes de la flota (21 barcos) están desplazadas a otros puertos por la imposibilidad de pescar allí. El alga prolifera con la subida de las temperaturas, por lo que un adelanto del verano es lo más temido.
En los últimos años se han vendido en torno a ocho o diez barcos grandes con tripulaciones cercanas a las 20 personas. "¡Estamos hablando de más de 150 cabezas de familia!", exclama Dávila. Y los problemas para encontrar tripulaciones son cada vez más recurrentes ante la falta de rentabilidad y de relevo generacional.
"El futuro lo vemos muy difícil y complicado con una reducción de la flota que apenas ha sufrido ninguna flota en toda España", añade Domínguez. La misma ha pasado de 80 barcos a apenas 18 embarcaciones de cerco y 18 artesanales. Y pese a esa reducción, hay problemas para contratar a técnicos, mecánicos, patrones o marineros de puente.
Frente a la crisis de la pesca artesanal, en la localidad hay otros negocios también relacionados con el mar que no comparten los mismos pesares. En torno al atún rojo gira un gran negocio que da también empleo en la localidad. "La almadraba va en coche de caballos respecto a nosotros porque el recurso se ha recuperado muy bien y en diez o quince días tienen la campaña hecha", abunda Dávila.
Empresas como Gadira, Herpac o La Chanca lucen sus carteles a la entrada de la localidad con modernas instalaciones donde almacenan y procesan los atunes y otras especies destinadas a la conserva, el ahumado o las salazones. Y donde también consiguen congregar a numerosos visitantes y apasionados del producto icónico de la zona. Además, en dirección a Zahara, se sitúan los esteros donde la empresa Lubimar cría de doradas y lubinas dentro de la tierra y a demanda del cliente. Una forma de acuicultura muy distinta a las piscifactorías.
Pero a medida que la pesca artesanal va perdiendo fuerza, los habitantes de la zona se buscan la vida en sectores como la hostelería o la construcción. Eso sí, con altas tasas de desempleo, la localidad no tiene una estructura turística permanente como pueblos vecinos, sino que apenas hay algún pequeño hotel de pocas habitaciones. "Somos de las pocas localidades que actúa y se comporta como un pueblo, con gastronomía muy local y con unos precios más económicos respecto al resto de competidores", concluye Domínguez.
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