Teresa Ribera se encuentra en un punto de su ruta profesional en el que se le abren dos caminos. Por un lado, Pedro Sánchez y el PSOE ven en ella una de las grandes bazas electorales para que vaya en las listas europeas en las próximas elecciones que se celebran en junio. Por otro lado, el sector energético no terminar de apaciguarse y el caso Naturgy solo ha hecho más que empezar y la ministra de Transición Energética quiere poner todos sus esfuerzos para que el Gobierno obtenga todas los intereses que pide Moncloa.
Pero el tiempo juega en su contra. Nos encontramos a mediados de abril y las elecciones se echan encima mientras que la hipotética OPA de Taqa sobre Naturgy solo ha dado sus primeros pasos iniciales. Tal y como ya adelantó este periódico, el Ejecutivo de Pedro Sánchez es partidario de poder tener representación accionarial dentro de la energética, si bien no será nada sencillo por la dificultad de la operación. Con todo, el Gobierno se reserva el as del escudo antiopa, que pondría en serias dificultades las intenciones de Emiratos Árabes para acabar dentro del capital social de la gasista española.
Lejos del lugar y del papel que ocupe el Estado dentro de Naturgy en un futuro próximo, hay otros aspectos que preocupan a la ministra, tal y como indican fuentes conocedoras de la situación.
La ministra sabe de la importancia de que España y el resto de Europa -mirando en clave electoral- no puede permitirse una nueva incertidumbre energética. Durante la invasión ucraniana, los países del Viejo Continente estuvieron en vilo muchos meses ante la escasez de gas. Rusia cerró el grifo por completo y, meses más tarde, la Comisión Europea decidió prohibir la compra de materia prima al Kremlin. La incertidumbre por llenar las reservas fue evidente y los precios del gas también escalaron hasta máximos históricos.
España, en esa época, vivió tensos momentos, puesto que el acuerdo entre Sonatrach (empresa pública argelina) y Naturgy debía renovarse y los movimientos del Gobierno para acercarse a Marruecos fue considerado como una traición para Argel. Durante los primeros meses de la crisis, el país africano amenazó con enviar menos gas hasta nuestras reservas y encontró en otros países europeos (Italia sobre todo) una nueva alianza para nutrir a Europa de materia prima. Finalmente, Reynés tuvo que ponerse el mono de trabajo y lograr un acuerdo satisfactorio para todas las partes.
En este sentido, las fuentes consultadas remarcan que para la ministra Ribera dejar atada la crisis instalada en el accionariado de Naturgy “es primordial” por “todo lo que se juega España en el suministro de gas”. Además, argumentan que “las infraestructuras de Naturgy son un activo estratégico para los intereses de España”.
Por tanto, las relaciones a tres bandas entre España-Argelia-Naturgy son de vital importancia para la ministra de Transición Ecológica. Cabe destacar, que a pesar de que Estados Unidos cobró una gran relevancia en el envío de gas durante la crisis energética, Argelia ha vuelto a posicionarse como principal proveedor. Según los datos de Cores, El país africano ha sido el principal suministrador de gas natural a España, con el 27,3% del total de la cobertura de la demanda en el último mes que se tienen registros, adelantando a Estados Unidos y Rusia, con un 25,4% y un 16,9% respectivamente. Argelia refuerza así su rol de principal surtidor gasístico a España, papel que solo perdió en 2022, arrebatado por el país de las barras y las estrellas.
Las energéticas, pendientes
Por otro lado, las empresas energéticas están “atentas” a lo que pueda pasar con la ministra de Transición Energética. Al igual que la ministra, las mayores compañías tienen abiertos varios frentes con el Ejecutivo. Principalmente, los que tienen que ver con la fiscalidad -que compete a Hacienda- y el de la creación del nuevo regulador energético.
El CNE está pendiente de que por fin vea la luz, pero antes ha de pasar por la burocracia pertinente y, sobre todo, encontrar una dirección. Los rumores sobre que el marido de Teresa Ribera sea el elegido finalmente para dirigir el regulador siguen sin diluirse y si la ministra acaba tomando el rumbo de Bruselas, dicha opción ganaría fuerza.
Las diversas fuentes del sector energético recalcan que “la última palabra no está dicha” y que “podría haber sorpresas” con el futuro de la titular de la cartera energética. Las mismas voces apuntan que “la ministra es partidaria de prolongar su estadía en el Gobierno” porque considera que “aún no ha terminado todos los frentes abiertos a los que se enfrenta el sector”.
"Si acabo siendo yo la persona que tiene la suerte de poder desarrollar esas cosas, lo haré encantada de la vida. Y si es otra persona, ayudaré a la persona que esté. Hay que trabajar en España es trabajar en Europa", dijo la ministra recientemente.
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