Bloqueos en las fronteras entre España y Francia y tractores en la capital belga. Los agricultores han retomado la agenda de protestas que iniciaron hace unos meses y que a ojos de las principales asociaciones agrarias españolas consiguieron la mayoría de reivindicaciones. Pero algunas peticiones continúan encima de la mesa y el campo recuerda a los dirigentes europeos que sin su trabajo no llegan los alimentos.
Las españolas no son las únicas asociaciones que han decidido mantenerse al margen de las movilizaciones convocadas este martes en Bruselas. La prensa belga señala que en la tractorada de este martes solo participan grupos extremistas y vinculados a la ultraderecha. De hecho, solo unos pocos tractores han emprendido el camino desde las afueras hasta la sede del Parlamento Europeo.
Las tractoradas se sucedieron en febrero de este año en varios países europeos y la situación del campo se hizo hueco en la agenda europea. “Les hemos hecho reaccionar”, explica José Manuel Roche, secretario de Relaciones Internacionales de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), en una conversación con este periódico, que asegura que “el 95% de la tabla reivindicativa” logró acordarse entonces.
Sin embargo, algunos asuntos siguen buscando su hueco en una campaña europea dominada por los posibles pactos con la ultraderecha y cuestiones como la inmigración y el presupuesto que se destina a la defensa. Por ello, los agricultores vuelven a la carga con reclamaciones sobre la competencia justa y los controles a los productos de terceros países.
“Solo se controla el 1% de toda la mercancía que entra”, indica José María Castilla, director de la oficina de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Bruselas. Ni UPA, ni Asaja ni la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) participan en las protestas programadas esta semana, a las puertas de los comicios europeos, pero Castilla traslada el “máximo respeto” a los agricultores que quieren hacerse oír antes de acudir a las urnas.
Sí han participado en los cortes en las fronteras hispanofrancesas Revolta Pagesa y la Unión de Asociaciones del Sector Primario Independientes (Unaspi) y reivindican la protección de los productores locales y el control de las importaciones junto a otras organizaciones de origen francés.
“Sigue habiendo motivos para salir a protestar”, reconoce Miguel Padilla, secretario general de la COAG. Pero explica que su organización nunca ha participado en protestas en periodos electorales. “El trabajo tiene que seguir, a partir de ahora viene lo importante”, insiste Roche. Desde Asaja reconocen que están “respetando este periodo electoral” y que el trabajo comenzará de nuevo cuando se conformen el Parlamento y la Comisión.
Los costes energéticos también son una de las reivindicaciones de los agricultores y ganaderos, que piden a los gobiernos ventajas fiscales para la producción alimentaria. Pero la mayoría del debate se centra en la competencia “desleal” - en palabras de Padilla- que tienen los productores españoles frente a otros de terceros países.
El responsable del área internacional de COAG cree que las movilizaciones han servido para “terminar con la desaparición del Comisario de agricultura”, con el que denuncian que prácticamente no ha habido interacción hasta que se trasladó el enfado del sector. “No hemos sido parte de la Unión Europea en debates importantes” explica Roche y añade que esperan que el diálogo sea continuo a partir de la próxima legislatura. “Ahora no hay capacidad de actuación”, añade Castilla.
“Guiños electoralistas”
“Ahora todos los partidos políticos llevan medidas en los programas electorales”, afirman desde COAG. Desde Asaja, tildan estas menciones al campo como “guiños electoralistas”, que tendrán que materializarse después de los comicios que empiezan este jueves con los votos de Países Bajos.
“Creo que en general no ha habido suficiente comunicación entre los grupos políticos y el campo”, critica Padilla. Desde la organización que representa trasladaron a los candidatos españoles cuáles eran sus propuestas y reivindicaciones, pero asegura que no ha habido respuesta por parte de los políticos.
Cambio de estrategia
Que las protestas del campo se extendieran por toda Europa no es casualidad. “Es de las pocas políticas homogéneas de la UE”, subrayan desde COAG. Y es que la agenda verde es común para todos los estados miembros y esta ha tenido una gran importancia durante la última legislatura comunitaria.
Sin embargo, según Alan Matthews, profesor emérito de agricultura europea en el Trinity College de Dublín, la estrategia de la Comisión Europea que resultó de las anteriores elecciones supuso un cambio en la forma de negociar que tenía el campo con las instituciones. “Las responsabilidades clave para la aplicación de los aspectos agroalimentarios del Pacto Verde recayeron en los comisarios de Medio Ambiente y Salud y Seguridad, en lugar de en el comisario de Agricultura, mientras que la legislación climática era responsabilidad del comisario de Clima [...] Estas Direcciones Generales no solo tenían prioridades diferentes, sino también culturas y formas de trabajar distintas. Los agricultores no tenían la misma relación con ellas y les resultaba más difícil hacerles llegar sus puntos de vista”, indicaba en un artículo publicado en Intereconomics.
Esta desconexión entre las políticas y uno de los sectores a los que se dirigían ha provocado que en los últimos años la ultraderecha haya hecho suyo el mensaje de que la Agenda 2030 y el Pacto Verde perjudican a los agricultores porque les obliga a realizar inversiones que convierten en inviable su forma de vida. El reto de las fuerzas que defienden la agenda hacia la transición ecológica en Europa es, en cambio, trasladar el mensaje de que esta beneficia a todos.
El resultado de las urnas dirá qué mensaje ha calado más en el sector agrícola y en los consumidores. Matthews lo resume así: “Algunos dirigentes agrarios desean que se retire toda la legislación sobre el «Pacto Verde», que se abandonen los objetivos climáticos y cualquier propuesta de limitación de las emisiones, y que se ponga fin a la regulación de los contaminantes medioambientales [...]Por otro lado, los llamamientos a la acción para prevenir la pérdida de biodiversidad, evitar la muerte de la vida marina en ríos, lagos y aguas costeras contaminados, hacer frente a la creciente escasez de agua en regiones propensas a la sequía y limitar las consecuencias adversas del cambio climático, no harán sino aumentar a medida que estos impactos se hagan más evidentes”.
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