Los grandes grupos aceiteros ven ya en un horizonte no muy lejano bajadas de precios en el aceite de oliva. Tanto desde Deoleo como desde Dcoop hablan ya de correcciones en el precio durante el último cuatrimestre del año. El presidente del primer grupo, Ignacio Silva, aseguraba este miércoles durante la junta general de accionistas de la compañía que su previsión es que los precios puedan empezar a bajar a partir de septiembre.

Aunque el directivo de la aceitera controlada por el fondo CVC remarcaba que sigue siendo un mercado "volátil" no exento de "desafíos", reconocía que "a estas alturas del año, las condiciones climatológicas e hídricas, son alentadoras de cara a la próxima campaña".

El presidente de la cooperativa Dcoop, Antonio Luque, retrasa hasta el mes de noviembre su previsión de que los precios puedan comenzar a descender. "A partir de noviembre está claro que el mercado va a estar en un nivel inferior, no se sabe si en uno, dos o tres euros", explicaba en una entrevista con El Economista. "Será una bajada con picos, en dientes de sierra, conforme los grandes compradores tengan necesidad de abastecerse", añadía.

La industria ve con buenos ojos la situación del olivar. "El campo está muy bien. El olivo es un árbol muy agradecido y, en cuanto ha llovido, se ha recuperado", dice Primitivo Fernández, presidente de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac). "Los momentos críticos provocados por el calor en el cuajado y la floración el año pasado y el anterior no se han producido", recuerda. Eso quiere decir que, aparentemente, en los árboles hay colgada una cosecha mucho mejor que la pasada.

Salvo catástrofe, los expertos dan por hecho que se podrá alcanzar al menos los 1,2 millones de toneladas. Se trata de una cosecha media, pero ya dentro de la normalidad tras dos años de una recolección muy corta debido a la falta de agua y el calor extremo. Si las cosas van bien, incluso se podría superar algo esa cifra. Y ello dará lugar a la citada bajada de precios, que aún tardará en llegar a los lineales.

De momento, en todas las regiones productoras ha habido lluvias abundantes y los pantanos están en niveles que permitirán regar de manera suficiente las zonas de regadío. Pese a todo, Esteban Carneros, director de Relaciones Corporativas de Dcoop, se mantiene cauto. Para que las buenas expectativas de cosecha se mantengan, en verano debe no haber episodios extremos de calor y las lluvias del otoño deben llegar a tiempo. "Puede haber toda la aceituna que queramos, pero si se retrasan las lluvias de septiembre y octubre, podemos encontrarnos con que el fruto no crezca y no desarrolle todo el aceite que debe dar", argumenta.

Hasta entonces, prevé que la tensión de precios se mantenga. Las existencias que hay como remanente para la transición entre una campaña y la siguiente están mucho más bajas que en condiciones normales. "Si continúa este ritmo de salidas de esta campaña nos vamos a ir a unas existencias de enlace muy justas", remata. Así que los precios seguirán tensos hasta que comiencen a producirse los primeros aceites a finales de octubre.

En todo caso, el consenso entre los envasadores es que la subida de precios finales de venta no ha tenido un impacto tan fuerte como se esperaba en el nivel de consumo. "La elasticidad del consumo ante el aumento del precio ha sido menor de lo previsto. Esto es fiel reflejo de la fidelidad del consumidor ante un producto fuertemente arraigado a nuestra dieta mediterránea", apuntaba Silva ante los accionistas de la compañía que dirige.