El sindicalista Cándido Méndez (Badajoz, 1952) recuerda con viveza una reunión que mantuvo con Angela Merkel entre 2006 y 2007. La entonces canciller lo recibió por su condición de presidente de la Confederación Europea de Sindicatos, y al terminar el encuentro ella confesó su gran preocupación por la exuberancia económica española. Reconoció que no se atrevía a compartir sus sensaciones con los líderes de otros países, por si la tomaban por loca. Años después, Méndez no olvida esas palabras, no olvida que ella podía haber tomado cartas en el asunto.

Quizá por eso quien fuera líder de UGT durante más de 20 años ha decidido plasmar sus aprendizajes en un libro (Por una nueva conciencia social. Pasado, presente y futuro del empleo en España, Deusto). No solo para dejar por escrito sus reflexiones sobre temas que conoce en profundidad, como el mercado de trabajo español, la vivienda, la precariedad, las pensiones o la política, sino, sobre todo, para que no volvamos a repetir los mismos errores.

Porque si algo resuena por encima del sinfín de temas económicos que el libro desglosa es la necesidad de que la clase política piense, de una vez, a largo plazo. Al extremeño le preocupa especialmente que los gobernantes no parecen capaces de mirar más allá de los próximos cuatro años, y cómo ese cortoplacismo puede llegar a complicar la vida a los que vienen detrás. “Echo en falta luces largas, perspectivas, estamos desarrollando en política la versión del partido a partido a partido”, confiesa en una entrevista con El Independiente.

No está de acuerdo con la ley de amnistía, tampoco con la dependencia del Gobierno de Junts -“un partido de derechas xenófobo”-, ve más necesario un acuerdo PSOE-PP y un debate que se aleje de la territorialidad, pero especialmente clama a mirar a más allá del dedo en todos y cada uno de los temas económicos. Y especialmente en los fondos europeos Next Generation.

"La Unión Europea ha levantado el pie y no lo hemos aprovechado lo suficiente. Estamos perdiendo una oportunidad"

“Mi conclusión es amarga. La Unión Europea ha levantado el pie [entre otros, con la suspensión de las reglas fiscales por la pandemia, y con la creación de estos fondos] y no lo hemos aprovechado lo suficiente, tengo la sensación de que estamos perdiendo una oportunidad porque el debate se ha deslizado hacia la confrontación y no hacia la cooperación. Tenemos que ir a la lucha contra el cambio climático, a la revolución digital, a hacerlas compatibles con el empleo, y no estamos discutiendo de eso”, lamenta.

Méndez está de tournée por los periódicos para hablar de su libro, pero la excusa es válida para charlar también de otros asuntos de actualidad (si alguna ventaja tiene el oficio de periodista, es esa). Desde esa mirada alerta del peligro de sembrar dudas sobre los jueces, en un momento en el que la ultraderecha amenaza con ganar espacio en el Parlamento Europeo y de pura polarización.

“Me preocupa que el Gobierno siembre sombras sobre los jueces y el estado democrático”, dice en la semana en la que el Gobierno ha mostrado su “extrañeza” por la “casualidad” de que la citación judicial de la esposa del presidente, Begoña Gómez, se haya conocido a pocos días de las elecciones comunitarias. “Yo creo en la presunción de inocencia, pero ahora resulta que si el PSOE tiene buen resultado, es que es inocente, y si no, lo contrario. Esto habría que quitarlo de las campañas. Me preocupa extraordinariamente que se piense que somos una democracia deficiente”.

"Me preocupa extraordinariamente que se piense que somos una democracia deficiente"

Del lado más económico, Méndez se muestra a favor de la reforma de las pensiones, casi recién aprobada, y también de reducir la jornada laboral, aunque insiste en que lo más necesario es fijar el rumbo. “El camino seguimos sin identificarlo, vamos al tantarantán. Y así nos va. Yo ahí lo que puedo aportar no son soluciones, son caminos y caminos que han resultado”. E identificar el camino pasa por tener claros los males del país y definir cómo combatirlos: de la baja productividad a los problemas formativos o la inversión.

Una reforma empresarial

Entre las claves más claras que transmite el libro está la necesidad de mejorar el tamaño de las empresas españolas. También la de impulsar la formación de los trabajadores. “Según Eurostat, en España los trabajadores con bajo nivel educativo suponen el 30%, en Alemania son el 16%”, dice enseñando unos apuntes que trae garabateados en una libreta, unas tablas que no ha podido incluir en un libro porque las recopiló hace unos días.

La referencias a Alemania y a otros países europeos son constantes en sus páginas, gajes de haber sido representante sindical europeo en el CES y de tener a un hijo en el país, y la consecuencia de este conocimiento es que lo echa en falta en los debates sobre políticas públicas en el país. Muy ligado a Alemania también ve el tema de los salarios. Para Méndez, la atomización de las empresas lleva a una representación sindical baja, y el tener pocas empresas medianas como en el país de Merkel explica tanto ciertos problemas de afiliación como los altos niveles de desigualdad y el paro juvenil.

De ahí que pida una reforma empresarial, que reduzca, si no termine con la espiral de precariedad que parte de la querencia por la flexibilidad externa. También por eso pide una ley de contratos públicos, como la alemana, que favorezca a las pymes. “800.000 trabajadores cualificados se han ido a Europa en los últimos dos años porque no han encontrado trabajo con sus características. Eso nos tiene que hacer reflexionar, porque se van fuera y los contratan. Tendrán que mirárselo los empresarios, ¿cómo es posible que los trabajadores aquí no sean útiles para las empresas y en Alemania sí y estén protagonizando el cambio empresarial?”, clama.