El Banco de España ha elevado cuatro décimas su previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) español este año, desde el 1,9% al 2,3%, mientras que ha mantenido sus estimaciones para 2025 y 2026, en el 1,9% y el 1,7%, respectivamente.
El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, ha explicado, durante la presentación del nuevo informe trimestral de proyecciones macroeconómicas elaborado por el organismo, que la demanda interna será el principal soporte de la actividad económica a largo plazo, especialmente, el componente del consumo privado.
De acuerdo con las estimaciones del Banco de España, la actividad económica en el segundo trimestre del año seguirá presentando un ritmo de expansión apreciable, con un crecimiento del PIB que podría situarse en el entorno del 0,5% intertrimestral, algo inferior al 0,7% del primer trimestre. Dicha tasa sería compatible con un crecimiento interanual del producto en el segundo trimestre del 2,4%, igual que el observado en el primero.
Entre los factores que actuarán como elementos de soporte del dinamismo del PIB durante los próximos trimestres, cabe destacar la moderación gradual del impacto negativo sobre la actividad por parte del endurecimiento acumulado en las condiciones de financiación, la reactivación paulatina de la economía europea y global, el crecimiento poblacional previsto, el avance de las rentas reales de los agentes económicos en un contexto de desaceleración de la inflación y el mayor despliegue de los fondos NGEU.
Como resultado de estos desarrollos, a finales de 2026 el PIB de la economía española se situará un 8,9% por encima del registrado antes del comienzo de la pandemia de Covid-19, un incremento que, no obstante, será sensiblemente menor (del 4,8%) en términos per cápita.
La demanda interna será el principal soporte de la actividad y el consumo de los hogares, que será el componente con una mayor aportación positiva al crecimiento del PIB, mostrará un dinamismo creciente en los próximos trimestres. No obstante, el consumo per cápita no recuperará los niveles previos a la pandemia hasta 2025.
Por su parte, la formación bruta de capital fijo, que aún se encuentra 2,2 puntos por debajo de sus registros prepandemia, también aumentará a lo largo del horizonte de proyección. Sin embargo, se advierte de que a finales de 2026 la inversión será el componente de la demanda que presente un menor crecimiento acumulado desde 2019, lo que, con una perspectiva temporal más amplia, podría lastrar el dinamismo de la productividad y, por tanto, la capacidad de crecimiento potencial de la economía española de cara al futuro.
Paro por encima del 11%
Respecto al mercado laboral, el Banco de España espera que la creación de empleo se prolongue a lo largo de los próximos años, aunque a un ritmo algo menor que el observado en los últimos trimestres, de forma que se producirá una cierta recuperación de la productividad.
La tasa de paro de la economía española aún permanecerá por encima del 11% en 2026, aunque mantendrá una senda descendente pasando del 11,6% en 2024, misma tasa que la anterior previsión, al 11,3% en 2025 --dos décimas menos-- y al 11,2% en 2026 --una décima menos--.
Por su parte, el organismo ha revisado a la baja sus estimaciones para el crecimiento del empleo en 2024 desde el 1,8% al 1,1%, si bien las eleva en 2025 del 1,1% al 1,7% y la sitúa en el 1,2% en 2026, por encima al 0,9% del pasado informe.
Precios
En cuanto a las previsiones para la inflación general, el Banco de España estima que el IPC se situará en el 3% en 2024, tres décimas más respecto a la pasada previsión; en el 2% en 2025, una décima más, y el 1,8% en 2026, otra décima más.
En todo caso, el organismo apunta a que, de cara a los próximos trimestres, la senda de moderación de la inflación de los alimentos y de la inflación subyacente se prolongará. En concreto, la inflación de los alimentos disminuirá desde un promedio anual del 11,1% en 2023 hasta el 4,5% en 2024 y hasta tasas en el entorno del 2,5% en 2025 y 2026.
Esta evolución resulta coherente, entre otros aspectos, con las cotizaciones que se observan en los mercados de futuros para distintas materias primas alimenticias y con la marcada desaceleración que vienen mostrando en los últimos meses los precios de los alimentos en las etapas iniciales del proceso productivo. En cualquier caso, la ralentización de los precios de consumo de los alimentos mostrará algunos altibajos en los próximos meses.
Así, por ejemplo, la reversión de la rebaja del IVA de los alimentos a partir de julio de 2024 --si el Gobierno decide no prorrogar esta medida-- ejercerá una cierta presión al alza sobre estos precios en la segunda mitad del año, según ha advertido el organismo.
Por otra parte, la inflación subyacente descenderá desde un promedio anual del 4,1% en 2023 hasta el 2,6% en 2024 y hasta tasas cercanas al 2% en 2025 y 2026.
Déficit, por encima del 3%
En sus nuevas proyecciones, el Banco de España mejora sus estimaciones sobre el déficit para 2024 y lo sitúa en el 3,3% del PIB, dos décima menos respecto a la anterior proyección, aunque tres décimas por encima frente a las proyecciones del Gobierno (3%).
Para 2025 y 2026, el organismo recorta en cuatro décimas la proyección de déficit para 2025, al 3,1%, y lo sitúa en el 3,2% en 2025 --frente al 3,5% de la anterior previsión--, lo que dejaría a España en situación de incumplimiento frente a las reglas fiscales marcadas por Bruselas que exige bajarlo del 3%.
Más deuda
En cuanto a las previsiones de deuda sobre el PIB, las estimaciones del Banco de España apuntan hacia una senda ascendente entre 2024 y 2026, pese a la moderación observada en los últimos años desde el pico provocado por la pandemia.
En concreto, para 2024 las proyecciones son del 105,8%, mejores respecto al 106,5% anterior; del 106,2% en 2025 (inferior al 107,2% de la anterior previsión) y del 107,2% en 2026 (por debajo al 108,4% a la pasada estimación).
Riesgos
En todo caso, el Banco de España advierte de que estas proyecciones están sujetas a una elevada incertidumbre. En el ámbito externo, las tensiones geopolíticas suponen, en caso de una escalada, un considerable riesgo a la baja sobre la actividad y al alza sobre los precios. Asimismo, no pueden descartarse episodios de turbulencias financieras que provoquen una acusada corrección en los precios de los activos financieros y un deterioro de las perspectivas macroeconómicas en el corto y medio plazo.
En el ámbito doméstico, sigue existiendo una elevada incertidumbre en cuanto al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa NGEU y a la capacidad del ahorro de los hogares. También hay incertidumbre sobre la persistencia del considerable dinamismo que los servicios, especialmente los turísticos, que ha mantenido España en los últimos trimestres.
Además, la implementación de un plan de consolidación fiscal acarrearía, previsiblemente, un menor grado de dinamismo de la actividad a lo largo del horizonte de proyección que el contemplado en este ejercicio de previsiones.
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