La vicepresidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha vuelto a Washington para presumir de estrategia para combatir la inflación. La economista francesa ha regresado al Fondo Monetario Internacional (FMI), institución que dirigió hasta 2019, para dar una conferencia en la que ha defendido que se puede salir de una crisis de inflación sin que el empleo se vea tan repercutido como solía hacerlo, pese a lo que apuntan los dogmas.

"Increíblemente, la desinflación ha llegado, al menos hasta la fecha, con un coste muy bajo para el empleo. Es raro evitar un fuerte deterioro del empleo cuando los bancos centrales suben los tipos de interés en respuesta a los altos precios de la energía. Pero el empleo ha crecido en 2,8 millones de personas en la eurozona desde finales de 2022", ha apuntado Lagarde. Acompañada por la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, Lagarde ha resaltado en la conferencia Michel Camdessus que el mundo ha salido de la peor crisis de precios desde los años 70, pero afrontando la situación de manera muy distinta.

"Y hay dos razones para esta mayor estabilidad. Por un lado, décadas de fijar objetivos de inflación han tenido un fuerte impacto en cómo las personas construyen sus expectativas futuras sobre la inflación. De hecho, cuando el objetivo de inflación se establece de forma suficientemente clara, y la política monetaria es creíble, las expectativas de inflación permanecerán fijas, lo que hace que el proceso de ajuste a un shock de inflación sea menos doloroso", ha explicado.

Tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal estadounidense tomaron la decisión de subir los tipos de interés en 2022, lo que repercutió en un incremento del precio de los préstamos, y por tanto de las hipotecas y todo tipo de productos financieros, con el objetivo de "enfriar" la economía y así tratar de frenar la espiral inflacionista. Y no ha sido hasta dos años después cuando ambas instituciones, la primera la semana pasada y la segunda este mismo miércoles, decidieron volver a subir los tipos, al considerar que el crecimiento de los precios ya está lo suficientemente controlado.

"En segundo lugar, a lo largo del tiempo los bancos centrales han reconocido que la estabilidad no debería significar rigidez. Estamos mejores posicionados para hacer frente a cambios estructurales porque las estrategias combinan tres elementos: objetivos de inflación claramente definidos, herramientas flexibles para alcanzar esos objetivos, y marcos analíticos que puedan hacer frente y responder a cambios en la economía. Hemos utilizado todos estos elementos en los últimos años para asegurarnos de que la política monetaria mantiene la estabilidad de precios sin demasiado coste para la economía", ha argumentado.

La inflación va a ser volátil los próximos años

Aun así, la presidenta del BCE ha advertido de que a partir de ahora la inflación puede ser más volátil y puede ser más complicado transmitir la política monetaria, por lo que los bancos centrales deben estar preparados para el cambio. Con todo, espera que la inflación vuelva al objetivo del 2% en la segunda mitad del próximo año, lo que considera un logro dado que Europa ha sufrido "mucho más que Estados Unidos" por los altos precios de la energía. "Este aterrizaje es impresionante, y por tanto el mensaje más importante tiene que ser: estad preparados para el cambio, utilicemos el marco de flexibilidad del que disponemos, y abracemos la estabilidad sin rigidez".

Al mismo tiempo, la exministra francesa ha reconocido que se equivocaron al asumir que la inflación fruto primero de los cuellos de botella en las cadenas de suministro y después por la crisis energética sería transitoria, y ha animado a abrazar cambios como la inteligencia artificial o el -aún por llegar- euro digital, para que los bancos centrales no se queden atrás con respecto a la banca comercial. Según su discurso, el BCE produce un millón de documentos al año y los traduce a 24 idiomas, y ya hoy el 80% de ese trabajo se hace con inteligencia artificial.