El pasado miércoles 25 de septiembre se cumplieron cuatro años desde que la icónica marca francesa de cristalería Duralex se declarase en quiebra. La firma gala lleva produciendo los característicos platos y vasos de color ámbar y verde desde 1945. Pero llegó un momento en que los números no daban para más.

Solo unos días antes, la reconocida multinacional estadounidense de productos para el hogar Tupperware iniciaba también el proceso declararse en bancarrota. Al igual que Duralex, la compañía fundada en Massachusetts en 1946 por el químico Earl Tupper busca ahora una solución en los tribunales que le permita seguir operando y una venta para que la marca no desaparezca.

La dirección alegó que la situación financiera de la empresa conocida por sus icónicas fiambreras de plástico se ha visto gravemente afectada por un "desafiante" entorno macroeconómico, que ha terminado por dejar sin liquidez a la compañía. Así lo trasladó en un comunicado al supervisor de la bolsa estadounidense. No en vano, arrastra 700 millones de deuda tras años de caídas de las ventas de una compañía que introdujo toda una revolución en la cocina del siglo XX.

Por su parte, Duralex ha logrado finalmente capear el temporal y sigue produciendo sus vajillas tras un resurgir empresarial bajo el modelo de cooperativa. Sus más de 200 trabajadores lograron salvar la compañía, que tuvo incluso que paralizar varios meses su horno en 2022 por la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania.

El vidrio Duralex presume de resistente gracias a su proceso de templado. Se trata de un enfriamiento brusco por ventilación de todo el producto de vidrio, que previamente se ha calentado a una temperatura de unos 700°C. Este tratamiento permite mejorar la mayoría de sus cualidades físicas: resistencia a las tensiones mecánicas y al choque térmico (cambio brusco de temperatura). Esto hace que el vidrio Duralex sea al menos 2,5 veces más resistente a las tensiones mecánicas que un producto de vidrio recocido.

Tras dos décadas arrastrando también problemas financieros, la firma había sido adquirida en enero de 2021 por la compañía de utensilios de cocina Cookware, también propietaria de Pyrex. Pero las cosas no fueron bien pese a los 15 millones de ayudas públicas recibidas por parte del Estado francés. Y en abril de este año, la empresa entró en suspensión de pagos. Su facturación había caído en 6,4 millones respecto al año anterior, con unas pérdidas de 12 millones.

Este verano, los empleados del grupo se hicieron con el control tras una decisión del Tribunal de Comercio de Orleans sobre la terna de propuestas que existía, dos de ellas por pequeñas empresas de vidrio. Ambas contemplaban despidos. Finalmente, ganó el modelo de una Sociedad Cooperativa de Producción (SCOP), una figura existente en Francia que convierte a los empleados en socios de la empresa.

El éxito de ambas compañías reside también en su expansión internacional. Tupperware cruzó la frontera de Estados Unidos por primera vez diez años después de fundarse para establecerse en Europa. En torno a la mitad de la década de los 60, estaba ya implantada en seis mercados, desde donde siguió creciendo hacia Asia y Latinoamérica. Tupperware se acoge ahora a un punto de la ley estadounidense de quiebras, mediante el que un tribunal supervisará el proceso y tendrá decidir si la actividad de la empresa es viable y, en su caso, aprobar medidas para que no desaparezca.

Presente en 110 países, Duralex busca aumentar la producción de unos productos con gran resistencia y durabilidad. De momento, está trazando estrategias para relanzar la marca con alianzas, por ejemplo, con la marca gala de calzoncillos Le Slip Français o con el operador público postal, La Poste. En cualquier caso, si lo de Tupperware no va bien, la firma francesa también tiene su propia línea de túperes. Eso sí, de vidrio templado.