La gran banca vigila la nueva solución que se plantea para el futuro de Talgo. El interés mostrado por la acerera Sidenor para hacerse con el control del fabricante vasco de ferrocarriles tiene una derivada financiera. Los acreedores de Talgo -entre los que están Santander, BBVA y CaixaBank, Sabadell- podrían tener que evaluar la posible oferta que se planteé cuando se concrete el futuro de una operación que cuenta con el respaldo tanto el Gobierno central como del Gobierno Vasco.

Los grandes bancos con los que Talgo mantiene parte de su deuda tuvieron ya que dar analizar hace meses la su Oferta Pública de Adquisición (OPA) que presentó el grupo húngaro Magyar Vagon para hacerse con el 100% de la compañía a 5 euros por acción. Las entidades tuvieron que dirimir si ejercían la denominada cláusula de cambio de control que incluyen este tipo de créditos y que permite a los acreedores de una compañía vetar una adquisición si esta pone en riesgo su posición financiera.

La compañía liderada por András Tombor consiguió antes de lanzar su OPA garantías de que las entidades no ejercerían las garantías de amortización anticipada de los préstamos. "Hemos conseguido el permiso de todas las entidades con exposición en Talgo", presumía en una entrevista con Expansión el pasado mes de agosto. Entonces, aseguraba que los bancos eran un total de 24 entidades que sumaban unos 3.000 millones entre créditos y avales. La mitad de ellos tenían clausulas de cambio de control.

Sin embargo, el Gobierno de Pedro Sánchez vetó la operación promovida por el conglomerado húngaro Ganz-MaVag Europe esgrimiendo razones de seguridad nacional. Ahora, Moncloa confía en que la solución de Sidenor pueda salir adelante tras haber encallado la opción promovida con la checa Skoda Transportation. Talgo necesita un balón de oxígeno para su capacidad productiva, en dificultades para dar salida a una abultada cartera de pedidos que supera los 4.000 millones de euros que incluye grandes contratos para la Deutsche Bahn (DB) alemana, la DSB danesa o la española Renfe.

La clave del papel que jugarán los bancos acreedores, que suman más de una veintena, está en la fórmula que se elija para tomar el control de la compañía. Y hay varios escenarios posibles. La muestra de interés enviada en forma de carta hace unos días por Sidenor a Talgo abría la puerta incluso a hacerse con el 100% del capital del fabricante de trenes. Pero más allá de la voluntad expresada por la firma del empresario José Antonio Jainaga, todavía no hay una una oferta en firme y parece abrirse paso una fórmula más diversificada en la que podrían participar más empresas.

Así, Sidenor tomaría una posición que no supere el 29,9% del capital social de la empresa, lo que evitaría tener que lanzar una OPA. "Se tiene que ir viendo cuál es el esquema y si el esquema desencadena un cambio de control, los bancos tendrán que pronunciarse", explica una fuente del sector financiero. En cualquier caso, el fondo británico Trilantic -que controla un 30%- lleva tiempo queriendo salir. Pero está dentro de la instrumental Pegaso Transportation, que tiene un 40,03% de la firma vasca y en la que están también Torreal, el vehículo inversor de Juan Abelló, y la familia Oriol. Por tanto, falta saber cómo se articularía la toma de control de ese 10% restante.

Sea cual sea el escenario, las entidades tendrán que evaluar, entre otras cosas, la viabilidad a futuro que ven a la compañía en función de la oferta que se presente. También someterán a examen la estructura accionarial resultante y otras variables que les permitan tener certidumbre sobre el plan de negocio a futuro de la empresa. A partir de ahí, podrían también revisar las condiciones de la financiación. Según las cuentas del primer semestre, la deuda financiera neta de la empresa se duplicó, pasando de 175 a 357 millones de euros, de los que 107 vencen este mismo año.

Sidenor es un socio industrial, pero no está especializado en la fabricación de trenes. Y ese era uno de los requisitos que ponía Criteria, el brazo inversor de La Caixa, para entrar como socio financiero en la eventual alternativa a la OPA húngara que ha tratado de tejer Moncloa desde que trascendió el interés de los húngaros. Pero desde la entidad aseguran que no hay novedad sobre su posición y que nadie se ha puesto en contacto con ellos para explorar la alternativa.

En paralelo a la banca privada, el cambio de control que se cierne sobre el accionariado de Talgo también podría tener que contar con el visto bueno del Banco Europeo de Inversiones (BEI), ahora dirigido por la exvicepresidenta española del Gobierno Nadia Calviño. El organismo comunitario firmó en 2022 un préstamo verde de 35 millones de euros para financiar la estrategia de I+D+i de la empresa vasca.

A la espera de cómo se resuelva todo, lo cierto es que la compañía ha recuperado aire en Bolsa. Hasta el pasado jueves, las acciones de Talgo acumulaban un alza del 15% en tres jornadas. Aunque, eso sí, cotizan a 3,82 euros, lejos de los 5 euros que estaban dispuestos a pagar los húngaros y que satisfacían las pretensiones de los accionistas mayoritarios de la firma vasca.