El sector de la automoción va mucho más lejos que el hecho de únicamente disponer de energía eléctrica para coches eléctricos. Y el ejemplo está en las gasolineras y en los combustibles alternativos. Pues cada vez más son las estaciones de servicio, tanto en España como fuera de ella, que empiezan por hacer llegar alternativos a la gasolina o al diésel.

Como tal, hablamos de combustibles alternativos aquellas fuentes de energía que sustituyen completa o parcialmente a los combustibles fósiles clásicos, como petróleo, carbón y gas natural, según la directiva 2014/94/UE.

Así, se consideran combustibles de este tipo la electricidad, el hidrógeno, bioetanol, HVO (aceite vegetal hidrotratado, conocido como diésel renovable) y el gas natural. Este último puede darse en forma gaseosa de GNC (gas natural comprimido) o en forma licuada de GNL (gas natural licuado), así como también el GLP (gas licuado del petróleo).

Actualmente, en el sector de la automoción, el paso a estas fuentes de energía supone una revolución, ya que pueden contribuir a la descarbonización (o eliminación) de los combustibles fósiles y a mejorar el comportamiento medioambiental del sector del transporte.

La razón del incremento del uso de estos combustibles es precisamente esta: cuidar el medioambiente. Una conducta que se incrementa progresivamente, tal como se puede verificar por la alta demanda actual de coches eléctricos, así como la gran cantidad de coches ofrecidos por el renting que incluyen automoción con estas tecnologías alternativas.

De hecho, a inicios de este mes de octubre, grandes firmas del mercado, como Bank of America, han alertado del precio que va alcanzar el petróleo en las próximas semanas, superando la barrera de los 100 dólares por barril, lo que, debido a los recortes en la oferta y producción que están llevando a cabo ya desde la OPEP+, y otros socios como Rusia, México, Malasia o Bahrein, puede terminar por encarecer aún más el precio de la gasolina.

En España, el petróleo se utiliza para generar más del 50% de la energía primaria, seguido del gas y el carbón. Aunque en los últimos años se han potenciado las energías renovables, en años como 2020 y 2023 la electricidad generada a partir de combustibles fósiles fue la que más creció, con un incremento del 18% respecto del año anterior.

El gas natural y los biocombustibles son los que más están sustituyendo al diésel y gasolina

Para eso, como combustibles alternativos, y que ya funcionan en buena parte de las gasolineras españolas, se encuentra el gas natural. Este es uno de los más conocidos, pero mucha gente desconoce que de hecho es un gas de efecto invernadero que emite una cantidad menor de dióxido de carbono.

La forma en que el gas natural funciona es que cuando éste es quemado, se genera CO2, pero los niveles de dióxido de carbono son bastante más reducidos que en el caso de otros combustibles. Con el objetivo de reducir sus emisiones de carbono, muchos fabricantes de coches ya están sustituyendo el diésel y la gasolina por el gas natural que, aunque en sí mismo es un combustible fósil, genera menos emisiones.

Repostaje de biodiésel /EP
Repostaje de biodiésel /EP | Pixabay

Los biocombustibles son otro combustible alternativo popular, y se originan a partir de plantas que consumen CO2 durante toda su vida. Con el objetivo de que sea renovable, el nivel de emisiones que se liberan al consumir el combustible debe equilibrar las emisiones consumidas por las plantas en su ciclo de vida. Aunque no es tan popular como los coches que funcionan con gas natural, cada vez más productores de coches han empezado a crear coches que funcionan con biocombustibles.

Otra alternativa popular a los combustibles fósiles en el transporte es la electricidad, que es el combustible alternativo más común utilizado para los coches. Los vehículos eléctricos reducen la huella de carbono del transporte, a partir del uso de baterías en lugar de gasolina para alimentar sus motores. Lo que hace que un coche eléctrico sea sostenible o no lo sea, es el origen de la electricidad. Si la electricidad no proviene de una fuente renovable, no se considera sostenible.

El hidrógeno es popular porque tanto si se utiliza en una pila de combustible o se quema para generar calor, su única emisión es agua limpia. Aunque es la mejor alternativa a los combustibles fósiles, el hidrógeno no es fácil de obtener, ya que no se encuentra en la naturaleza. Sino que lo hace a partir de otras sustancias que lo contienen como el agua, el carbón o el gas natural.

En definitiva, los combustibles alternativos tienen una serie de ventajas muy asumibles para aquellos que han tenido siempre vehículos de gasolina o diésel. Todo, además, de una mejor imagen como consecuencia de una responsabilidad social visible, la reducción de costes tanto operativos como de mantenimiento, así como los diferentes incentivos fiscales y económicos planteados por los gobiernos para fomentar su uso.

España aún tiene varios retos por delante con los combustibles alternativos y renovables

Ahora bien; aunque los combustibles alternativos representan una gran oportunidad para España, y ya son varias las empresas que están ofreciendo este cambio, bien es cierto que aún hay varios retos por delante antes de que se generalicen su uso.

Uno de los principales es la logística. Actualmente, la infraestructura de distribución de combustibles fósiles ya está muy desarrollada. Sin embargo, harán falta inversiones importantes para adaptarla a los nuevos combustibles renovables. Esto incluye, además de a las propias gasolineras, a toda la cadena de suministro.

Otro reto importante son los costes. Aunque han bajado mucho en los últimos años, los combustibles renovables siguen siendo más caros que los tradicionales. Superar esta barrera requerirá políticas de apoyo, como exenciones fiscales, para hacerlos competitivos.

Una vez más, sabemos que el avance de España con la movilidad del futuro es lento, aunque son marcas como Repsol y otras las que están profundamente involucradas en ello. Es por eso que muchos se van haciendo la misma pregunta: ¿tomará cartas la Unión Europea con sus planes para 2035?