En España tienen su vida útil acotada. Incluso con fecha de cierre: 2035. A las centrales nucleares de nuestro país apenas les restan once años de vida antes de echar el cierre. El futuro nuclear que tiene marcado nuestro país discurre por una senda contraria a la de algunas de las principales potencias europeas y mundiales. En muchas de ellas las centrales, los reactores, no sólo no tienen fecha de caducidad fijada sino que su vigencia se ha prorrogado y su número de instalaciones se amplía. Será en apenas una década la paradoja de España, tierra libre de energía nuclear y vecina de la primera potencia nuclear del mundo: Francia.

En términos globales en el mundo operan actualmente 413 reactores en 41 países. El futuro inmediato del planeta no camina hacia la reducción de este tipo de instalaciones sino más bien al contrario, a su apuesta firme. A las ya existentes se suman 59 plantas que están en construcción, 113 que están aprobadas por sus respectivos gobiernos para iniciar su ejecución y otras 328 que están propuestas pero pendientes de aprobación. De completarse todos los planes, en sólo unos años el mundo pasaría de 413 a 913 reactores.

En nuestro país la tendencia es la inversa. Es lo que determina el plan de actuación que ha establecido el Gobierno y que de modo reiterado ha venido defendiendo el Ministerio para la Transición Ecológica. Según este plan, los siete reactores nucleares en funcionamiento en nuestro país desde hace cuatro décadas no tendrán cabida en el horizonte energéticamente sostenible que ha venido defendiendo el ministerio de Teresa Ribera. Una vicepresidenta que ahora, en su condición de candidata a nueva comisaria europea del ramo, ha evitado desairar a las potencias europeas. Para ello ha admitido para Europa lo que nunca contempló para España. Ribera ha dejado claro que la energía nuclear, en términos comunitarios, podrá continuar siempre que se asegure su sostenibilidad, seguridad y gestión.

Desmanteladas en... 2100

En España no sólo tienen fecha de cierre, sino también plan para su desmantelamiento. Será complicado y prolongado. El último rastro nuclear en nuestro país no desaparecerá hasta cerca del año 2100. El plan de la Empresa Nacional de Gestión de Residuos Radioactivos ENRESA ya ha planificado que a partir de 2027 se activará el botón del final de la energía nuclear en España tras casi medio siglo. Lo hará en primer lugar con la central de Almaraz, en Cáceres, y un año después con Almaraz II, ambas tras 44 años de funcionamiento. Después será el turno de Ascó I y Cofrentes, en el año 2030; de Ascó II en 2032 y de las centrales de Trillo y Valdellós II en 2035.

¿Dónde irán a parar los residuos de esas plantas? El séptimo plan de Gestión de Residuos Radiactivos aprobado en diciembre de 2023 contempla la construcción de siete Almacenamientos Temporales Descentralizados (ATD) y un Almacenamiento Geológico Profundo (AGP) para su almacenamiento definitivo. Pero eso no ocurrirá hasta… 2073.

Entretanto, la producción de energía nuclear en nuestro país continuará teniendo un peso muy relevante en el mapa energético. Desde hace más de una década representa el 20% de la producción energética total de nuestro país. Es cierto que, a medida que la producción de energías renovables alternativas crece, en particular la eólica, la producción nuclear ha ido perdiendo presencia.

Desde el Foro Nuclear reclaman que los planes de desmantelamiento y ‘apagado’ de la producción nuclear sean reconsiderados. Subrayan que Europa ya se ha dado cuenta del papel relevante que puede tener la energía nuclear “ante el reto climático tan potente que tenemos por delante”, aseguran. Recuerdan que la energía nuclear no emite CO2 y que su aporte al reto medioambiental es claro. “Esto va más allá de los signos políticos o ideológicos”, recuerda el Foro: “Esto no se trata de nuclear frente a renovable. A día de hoy es imprescindible en esta transición. Cada vez lo dicen más voces”.  

China, Rusia y Francia

Mientras España ultima con detalle su plan de desmantelamiento, en Europa la energía nuclear vive un renacer. Además de su consideración como tecnología estratégica, como ‘Net Zero industry act’, no pocos países han recuperado su apuesta por este tipo de producción energética. Actualmente la energía nuclear representa el 22,8% de la producción energética europea, por delante del 18,5% de la eólica o el 16,9 del gas. En países como Francia supone el 65% de su energía, el 61% en Eslovaquia y por encima del 40% de la energía en Bélgica, Bulgaria, Finlandia y Hungría

Francia cuenta con 56 reactores actualmente y está construyendo uno más. En sus planes de futuro contempla ampliar la red de centrales en otras seis más. El Reino Unido dispone de 9 reactores y tiene en marcha la construcción de dos nuevas centrales y planificadas otras dos. Un país como Suecia, con seis plantas, tiene aprobada la construcción de otras dos.

En todo el mundo existe un parque de 413 reactores en funcionamiento dispersos en 32 países, a los que se suman 59 ahora en construcción. La producción nuclear representa el 10% del total de la producción energética mundial. En 18 países, -que poseen 193 reactores- su apuesta por este tipo de energía es especialmente clara al haber concedido autorizaciones a varias de sus centrales para operar otros 40 años. En casos como los Estados Unidos las autorizaciones son aún más amplias, por periodos que van desde los 60 a los 80 años.

Entre las grandes potencias la apuesta por la energía nuclear también es una realidad innegable. China es, tras Francia, la que más reactores tiene en funcionamiento: 55, a los que suman otros 24 en construcción y 42 más aprobados. En Rusia, donde funcionan 37 reactores, el Gobierno de Vladimir Putin tiene tres centrales en construcción y 25 más aprobadas para su próxima construcción. En India a los 19 reactores en funcionamiento pronto se le sumarán ocho más y a medio plazo una docena ya proyectados.