Es el nuevo ferrocarril, la nueva autopista de la economía. La industria del dato en la era digital se ha convertido en el ‘maná’ que muchos gobiernos autonómicos aspiran a atraer. Inversiones millonarias, empleo y visibilidad internacional con el sello de las grandes compañías tecnológicas. El mercado crece a un ritmo trepidante en nuestro país. Lo hizo primero en el norte de Europa y desde hace unos años es el turno del sur, con España como epicentro. Al anuncio de una nueva instalación pronto le sucede otra. Los centros de datos se han convertido en la tierra sobre la que muchos quieren que llueva ‘la nube’ digital.
Por ahora son más de un centenar los centros que existen en España. Están dotados de toda la infraestructura necesaria para encauzar, almacenar y distribuir el contenido e información digital generada en el mundo. Instalaciones complejas necesarias en el nuevo paradigma económico digital que se impone y que la Inteligencia Artificial ha vuelto a impulsar. Quienes conocen el mercado aseguran que esto no ha hecho más que empezar.
Otros alertan de que se corre el riesgo de crear una suerte de ‘burbuja’ de instalaciones, que quizá no todos los proyectos anunciados al calor de esta ‘fiebre’ de los ‘data centers’ terminen por materializarse. Actualmente en nuestro país operan cerca de 120 centros de estas características. Madrid es, sin duda, el punto central de la expansión, pero no el único. Barcelona no para de crecer y comunidades autónomas como Aragón han irrumpido con fuerza en este mercado.
Pero, ¿por qué España está creciendo tanto y tan rápido? Las razones son varias. La primera es la ubicación y la costa. Estar situado en una suerte de cruce de caminos intercontinental –tecnológicamente hablando- entre Europa, Africa y Asía, le convierte en el lugar adecuado para comunicar y conectar tecnológicamente el mediterráneo y su área de influencia. La costa juega a su vez un papel determinante. A ella arriban los cables de telecomunicaciones submarinos que conectan, por ejemplo, New York con la playa de Sopelana, en Bizkaia, y desde ahí distribuir los datos que han cruzado océanos a cualquier otro lugar remoto del mundo.
Una cantidad 'ingente' de datos
A esa ventaja se le suma otra: la modernidad y la calidad de nuestra red de fibra. “España tiene una red de telecomunicaciones estupenda, muy capilar. Todos los despliegues que se hicieron a partir de 2008 nos aportan una red troncal muy buena y una capilar que llega hasta el último rincón del país. Esa capacidad no la tiene todo el mundo. En el Reino Unido sales de Londres y empiezas a tener problemas para tener cobertura”, asegura Raquel Figueruelo, directora de Marketing y Desarrollo de Negocio de Digital Realty.
Esta compañía, de origen estadounidense, cuenta con 300 centros de datos en todo el mundo, cuatro en España. Uno de ellos, con 30 MW de potencia instalada, es el más importante de Madrid y abarca una extensión de 35.000 metros cuadrados. Por sus centros de datos discurre cerca del 65% del tráfico de Internet que se genera en España y Portugal, con cerca de 16.000 conexiones. Para entender la dimensión y complejidad de algunos de estos centros de datos basta con imaginar los 300.000 servidores y 120.000 kilómetros de cableado de fibra que tiene instalados esta compañía para poder prestar servicios a compañías como Netflix, bancos o IBM, entre otros.
La Asociación Española de Data Centers, SpainDC, asegura que la demanda de este tipo de instalaciones crecerá en el futuro de modo significativo por los avances que se dan en materias como la inteligencia artificial o las distintas aplicaciones y usos de Internet. Subraya que hace tiempo que los flujos de datos e información que se generan se han disparado y suponen “cantidades ingentes de datos” que deben ser almacenados, procesados y transmitidos. Ello requiere instalaciones complejas para poder ser ‘transportados’ a velocidades ultrarrápidas de un punto a otro, desde quien lo almacena en la nube a quien lo demanda en la vida real. Cada día, empresas, administraciones públicas, hospitales y usuarios particulares hacen un uso de la tecnología de datos a través de aplicaciones de comunicación, de servicios de streeming o de cualquier otra vía. Y cada vez menos, la infraestructura necesaria para almacenarlos no se instala en las empresas, menos aún en el hogar, sino que se ‘subcontrata’ a los servidores de estos servicios de datos de grandes compañías con centros de datos.
Se trata además de instalaciones críticas, en funcionamiento 24 horas al día, y sin las que servicios ordinarios como un cajero, un sistema de coordinación de semáforos o interconexiones de emergencia podrían estar en riesgo.
Proyectos en marcha, potencia disparada
En nuestro país han puesto su mirada las grandes compañías tecnológicas. Amazon, Oracle, Google o Microsoft son sólo algunas de las que ya han realizado inversiones millonarias y anuncian más para los próximos años. Un ejemplo claro del desarrollo que se espera en este ámbito es Madrid. Según el informe Data Center Snapchot elaborado por Colliers, la potencia instalada en la capital en su cerca de una treintena de centros de datos es actualmente de 264 MWh. La previsión es que en los próximos seis años, en 2030, esa capacidad se dispare hasta los 792 MWh, supondrá multiplicar casi por cinco la potencia.
Y no es la única. Ante una posible saturación de centros de datos en la capital de España, el otro punto de referencia en nuestro país, aunque a mucha distancia, también está creciendo. En Barcelona este año los 25 MWh de potencia instalada hasta el año pasado son ya 42 MWh. Además, las reservas de suelo en la capital catalana también han aumentado para la instalación de nuevos centros. “Desde Madrid y Barcelona podemos servir a una población de cerca de 4.000 millones de personas, es la que está concentrada en el área mediterránea a la que podemos llegar. La latencia –el tiempo transcurrido desde que se demanda un dato, un servicio digital, hasta que llega al receptor- es muy baja”, asegura Figueruelo.
Pese a este crecimiento, la presencia de estas instalaciones en las ciudades españolas sigue estando lejos de las principales capitales europeas. El sector radiografía su relevancia de acuerdo a la potencia instalada global, no al número de centros de datos. Hay centros de datos pequeños, medianos y gigantes. Figueruelo recuerda que el PIB de las economías es cada vez más digital y que el peso de la tecnología y por tanto de la transmisión de datos será determinante: “Hemos pasado de la economía digital a una economía del dato”, subraya. Señala que aplicando esa relación PIB-Centros de datos, en España se debería multiplicar por 12 este tipo de instalaciones si comparáramos Madrid con Londres, por 14 si lo hiciéramos con Amsterdam y por 7 si lo comparamos con Paris: “Nuestro PIB digital nos obligará a seguir creciendo”.
La cuestión es saber si este ‘boom’ de anuncios de inversiones para instalar centros de datos es una ‘burbuja’ o una realidad. Fondos de inversión o compañías como ACS o Iberdrola, entre otras, también han entrado en este negocio. Para la responsable de desarrollo de negocio de Digital Realty, hay mucho de lo primero y también de lo segundo: “Creo que hay una parte de lo que está sucediendo que es muy especulativo. Los que llevamos tiempo en el sector creo que seguiremos creciendo a un ritmo entre el 10% y 20%, pero los nuevos jugadores no van a terminar de despegar. Muchos quizá proyectan ahora esas inversiones y luego no encuentren clientes. Veremos proyectos anunciados que no se ejecutan. No creo que los que finalmente se materialicen lleguen al 50%”, asegura.
Mucho suelo, energía y agua
Aragón es el mayor ejemplo de la fiebre por este tipo de inversiones. La comunidad autónoma acumula sólo en los últimos meses dos anuncios de relevancia. El ‘campus de centros de datos’ hecho por Microsoft y la inversión de 7.500 millones recientemente anunciada por Blackstone para construir el que sería su mayor proyecto europeo de estas características. Comunidades como Castilla La Mancha, el eje Bilbao-Navarra, Valencia, Málaga o Galicia son otros de los puntos en los que la instalación de ‘data centers’, aunque con menor penetración por ahora, también son una realidad. “Nosotros no tenemos más que otros, lo que sucede es que porcentualmente nuestro crecimiento ha sido más tardío y muy grande en los últimos cuatro años”.
La disponibilidad de suelo y de energía es fundamental. En muchos casos hablamos de complejos que requieren amplias áreas de terreno para instalarse, además de un consumo de energía para tenerlos en marcha las 24 horas del día. También son necesarias fuentes de agua para asegurar la refrigeración de las instalaciones. Hace seis años el sector suscribió un compromiso para que la energía que se emplee en estas instalaciones sea renovable. El suministro verde es hoy una realidad en la mayoría de los centros.
Figueruelo asegura que no es cierto que el consumo de energía y agua sea desproporcionado en los centros de datos. Recuerda que muchos de ellos albergan servicios de cientos de empresas. Compañías en las que se deja de consumir esa energía que transfieren a los centros de datos, al subcontratar sus servicios de almacenaje, procesamiento y transmisión de datos: “El grado de eficiencia de estos centros es mucho mayor. En una empresa o en una casa se consumiría mucho más. En una vivienda se consumiría 2,5 kilovatios hora y 1,8 litros de agua y en unas instalaciones como las nuestras se consume 1,5 kilovatios hora y 0,8 litro de agua. En realidad, ahorramos energía y agua”, asegura.
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