Supone comenzar la carrera con más lastre. Competir cuando los costes de partida son más elevados que sus principales rivales en el mercado auguran una disputa complicada. En España las grandes industrias electrointensivas lo hacen desde hace tiempo. Su factura eléctrica es mucho más abultada que la de algunos de sus competidores, como los franceses, alemanes o belgas. Y lo es en un porcentaje especialmente elevado: hasta un 188% más cara en el caso de las industrias galas y un 78% más respecto a la que pagan las industrias alemanas: “Jugamos con desventaja. Estamos en una situación de clara inferioridad respecto a nuestros directos competidores”, se lamenta Pedro González, director general de la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía (AEGE).

En sectores como el siderúrgico, el metalúrgico, el químico o el dedicado al vidrio, los consumos de energía son muy elevados. Son las llamadas industrias electrointensivas en las que la factura eléctrica puede representar el 30% del total de su coste de producción y que en los años postpandemia, en los que el precio se disparó, llegó a dispararse hasta el 50%.

Según el barómetro energético de la AEGE los precios energéticos finales de la industria electrointensiva en nuestro país es de 62,17 euros/MWh frente a los 21,58 euros/MWh y los 34,95 euros/MWh.

Un 30% menos de consumo

Hoy la industria manufacturera en España representa un 13,5% del PIB de nuestro país. El sector reclama al Gobierno medidas para abaratar esa factura y permitir que no lastre su competitividad: “Si en otros países hay hueco para adoptar medidas que abaraten ese coste, ¿por qué aquí no?”.

La AEGE reconoce que alguna se ha aplicado, pero de modo insuficiente. Es el caso de la exención del 80% del pago de los ‘peajes’ por uso de las redes eléctricas, medida que concluirá el próximo 31 de diciembre: “No tenemos noticias de que eso vaya a prolongarse, menos aún que se convierta en permanente, como ocurre en Francia o Alemania. Es ese tipo de medidas las que necesitamos para que el precio eléctrico no lastre nuestra competitividad”.

Los altos costes eléctricos han dejado huella en el sector. En los últimos cinco años la AEGE estima que el consumo eléctrico se ha reducido un 30%. Su capacidad para competir en el mercado europeo se ha resentido y con ella parte de la actividad: “Para recuperarla necesitamos una factura al mismo nivel que el de nuestros competidores”. La homogeneidad en la disputa en el mercado es la base de la demanda, ¿Por qué vamos a pagar conceptos que en otras zonas de Europa no se pagan?”.

"Hay costes que no tienen sentido"

González recuerda que la discrecionalidad de cada país le permite ajustar las facturas eléctricas: “Francia, por ejemplo, da energía nuclear a sus consumidores industriales a un precio imbatible. Alemania concede exenciones en el pago de determinados conceptos de la factura. En nuestro caso, lejos de quitar conceptos se incluyen otros de carácter fiscal o para fiscal que hacen que nuestro saldo sea muy desfavorable”.

Las industrias de gran consumo eléctrico apelan a que se puedan establecer mecanismos que permitan aliviar las cargas que se soporta en la factura eléctrica: “Hay costes que no tiene sentido que paguemos si lo que buscamos es la competitividad de nuestra industria, no nos pueden penalizar tanto. Aspectos como la fiscalidad, la contribución al fondo nacional de eficiencia energética, los servicios de ajuste. Al final se suman un montón de pagos. El más grande es el relativo al pago por las compensaciones de CO2 indirecto”, apunta González.